martes, 25 de junio de 2024

RELATOS DE CAZA Y NATURALEZA A LA LUZ DEL CANDIL

     Hace ya sus buenos años, mediante un amigo, llegó a mi conocimiento la existencia de unos PDF sobre parte de la obra literaria del docente y escritor granadino José Fernando Titos Alfaro, un pajaritero que puso al servicio de todos los lectores una recopilación personal de volúmenes sobre caza en general y naturaleza, titulado como el artículo que hoy traigo al blog: Relatos de caza y naturaleza a la luz del candil. Conjunto de quince libros -algunos de ellos en poesía- que el autor hizo llegar a nuestras manos, sin que ello supusiera gasto alguno, a no ser que el lector prefiera imprimirlos y encuadernarlos.

Los diferentes volúmenes que lo conforman, todos ellos escritos con un encanto especial y un maravilloso “olorcillo” a campo y a personajes nacidos y vividos en el mundo rural, son auténticos “cuadros” de un artista con la “pluma” y, por lo que se ve en sus relatos y anécdotas, un pajaritero de tradición y con amplios conocimientos sobre el mundo del reclamo y la caza en general.

Pues bien, ahora que llega el verano, no estaría de más que le buscáramos algo de tiempo -pues las vacaciones lo dan-, para leer algunas de sus obras, porque desde mi humilde punto de vista, merece la pena. De hecho, he leído varios de ellos y otros los he hojeado en varias ocasiones.

Por lo tanto, y este es el objetivo de la entrada, el que no conozca estos relatos y esté interesado en echarle un vistazo o imprimirlos, para añadirlos a su biblioteca cinegética, puede hacerlo en el siguiente enlace:

Pinchar en INICIO al abrir el enlace 

https://josefernandotitos.wordpress.com/about/

    Para finalizar, decir que con esta entrada, nos tomamos vacaciones veraniegas, puesto que el blog tambien debe descansar y, quien lo sustenta, más. Por tanto a partir del uno de julio no se atenderá ni los comentarios. Ya que en Punta Umbría no me es fácil publicar, porque el tfno no es mi fuerte y un alto en el camino nunca viene mal. Por tanto, si no ocurre nada muy especial o crucial en relación con los temas del blog, nos veremos DM en septiembre.

                ¡¡¡ FELIZ VERANO !!!

jueves, 20 de junio de 2024

DE MORRALERO

De nuevo traigo al blog, en el apartado de colaboraciones, este relato sencillo y emotivo  escrito por un chaval de doce años y publicado por JARA Y SEDAL el 25 de febrero de 2024. 

                                     --oooOoo--

La tarde del diecisiete de febrero de dos mil veintitrés, salí a cazar de acompañante con mi padre y con mi reclamo Sorteo, pues tengo doce años y aunque el reclamo que llevaba ese día es mío, aún no tengo edad para cazar. Cuando llegamos a la zona llamada Peñón de las Salinas no había estorbos, ni reclamistas cerca. Coloqué el tanto, colgué mi reclamo y al quitarle la sayuela ya estaba cantando.

A los diez minutos escuchamos el campo, cada vez más, mientras Sorteo seguía haciéndolo muy bien. Al poco tiempo lo vimos acercarse. Era una collera. El macho estaba de pelea con Sorteo y se podía haber hecho una carambola, pero mi padre me dijo:

-No, le tiramos al macho y después, si Sorteo logra meter, la pájara se le tira.

 Al cabo del rato se salieron de la plaza y la pájara intentaba llevarse a su macho, pero mi reclamo volvió a meterlo en la plaza.

Cuando ya estaba para tirarlo, mi padre no dudó, ¡y Sorteo no cortó el tiro! Empezó con la pájara, que estaba dura para colar, pero mi pájaro tiene muchos recursos de engaño. Le gusta mucho titear a la pajarillas para que crean que hay comida buena junto a él. Ésta tampoco pudo resistir y coló a la plaza. La pájara estaba muy buena, con ganas, así que le tiramos. Sorteo tampoco cortó el tiro. Estaba haciéndolo muy bien cuando de repente ¡nos llega una collera!, pero ya teníamos el cupo hecho.

