Imagen de Manchego, un reclamo que da el avío
Echando la vista atrás, consultando mis anotaciones sobre
la caza del reclamo y haciendo un ejercicio de memoria, intentaré recordar a aquellos
reclamos que, bajo mi personal opinión, fueron de un nivel más que aceptable,
aparte de los que vi cuando era niño, acompañando a mis mayores, dígase Facultades
o El “Ajumao”. Así, sobre mil novecientos setenta y seis, una vez que
acabé mis estudios, hice la “mili” y las oposiciones a Funcionario del Estado,
me establecí en el mundo laboral y dí comienzo a mi independencia económica, pude
buscar acotados donde poner en práctica la afición que empezó en mí mucho
antes, pues en la infancia y niñez, ya me metía en el puesto con familiares
cercanos y con unos años más ya hice mis primeros pinitos con el reclamo.
Consiguientemente, desde aquellos años hasta la fecha de
hoy -casi cincuenta años-, han pasado por mis manos cientos de machos de perdiz.
Y aunque, como suele ocurrir, la mayoría han sido más bien mochueletes,
también, ha habido reclamos, con los cuales he disfrutado de lo lindo, aunque siempre
he tenido claro que, con solo salir al campo a dar el puesto, ya supone un auténtico
gozo. Por supuesto, han sido pocos los de valía, pues no entiendo que un
pajaritero diga, en un momento determinado, que tiene ocho o diez máquinas o
fenómenos, cuando, incluso, dar con un pajarete “mediacuchara”, no es tarea fácil,
siempre que la valoración sea totalmente objetiva. Es más, en la valoración influye mucho el tipo de perdiz que haya en el campo donde se cace, puesto que ello marca las diferencias de la calidad de los del pulpitillo.
Tan es así que, en estas casi cinco décadas, solo dos,
como he relatado en numerosas ocasiones y en escritos varios, el de Manué y
Chimenea, he podido etiquetarlos de reclamos de primer nivel o punteros,
como se les suele llamar. El resto, dentro de los que han dado o dan el avío,
han sido o son en la actualidad reclamos que me han hecho pasarlo bien dando el
puesto con ellos, pero que nunca se le podría colgar el cartelito de fenómenos,
Dios me libre de ello.
Los dos citados, fueron en su momento lo máximo, aunque
nunca fueron pájaros que aceptaron las carantoñas, sino que, al contrario, siempre guardaron, sin ser bravos, las
distancias conmigo o con amigos y conocidos que se les acercaban.
Pues…, además de estos dos grandes reclamos, por orden
cronológico, debo citar a los siguientes, porque todos ellos, cada uno a su
estilo, pues no hay dos iguales, supieron ganarse el apelativo de pajaretes que
dan el avío:
1.- Castelar, llamado así por el protagonista del libro Historia de un reclamo, o el de
Burgos, como lo nombraba indistintamente, era un reclamo procedente de los
primeros machos de la célebre granja de Altube y que cuando lo adquirí, sobre 1977/78, era
el único que quedaba en un negocio del ramo. Por lo tanto, más que escogido.
Aun así, fue un pájaros muy trabajador y excelente con las hembras. Murió
pronto, con cuatro años y, por tal motivo, nunca supe cual hubiera sido su
techo. Pero en ese tiempo, en el repostero, fue un pájaro más que aceptable y
con gran variedad de recursos entre los que destacaba un cante de mayor como
los ángeles.
2.- El Picocho. Pájaro que compré al abuelo de un
alumno, por aquellos entonces -sobre 1980- por un dinero aceptable, pero que me
desprendí de él al año siguiente porque tenía la manía de tomar “copas”, costumbre
por la que nunca he pasado. Sin embargo, en manos de su posterior dueño, fue un
auténtico pájaro de primer nivel al que le tiró muchísimas patirrojas, cuando
la granja todavía no había llegado a muchos sitios. Es decir otro pájaro de
bandera que duró doce años.
3.- Gitano. Este reclamo fue uno de tantos que lo
tiene uno un poco arrinconado y sin mirar mucho para él. De hecho, fue una gran
y grata sorpresa el día que debutó en el campo, sobre el año 1999/01 pues el
puestazo que me dio nunca me lo pude imaginar. A partir de ahí, por su
constancia en el trabajo, se le podían dar dos puestos seguido, cosa que hice
más de una vez. No lo tuve mucho tiempo, porque al quinto año no había quien le
tirara una campera, pues el mítico Sansón y él eran la misma persona, lo
que me aclaró que quien me lo cedió no me dijo que era un pájaro de granja.
Aun así, en los tres años que estuvo conmigo, dio puestos
que, hoy, bastante tiempo después, todavía los recuerdos. Terminé regalándolo,
pues había forma de que metiera una patirroja en plaza de fuerte que se puso,
puesto que a final del cuarto celo, cuando escuchaba a las montesinas no cabía
en la jaula. Y de esta forma, las
camperas de entonces no querían saber nada d él. Aun así, los tres años
anteriores era un pájaro segurísimo y no fallaba en ningún puesto.
