sábado, 23 de noviembre de 2024

UNA DE TANTAS CURIOSIDADES DE LA CAZA



Copia del artículo publicado en ABC  Sevilla en 1973

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Por mediación de un buen amigo y muchos años compañeros de caza con reclamo, Manuel Somoza Ortega, ha llegado a mis manos un interesante artículo publicado en su día, 13/12/1973, en el periódico ABC de Sevilla, en donde A. Ceferino Bocanegra nos relata todo lo ocurrido en en la bella localidad onubense de Hinojos en el primer día de caza, día primero de septiembre, fecha en la que antaño se levantaba la veda.

En el escrito, el autor nos expone cómo desde el amanecer, cazadores lugareños, ataviados con pantalón y blusa de algodón, zahones de lona oscura, abultadas mochilas, cananas repletas de cartuchos y cantimploras, se juntaban con sus perros y sus armas en un lugar determinado, en este caso, el “pino gordo” del pueblo, a las siete de la mañana, para la inauguración de la temporada cinegética, cuando, afortunadamente, había de todo al “por mayor”.

En la citada jornada, se cazaría el predio de Las Pardillas y antes de empezar una vez reunidos todos, y ahí viene la curiosidad, el capitán de cacería interviene gritando “… palos señores, palos…”, es decir, sorteo de los puestos que han de ocupar los cazadores. Sugestiva forma de echar suerte, que aún perdura en la población y que se desarrollaba de la siguiente manera:

 … Cada cazador cortaba del monte un trozo de palito que no excediera de diez centímetros, procurando que tuviera un garrancho que lo distinguiera, haciéndole, además, con la navaja, alguna señal por donde cada cual conociera sin titubeos el palo suyo. Luego  se metían todos en un sombrero, al que se tapaba con otro y el capitán los iba sacando con dos dedos por la punta y mostrándolos a la vista de todos. El dueño del  palo los reconocía al instante y decía “mío” y se marchaba enseguida al lugar que le había asignado el capitán, empezando por el número uno de la cuerda y allí esperaría hasta el comienzo. Luego, el dos, el tres… que ocuparían sus respectivos sitios, hasta dar comienzo la marcha hacia adelante, situándose el capitán en el medio de los cazadores e indicando el avance…

Lo llamativo de esta forma de sorteo de puestos era la rapidez con que se llevaba a cabo y lo sorprendente, la retentiva de los cazadores que, entre muchos palitos, más de cien, conociera el suyo a la primera tentativa. Por supuesto, el que fallaba, que alguna vez lo había, recibía una buena reprimenda por parte de los demás amigos y compañeros asistentes.

Ni que decir tiene que esta forma de sorteo es una curiosidad cinegética más sacada de la rica tradición lugareña, en este caso de Hinojos, Huelva. Pero…, singularidades de todo tipo y de todos los ámbitos de la caza, nos las podemos encontrar en cualquier lugar de nuestra geografía nacional.

¡¡¡ Cómo para que luego se diga que la caza sólo es salir a apretar el gatillo… !!!

Y, como siempre, “Doctores tiene la Iglesia”. Yo…, por mi parte,  ya he dado mi “homilía”.

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