Siguiendo con
el post anterior sobre nuestros errores y posibles soluciones, veamos ahora
otros diez aspectos importantes para tenerlos siempre en cuenta. Además, como
quedó plasmado en el artículo anterior, los conocemos y aunque lo normal es que
los cumplamos a rajatabla, a veces, los dejamos un poco al lado y el resultado
es que, poco después, nos arrepentimos de nuestra falta de sentido común cuando
ya no tiene solución el desaguisado que hayamos podido hacer. No son nuevos
capítulos del anecdotario que siempre acompaña al cazador de reclamo, sino que
son realidades que a todos/as nos pueden pasar o, de hecho, nos han ocurrido
más de una vez.
En primer
lugar, hay que tener bien clarito que, mientras que dure el puesto, tenemos que
tener los cinco sentidos puestos en el trabajo de mayor o menor calidad del
reclamo. No olvidemos que, si por si algún motivo nos distraemos durante su
desarrollo, puede que no ocurra nada, pero, desgraciadamente, otras veces nos
estamos al tanto de lo que está sucediendo fuera de nuestro habitáculo.
Consecuentemente, nos podemos ver sorprendidos, y de camino el reclamo, por
muchos factores negativos que se pueden presentar. Nadie está exento de que
rapaces, perros, animales salvajes y domésticos, trabajadores del campo y del
ganado, seteros, esparragueros… merodeen por los aledaños del colgadero e,
incluso, de la misma plaza. Pero es más, a veces, si estamos distraídos puede
ocurrir que ni nos demos cuenta de la entrada en plaza de patirrojas que se han
acercado de callado y, cuando lo hagamos, ya sea demasiado tarde.
Tenemos que
saber muy bien que un puesto, por lo natural, suele durar de una a tres horas.
Por consiguiente, lo primero que debemos tener claro es que debemos estar, ante
todo, cómodos dentro del aguardo. De esta forma, tollos en lugares con
desniveles o mal situados terminan siendo un auténtico suplicio para el
aficionado, ya que, más pronto que tarde, las “bisagras” empezarán a decirnos
que somos unos “mendrugos” y, debido a nuestra torpeza, no aguantaremos mucho
dentro del aguardo. De esta forma, aunque cuando lleguemos al cazadero,
apreciemos que el campo está cantando a poca distancia, no debemos
precipitarnos y colocar el portátil en cualquier sitio, ya que no mucho
después, seguro que nos arrepentiremos.
El aficionado
debe conocer perfectamente el arma y la munición que utiliza. No será la
primera vez que vamos al puesto con escopetas con la cual no hemos cazado nunca
y ahí surge el problema: ¿a qué distancia colocamos el tanto? Si acertamos de
pleno, formidable. Pero si no es así, pueden ocurrir dos cosas o que lo
coloquemos demasiado lejos o excesivamente cerca. Si es la opción primera nos
podemos encontrar, aparte de no ver bien la faena del reclamo de turno, con la desagradable sorpresa de sólo herir a la montaraz de
turno, con el consiguiente aleteo o salida de vuelo de la plaza. Si nos
decantamos por la segunda posibilidad, lo normal es que destrocemos la pieza.
Consecuentemente, es de obligado cumplimiento el conocer a fondo el arma con la
que vamos a disparar y la munición a emplear.
Íntimamente
unido a lo anterior, el aficionado debe saber que el tanto, matojo, farolillo,
mampuestos, arbolillo, peana, maceta, pulpitillo… debe estar situado
ligeramente a la izquierda del aguardo, si el jaulero es diestro y, a la
derecha, si es zurdo. Si pasamos por alto esta circunstancia, a la hora de
disparar, nos daremos cuenta que, posiblemente, no tengamos el suficiente juego
para apuntar correctamente, con lo que lo más normal es errar el tiro o dejar
herida a la patirroja de turno, aleteando o botando en las mismas narices del
reclamo y, con ello, los daños que tal proceder puede acarrear.
Igualmente,
todo buen aficionado debe saber que, tanto en el puesto de mañana, como en el
de tarde, el sol siempre debe estar a nuestra espalda. Por tanto, si no es por
causas mayores de la vegetación, no se nos debe ocurrir colgar frente al astro
rey, puesto que las campesinas avistarán más fácilmente los movimientos de la
escopeta o el relucir de la misma.
El abrigo,
cazadora o ropa contra el frío que utilicemos no debe producir el más mínimo
ruido en los movimientos que podamos efectuar dentro del puesto. Si ocurre lo
contrario y las montaraces de turno, cercanas al aguardo, son esquivas y
resabiadas, lo normal es que, al menor roce sonoro, pongan “pies en polvorosa”,
con el consiguiente disgusto para reclamo y jaulero. De esta forma, ropa de
abrigo plastificada no es lo más conveniente para dar el puesto, ya que lo
normal es que cualquier cambio de postura del cazador, principalmente a la hora
de disparar, no se realice en silencio absoluto.
Hoy día, con
los tiempos que corren, el teléfono móvil debe estar obligatoriamente apagado o
en silencio antes de comenzar el puesto. De no ser así, lo que antes era “riiinnn,
riiinnn, riiinnn…” y, en la actualidad, el más insospechado sonido, puede
llegar en el momento más crucial del lance, es decir, cuando las patirrojas
están en la plaza o próxima a su entrada en ella. Lo que ocurre a continuación,
por desgracia, lo conocemos casi todos los aficionados.
El buen comer
y beber es una maravilla en ciertos momentos, pero no muy recomendable cuando
vamos a dar el puesto. Si es una copita y una comida normal, bien. Pero, si por
el contrario, no es una copa, sino más de lo que se debiera y llenamos la tripa
a tope, casi seguro que el puesto de tarde se hace más complicado de la cuenta
y, entre la pesada digestión y la somnolencia producida por el alcohol, si no
hay música y movimiento, casi seguro que terminaremos con una auténtica galbana
y, por qué no, dando más de una cabezada.
Nunca debemos
olvidar, aunque parezca una perogrullada, que al aguardo hay que ir provistos
de todos los pertrechos necesarios: portátil, banquillo, utensilio para cortar
ramaje; pulpitillo, pincho o pulpitillo artificial… y, por supuesto, cartuchos,
escopeta y, obviamente, el reclamo. La experiencia me recuerda que no será el
primero ni el último que llega al colgadero incluso sin “espingarda” o
“munición” y, si me apuran mucho, aunque parezca imposible, sin el perdigacho.
Para
finalizar, y aquí sí hay que ser totalmente rigurosos y cautos. Debemos tener
siempre presente que, en las manos, tendremos un arma y, por consiguiente, no
nos podemos permitir errores y descuidos en su manejo. Debido a ello, el cartucho
sólo estará en la recamara cuando estemos acomodados dentro del aguardo y, en
cuanto demos por finalizado el puesto, hay que descargar la escopeta. Los desagradables
accidentes que se producen en esta modalidad de caza, la mayoría de las veces,
suelen ocurrir por descuidos o negligencia en el manejo de las armas.
Soy paulino,he leído tus comentarios de la caza del reclamo en Ciudad Real .Eres un aficionado puro de está modalidad, a nosotros los últimos días nos a pasado lo mismo que a ti.
ResponderEliminarTe mando un saludo e para tú hermano y para ti.
Hasta que nos veamos.
Amigo paulino.
ResponderEliminarAnte todo, gracias por visitar mi blog y por tus palabras.
Este año ha sido de los peores que he conocido como jaulero, pero, como sabes este es el sino del jaulero. esperemos que con la primavera que va el año sea buena de cría y para el año que viene que los pájaros mejoren.
Un saludo.