Al rato empezamos a toser para que se fueran mientras Sorteo no dejaba de cantar. Cuando salí del puesto empecé a chasquearle los dedos y hablarle. Después recogí la collera que fue capaz de arrebatar y me acerqué para enseñársela y picarle antes de taparle con la sayuela. Por el camino venía cantando, eufórico. Como mi padre. Y como yo. Inolvidable.

                               Tomás Carmona

domingo, 16 de junio de 2024

EL MAESTRO DE ESCUELA Y LA CAZA CON RECLAMO

         La caza de la perdiz con reclamo, como modalidad cinegética muy ancestral, siempre ha contado con verdaderos devotos y fieles y, muchos de ellos, han conseguido, con su talante personal y buenas prácticas cuquilleras, que tan señorial afición perdure en el tiempo para disfrute de las generaciones más  jóvenes y las venideras.

El mundo rural, las poblaciones pequeñas y fincas de las mismas, desde siempre fueron el "germen" de verdaderos apasionados a esta noble forma de cazar a nuestra perdiz roja. De hecho, la abundante literatura cuquillera española, pues los años de vida de una persona no dan para ahondar in situ en las raíces de esta admirable afición, nos cita en diferentes tratados sobre la modalidad, una serie de personajes que, con pequeñas variaciones de un autor a otro, se repiten en todos los volúmenes perdigoneros. Así, el maestro, el cura, el juez -si lo había- y el alcalde, más los dueños de fincas y otros personajes lugareños importantes de cada zona, son actores principales en la historia de esta emblemática modalidad de caza.

Pues bien, en casi todas las obras pajariteras nos encontramos con el correspondiente maestro de escuelas, D.  Fulano, D. Mengano, D. Zutano…, siempre con el Don por delante en señal del respeto máximo que, desde la antigüedad, ha acompañado a tan insigne e ilustre profesión. Así, la relación del maestro con varios de los “actores” de los citados han dado materia prima más que suficiente para innumerables relatos y anécdotas sobre nuestra afición. Y como el maestro era un verdadero referente en cualquier localidad, cosa que, desgraciadamente, en la actualidad ya no ocurre, su más que respetable personalidad se trasladaba al mundo del reclamo en muchos aspectos del día a día perdigonero, cuando esta afición era vista como una actividad cinegética con mucha solera y con apego social. No hay que olvidar que la docencia ha dado renombrados reclamistas, muchos de cuyos nombre podría citar, pero por respeto y por lo innumerable de su lista, prefiero referirme a ellos por su más que noble nombre de la profesión.

Por supuesto, no faltan las “escenas costumbristas” del maestro rodeado de paisanos echando el rato perdigonero en los bares, las barberías, en casa del herrero, en el salón de casas particulares, en las chimeneas de los cortijos… En una palabra, el maestro de escuela era un verdadero icono de esta tradicional y señorial afición y a quien se le pedían consejos en muchos aspectos sobre los pájaros de jaula. Además, no se puede olvidar que al maestro, por su cultura, no muy abundante en muchos lugareños por aquel tiempo, se le solicitaba ayuda y consejos para muchas situaciones personales y de cumplimentación de documentación agraria/patrimonial para su entrega en diferentes organismos locales y provinciales. Evidentemente, tal circunstancia terminaba con relaciones de amistad con muchos vecinos de la localidad y, como no, tal particularidad desembocaba en permisos para cazar el reclamo en buenas fincas de la zona.

En esta línea, el ver al maestro salir pitando de la escuela a las cinco de la tarde y circulando a toda velocidad por calles, carreteras vecinales y caminos con su Vespa o Lambretta con el reclamo entre las piernas y la escopeta enfundada a la espalda o amarrada a la moto, era en muchos lugares una escena más que común. De hecho…, el “ahí va D. José -por citar un nombre muy común-, a dar el puesto” era la “comidilla” diaria de los vecinos que lo veían camino del colgadero.

Es más, no podemos olvidar que la gran mayoría de las escuelas de hace sus buenos años formaban parte de la vivienda del maestro, ya que había pocos centros públicos. Por lo tanto, y lo digo porque lo he conocido, los niños, en los recreos de la mañana, ayudaban al maestro en la alimentación y cuidado de sus reclamos. ¡Y había hasta filas y listas para tales menesteres!

