Primer plano de mi hijo en el puesto que nos tocó. |
Ayer, día 1 de
noviembre, festividad de “to Santos”, se monteó en Calañas la mancha La Alcolea, otro precioso rincón
andevaleño repoblado de pino piñonero y monte bajo no muy abundante y espeso,
puesto que, este pago fue desmontado hace tres o cuatro años. También decir que, al igual que en jornadas anteriores, el calor fue de los que hacen época.
Pues bien, tan
conocido día significó para mi hijo Pablo, tras casi dos largos años, como bien
sabemos sus familiares, amigos y allegados, tener de nuevo la posibilidad de ir
al campo -con toda la documentación en regla-, a practicar lo que
más le gusta: la caza mayor con un rifle en sus manos. Por consiguiente, su
arma "prehistórica", el palo, que le ha acompañado durante todo este tiempo, en
muchos lances, ahora ocupa lugar privilegiado en el armero, en señal de recuerdo. Pero…,
como agua pasada no mueve molino, la página se ha pasado y punto. Eso sí, mi
papel montero, a partir de ahora, será en un muy segundo plano -aunque sigamos manteniendo una plaza
compartida-, porque, el hecho de la caza mayor en las últimas dos temporadas, se ha
debido a no perder el contacto con la buena y acogedora gente de la Sociedad de Cazadores
de Calañas y conservar el bono que anteriormente pagaba mi hijo.
Una vez hecha esta
precisión, la jornada venatoria deparó para él otra gran alegría, puesto que,
además de lo ya citado, abatió un hermoso venado con una más que aceptable cornamenta de
12 puntas, que el amigo Juan Conde, en la puerta anterior, ya había tocado con
un tiro en los bajos del vientre entre piel e intestinos. De esta manera, el
precioso trofeo, según acuerdo de ambos -circunstancia que engrandece la valía personal y montera de Juan-, se vino para nuestra casa. Además, como las
ganas de apretar el gatillo eran muchas, también se quedó con una “pepa” ya un
poco pasada de rosca en cuanto a juventud.
Tres momentos de la jornada montera. En la primera, mi hijo y yo posamos junto al venado que abatió. En la segunda, lo hacen Pablo y Juan Conde, ambos artífices del lance. Por último, en la tercera imagen, se puede ver al amigo Rafael Chaparro con el trofeo que él consiguió.
A modo de resumen, tengo que decir
que en el total de la montería se abatieron siete venaos, seis ciervas y dos
guarros.
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