4.- El Correa. Reclamo con dicho nombre porque lo
cambié de pollo, sobre el año 2000, por una correa que le hice a quien lo
tenía.
Fue un reclamo muy bueno hasta los seis años, pero luego
se puso fuerte de recibo y lo regalé a un amigo, al que le siguió ofreciendo muy
buenos puestos, pero dándole tierra y soltándolo cada dos por tres para que se
bajaran los “humos” y se suavizara.
5.- D. Benito. Muy buen pájaro y de los pocos por
los pagué un buen “pico” de por aquellos entonces -2004-, pues andaba, por distintas
circunstancias, flojo de reclamos, aunque a decir verdad, quien me lo vendió -el
amigo Benito de Paymogo-, no sabía lo que vendía, dada la relación
calidad/precio.
Llegó a mis manos con dos celos y en los tres años que lo
tuve, pues se me asfixió en un lamentable descuido, fue un pájaro excepcional
con recursos variadísimos, incluyendo titeo y cloqueo, además de un trabajo incansable.
Después de mis dos mejores reclamos, este ocuparía el
tercer lugar.
7.- Guerrilla. Regalo de un buen amigo y nacido en
cautividad en una finca onubense del mismo nombre en el año 2005.
Pájaro de jaula bastante aceptable en todo sus
actuaciones y con un trabajo incansable, lo que hizo que, aun siendo un poco
bastorro, se le abatieran muchas patirrojas, aunque estuvieran malas. Murió con
nueve celos y en pocos puestos falló.
6.- El Alpujarreño. Pájaro nacido en cautividad y
que llegó a mis manos sobre 2011, regalo del amigo Leopoldo Soto, de Válor.
Reclamo con una música bastante buena y excepcional con
las hembras. Seguro en donde los haya y muy trabajador. Murió con diez años y en pocos puestos defraudó.
7.- Ariza. Pájaro regalo de Pepe Ariza en 2012 y
otro excepcional pájaro de la granja que regenta en Granada.
Como muchos de los machos de jaula con buena pinta, murió
pronto de un bote en el cajón de muda, al asustarse un día de una perra de mi
hijo, pero en los años que estuvo conmigo, cuatro temporadas, daba gusto verlo
trabajar y recibir, pues era como su “hermano” Chimenea, ya que daba la bienvenida a las camperas como
él, tieso como una vela y cuchicheando suavemente.
8.- Ronquillo. Otro gran reclamo de granja que
llegó a mis manos en 2015, ya con dos celos y que me acompañó durante siete
temporadas. Murió a consecuencia de una intervención de callos plantares.
Conjuntamente con Chimenea, Castelar y el
Alpujarreño, ha sido el pájaro más pendenciero para las hembras, a las que
las hacía entrar en plaza con un facilidad pasmosa, pues aparte de trabajador,
tenía un reclamo espectacular, un pie suavísimo y era muy fino recibiendo.
9.- Manchego. Pájaro adquirido de pollo de forma
simbólica a un amigo y dueño de una finca de caza mayor de la provincia de Ciudad
Real.
El año próximo cazará su séptimo celo y su mayor virtud
es que, sin ser muy trabajador, ni tener una celestial música, tiene ese ”algo”
que engatusa a las patirrojas camperas, tanto machos, como hembras.
Su gran problema es que, si no se mueve el campo, echa su
buen rato y, a continuación, cierra el pico y, a no ser que aprecie que puede
haber éxito, se embola y mutis. Ahora bien, con patirrojas normales, sabe de
qué va el asunto y da unos puestos para no olvidar, pues es una bendición escucharlo
alternar los diferentes cantos.
10.- Viñas. Reclamo de una granja salamantina que
la próxima temporada cazará cuatro celos. Es regalo de mi hija y lo compramos
en una tienda de animales del Viso del Alcor, en una visita médica a Sevilla.
No tiene un cante
de mayor que sobresalga, solo aceptable, pero titea a machos y hembras y desde
que se pone hasta que se quita del matojo, da el callo al máximo y recibe
cuchicheando muy suave picando el suelo. Al igual que Chimenea, desde el
primer puesto se le tiró caza porque algo debe de tener, pues el campo le entra
sin dar mucho la lata. Si no viene a menos, llegará a ser un ejemplar para
recordar muchos años
Para finalizar decir que con este último reclamo citado,
cierro este resumen dedicado a los machos de jaula que han dado o dan el avío en
mi trayectoria con la jaula a cuestas, aunque ha habido otros que también han
pasado por mis manos y se le ha tirado caza. Pero estos diez, por sus
características específicas, han sido especiales. Como se verá, en cincuenta años, que no son pocos, diez pajaretes
de avío no es mucho, sin embargo, poseer en cada momento varios figuras -en
caso muy puntuales puede ocurrir-, como dicen tener muchos aficionados en
el día a día, sí cuesta trabajo creerlo, si se es objetivo y serio en la valoración de
los mismos.
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