Los
veranos, aparte de una época de descanso para bastantes personas, entre los que
afortunadamente me incluyo, es una época ideal para otras muchas cosas, a
elegir por el personaje de cada historia. Y dentro de ellas, está la lectura,
aunque a mucha gente ni se les ocurra. Obviamente, yo no entro dentro del grupo
últimamente citado, pues suelo leer un poco de todo verano tras verano. Y
dentro de ese “de todo”, la caza no pasa desapercibida, como es lógico.
Pues
bien, en estos meses pasados, aparte de otros libros, han pasado por mis manos
dos que, al menos para mí, bien merecen la pena hacerles un hueco en nuestra
biblioteca: “Los cazadores. La Mancha” y “Puesto
de Alba y quince historias de caza”, el primero de Enrique Pérez Escrich
y el segundo del almeriense, de Chirivel, Julio Alfredo Egea.
En
el primer tratado, que reúne dos obras, como se desprende de su propio título se
“retratan” con una pluma precisa, fácil e imaginativa, tanto en prosa como en
verso, situaciones curiosas de contenidos costumbristas y lugareños de hace ya
bastantes años. El segundo, menos literario, pero no exento de calidad, nos
acerca, en muchas partes del mismo, a lo vivido por el autor desde sus
comienzos de cazador, finalizando con el Puesto
de alba, un precioso y ameno relato cuquillero. En ambos volúmenes hay un
poco de todo, sobre el reclamo y la caza en general, por lo que a los que nos
gusta la actividad venatoria, sendos libros nos harán pasar unos buenos momentos
con su lectura. Huelga decir que a mí me han gustado mucho y, por tal motivo,
los doy a conocer por si a alguien le puede interesar.
Con
este artículo, retomamos el blog, al menos por esta temporada. Luego, Dios
dirá, aunque año tras año una actividad así, comienza a cansar y, máxime, cuando
otras formas de comunicación hace tiempo que copan el lugar de privilegio de la
actividad cinegética. Eso sí, como he dicho otras veces, como no me gustan las
redes sociales, ni intervengo en ellas, sigo aquí para dar la lata a quien
quiera leerme.
Solo
desear que el verano que ya se nos va, aunque el membrillo todavía no está
maduro, haya sido bueno con todos ustedes.
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