A
|
ntes
que nada, puntualizar que este artículo lo traigo al blog porque, además de ser
interesante por su carácter histórico y su importancia en la caza de la perdiz
con reclamo, el amigo Juan Luis Rosa -al César lo que es del César- me puso
tras su pista al informarme sobre las raíces de lo que hoy conocemos como
tollo, puesto o aguardo. De hecho, y para ser honesto, tengo que decir el que
suscribe no tenía ni idea del tema y, por lo tanto, fue una agradable sorpresa
el conocer todo lo relacionado con ello.
Para comenzar, decir que si buscamos en un diccionario de la
lengua castellana la palabra boezuelo, encontraremos lo siguiente:
1.-
Figura que representa a un buey y que usa en la caza de las perdices.
2.-
Armazón de arcos ligeros y de lienzo pintado, dentro del cual se mete el
cazador para disparar desde allí a la caza.
Consiguientemente, cuando nos referimos al término boezuelo,
también llamado buey de caza, nos estamos refiriendo a un buey real o ficticio
que se utilizaba como estratagema venatoria para abatir a las
perdices u otros animales de diferentes especies de caza. Por tanto, al emplear
dicho término, hablamos de un refugio o escondite para no ser visto y poder
lanzar o disparar desde allí. Es decir, un ancestral tollo o aguardo. Huelga
decir que en antecesor del boezuelo es el buey de caza, un ejemplar de raza
bovina al que se amaestraba para, desde su cuello, cuando bajaba la cabeza y sonaba
su cencerro, disparar con el arma en cuestión: arco, ballesta, alcarabuz….
sobre ciervos, corzos, gamos, jabalíes, conejos, anátidas, perdices…, pues las
piezas a abatir estaban acostumbrados a los bueyes, a los diferentes movimientos
de los mismos y al sonido de sus cencerros o esquilas. Escritores como Alfonso
X el Sabio, Luis de Barahona, Francisco de Quevedo, Pedro de Covarrubias,
Hernando de Ojeda, Alfonso Martínez de Espinar… nos hablan del buey de caza en
algunas de sus obras, lo que nos indica que estamos ante una forma de caza ya
perdida en transcurrir del tiempo. De hecho, nuestro rey Alfonso X, que muere
en el año 1.284, habla del buey de caza en su obra Libro de la Montería. ¡Y ya ha llovido desde entonces!
Posteriormente, Luis de Barahona utiliza dicho término en su conocida obra
venatoria Diálogos de Montería. Por
tanto, como se puede comprobar el puesto portátil no es ninguna novedad.
Cientos de años son notarios de ello.
Lámina sacada de internet en donde se puede ver dos momentos de caza con el buey
Todo está en los libros.
ResponderEliminarPd. A veces también él, en la atmósfera calmante de un fuego de la noche de invierno combinado con los efectos seductores de algún buen viejo puerto, reveló algunas pocas sombras de sus oscuros secretos. Uno de ellos está aquí relacionado.
Está en los libros:
ResponderEliminarQué delicia vivir en un cortijo,
rodeado de monte perdicero,
buen apetito, la salud de sobra,
y tener por remate un buen jaulero.
Respirar a raudales los aromas
de tomillos, cantueso y mejorana,
y oír por todas partes canturreos
de perdices que anucian la mañana.
Gerardo Fraile :"De la caza de la perdiz con reclamo".
Pd. La cultura está ahí. Lo que pasa es que unos la cultivan, como es tu caso, y otros ni "siembran".
Saludos.
Sr. D. José Antonio Romero Lluch, de la relación de títulos de "Mi biblioteca cuquillera" hay varios de los que no tengo noticias, ni se donde encontrarlos. ¿Le importaría darme algún dato más del autor, editorial, ISBN, o registro del catálogo de la Biblioteca Nacional de España?
ResponderEliminarUn saludo,