Semana de kms,
con susto incluido, puesto que, camino de Ciudad Real, Castellar de Santiago, me
reventó una rueda cuando marchaba a buena velocidad. Eso sí, afortunadamente, aparte del susto,
mantuve la calma y, tanto mi mujer como yo, salimos indemnes de la complicada situación.
En la primera
parte de la misma, la alegría volvió a mi persona en cuanto a los reclamos: un
novel, cumplió con creces una vez más y a Montija,
el pollo de segunda que se me agachó
días antes, tras excepcional trabajo, le tiré dos parejas de las que hacen afición.
Tan es así que, el amigo Paco Jiménez, que comparte puesto conmigo para echar el
rato, me dio la mano en señal de faena de postín. En pocas palabras, una gozada
de puesto.
Ya en Castellar, con perdiz de repoblación, pero que
están, aunque sea difícil de entender, como las autóctona de malas, Chimenea,
al que quería ver tras la “mocholada” de días atrás, consiguió meterme en plaza
dos hembras de las de capa y espada y al pollo Cristeño, que anda que se sale, le maté una pareja. Al Alpujarreño le hice otra pareja a la
hora de dar señales de vida en las inmediaciones del colgadero. Además, otros pollos, aún con algún que otro tiro cogieron
puerta, pues no demostraron valía para “veranear”. Para finalizar, aparte de dar
puestos, los tres matrimonios que nos trasladamos desde Huelva hasta allí, lo hemos pasado de maravilla, que es de lo que se
trata. Y como es bien nacido ser agradecido, vaya desde aquí las gracias de corazón al amigo Melitón, dueño del bar El lobo raro -nuestro rincón de cervezas, vinos y pinchos-, por su múltiples atenciones que, año tras año, nos dispensa.
Algunas imágenes de la semana. La primera nos muestra a Montija espectante con el primero de los machos a sus pies en el inolvidable puesto del martes pasado. En la segunda podemos ver la gran estampa de Cristeño en el repostero. La tercera imagen es de Chimenea y la primera hembra que le abatí. En la cuarta se puede ver al Alpujarreño con un valiente macho. Por último, en la quinta y sexta imagen se me puede ver al lado de Fernando Feria, Gaspar Gómez y sus respectivas esposas en la entrada de la casa en la que hemos estado en Castellar de Santiago.
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