Ayer mañana, bien
temprano y con una niebla que no se veía a “tres montaos en un burro”, me trasladé desde Huelva a Puebla de Guzmán, para dar una vuelta por el coto y rellenar de
trigo los comederos.
Ni que decir tiene
que el campo está precioso por estas fechas: pantanos llenos, jaras y jaguarzos florecidos,
hierba por todos lados, la siembra buenísima y con una altura increíble… Además, tuve la suerte
de ver algunas parejas de perdices que no tenía divisadas, pero, por el contrario,
también me topé con más ejemplares de los que quisiera de dos auténticas especies predadoras: urracas y cigüeñas. Por el contrario, los jilgueros, chamarices, trigueros, alondras reales... ponen la nota de canto y color por cualquier rincón de la finca. Igualmente, varios y bellísimos sisones machos revolotean lenta y sonoramente a nuestro paso, mientras sus hembras incuban sus cortas nidadas no muy lejos de por donde andamos.
Cinco imágenes de ayer por la mañana. En la primera se ve la salida del sol intentando romper la niebla que cubría la zona. En la segunda, se me puede ver echando trigo a uno de los comederos que tenemos en el coto. La tercera, cuarta y quinta nos muestra el esplendor de la primavera andevaleña.
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