Frontal del puesto del olivo de los tres pies. |
Ayer día nueve de
noviembre se monteó en Calañas la mancha
Las Viudas. Paraje andevaleño cubierto en la gran mayoría por eucaliptos,
monte bajo y, en algunas zonas del mismo, con pino piñonero en fase de
crecimiento.
Pues bien, esta
mancha se supone que no es de las mejores de las que montea la Sociedad de
Cazadores de Calañas, sin embargo, a veces, y de ahí la grandeza de la caza,
las estadísticas no se cumplen, como de sobra ocurrió ayer. Y fue así, porque
lo de ayer fue una jornada venatoria para no olvidar, al menos en mi caso y
creo que para otros muchos. Para mí lo fue, puesto que, aparte de tocarme una
gran puerta –El olivo de los tres pies-
y de abatir un buen venado con una buena cornamenta e igualadita de catorce
puntas –con mucha suerte, pues al compañero de la puerta anterior se le
encasquilló el rifle y no pudo abatirlo-, se me escaparon dos cochinos y un
zorro. Así, a uno de los cochinos le disparé dos tiros a una buena distancia
–unos 80 metros-, a la carrera y cuesta abajo, no le di y el compañero de la
puerta más abajo lo mató. El otro, aunque también larguillo, pequé de
inexperiencia. Así, creí que en el primer tiro lo había matado, pero al
levantarse, porque rodó hasta la terraza anterior, me puse nervioso y erré el
segundo disparo. Luego, el guarro puso pies en polvorosa y ya no pude
dispararle por tercera vez. Por último, el zorro, que entró como una bala, tras
el primer tiro, se metió en la maleza y ya no dio cara. Está claro que, como
montero novato que soy y en fase de aprendizaje, tendré que “torear en muchas
plazas” para ir cogiendo soltura, aunque tampoco no me puede quejar de cómo me
han ido las cosas en poco más de un año en la caza mayor.
Pero aparte de mis
lances, para nuestra armada, El arroyo de
las viudas, supuso un total de 15 reses abatidas, que no está nada mal para
los tiempos que corren.
Al final del día de caza mayor, a la junta de carne llegaron 13 venados, 7 guarros y 10 ciervas. Además, la jornada montera, supuso para el veterinario de la zona, D.
Antonio Romero Humanes, aparte del reconocimiento de las reses abatidas, la cura y
suturas de heridas de varios perros accidentados en el transcurso de la misma.
Cuatro imágenes de la jornada montera. En la primera se me ve junto al amigo Emilio López con el venado que abatí. En la segunda aparece un buen guarrete que consiguió uno de los compañeros de la sociedad. La tercera nos muestra un momento de la suturación de una buena herida de uno de los perros de la rehala El Pajita, por parte del veterinario D. Antonio Romero. En la última se aprecia una colmillada en uno de los perros de la rehala La Robaleda
Para finalizar,
vaya desde este blog, mi pésame y máximas condolencias para los compañeros de
sociedad, hermanos Carballar y para toda su familia, por el fallecimiento del joven Jairo, de tan solo catorce años, en un fatal accidente coche/tren en
Calañas, mientras se desarrollaba la montería, aunque no tuviera nada que ver
con ella. Igualmente, mis máximos deseos de la pronta recuperación de José Manuel, padre
del chaval, también herido en el accidente.
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