En el día de ayer se monteó "La Atalaya", otra mancha que no se tocó el año pasado. Se esperaba mejor, pero otra vez había perros danzando por los terrenos, con lo que es posible que algunas reses se salieran del terreno a montear. Aun así, se abatieron 7 ciervas -sólo se podían tirar en una de las armadas-, 6 marranos y 22 venados.
Nuevamente me tocó una armada de cierre y esta vez tengo que decir, porque hay que ser honestos para lo bueno y para lo malo, que los nervios pudieron conmigo, aunque yo creía que estaba "curado en salud". Me acompañaba mi hijo y, posiblemente eso hizo que no estuviera a la altura de las circunstancias. Así, no tiré una tropa de venaos, ciervas y un vareto que me entraron, al no tener claro a cuál dispararle. La seguridad que da el estar curtido en mil batallas, esta vez, me faltó. Supongo que todo se consigue con el tiempo y "toreando". Eso sí, un bonito venao de diez puntas que iba para la puerta de por encina y se paró frente a mí, lo dejé porque es lo que se debe hacer en estos casos. Aun así, una vez más, eché una buena jornada montera ya que no todo es apretar el gatillo.
En las tres imágenes siguientes se puede ver, en primer lugar, a José Igancio Ñudi y unos amigos en los momentos anteriores a la montería. En la segunda estoy con el compañero que abatió el venao por encima de mi puerta y, por último, Juan Jesús, el Presidente de la Sociedad, compartiendo mesa y charla otros monteros y paisanos.
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