Para terminar, solo decir que muchos docentes/maestros han participado activamente en numerosos eventos relacionados con la caza del perdigón. Sirva como ejemplo la figura de D. Pedro García Jiménez -gran aficionado cuquillero-, que ya a principios de los años setenta, organizaba, en donde ejercía labores docentes, Albox -Almería-, Ferias del Reclamo. Otros maestros nos han dejado de su puño y letra, tratados sobre la caza de la perdiz con reclamo. Debido a ello, y en lo que yo conozco, no quiero dejar en el tintero a quienes han publicado y compartido sus propias vivencias, reflexiones y conocimientos cuquilleros en obras sobre nuestra modalidad de caza. Así, de los que tengo noticias, aunque habrá más, vaya mi aplauso y consideración para D. José Bustos Fernández -aunque ejerció de militar- por su obra La perdiz y los reclamos para su caza. Para D. José Fernando Titos Alfaro por sus obras: El Chepa, Aventuras, venturas de un reclamo de perdiz, El mundo del reclamo y la caza de la perdiz hembra... Para D. Felipe Moreno Delgado, autor de Celo y querencia. Para D. Manuel Romero Perea, autor de La caza de la perdiz con reclamo y El Reclamo de perdiz. Raíces de una caza milenaria. Para D.  Avelino Ruiz Calatrava, autor de Manco. Historia de un reclamo. Y por último, para D. Vicente Hurtado Navarro, autor de la obra El reclamo. Varias reflexiones y algunos sentimientos. 

     Seis de las muchas obras de maestros

Además, sería injusto si, entre los docente citados, dejara en el olvido a mi primo Manuel Jerónimo Lluch Lluch, que  nos dejó hace unos años y aunque no editó ningún volumen sobre el reclamo, sus muchos artículos y relatos publicados en su día en muchos medios de información, principalmente en la revista Trofeo Caza, donde era asiduo colaborador,  sirvieron para entretener al lector y, de camino, apoyar a nuestra noble afición cinegética. 

 Ni que decir tiene que todos los citados, más otros muchos, que los habrá, pero no tengo información de ellos, han arrimado el hombro y aportado su granito de arena en pro de nuestra milenaria forma de cazar la perdiz roja española.

jueves, 13 de junio de 2024

EL "AFILAÓ"

 Como otras tantas veces, en colaboraciones, traigo al blog este relato del compañero malagueño Juan Ocaña y que fue publicado en JARA Y SEDAL el 25 de febrero de 2024 

--- ooOoo ---

Corría febrero del año dos mil once. Un amigo me comentó que había dejado un macho viudo y no era capaz de cazarlo, pues andaba resabiado. Me dijo que si yo tenía un buen pájaro sería capaz de meterlo en plaza. Él había desistido ya. La tarde de antes fui a ver cómo se las gastaba el tío.

Era el rey de la Sierra de Cártama. A la mañana siguiente me fui un poco temprano para preparar el sitio, cambiándole por completo la plaza donde mi amigo ejecutó el lance abatiendo a la hembra. Le oía bastante lejos con un recital de pájaro autóctono que habita en nuestra Sierra de Cártama.

Decai, así es como se llamaba mi pájaro, con la sayuela puesta ya presentía que iba a haber un gran duelo, deseoso que lo desenfundara para decir aquí estoy yo. «Venacapacá», murmuraba dando de pie bajito. En cuanto le quité la sayuela no me dio tiempo de entrar en el puesto. Enseguida empezó Decai con sus piñoneos y cuchicheos, bajos y suaves, hasta que elevó el tono saliendo por alto.

El Afilaó enmudeció unos minutos hasta que arrancó a contestarle con tonos desafiantes y enfurecidos. Decai a lo suyo, suave y con mucho temple, alternando los cuchicheos, piñoneos y por alto.

De pronto se escuchó: pío, pío, pío… El campo enmudeció, pegó a unos veinte metros a su izquierda, se subió a una piedra y se afiló el pico más de cincuenta veces alternando con cuchicheos y piñoneos bajitos. Decai, más derecho que la varilla de un cohete, con su peculiar recibo de vela, como solía hacer, viendo que el Afilaó no se bajaba de la piedra, se tiró al culo de la jaula y empezó con su mejor recurso, el titeo. Ni diez segundos tardó en meterse en la plaza con el ala arrastrando y enmoñado.

Después de varios minutos sin parar de dar vueltas se paró de costado ¡y pum! Decai no cortó el tiro. Ni él, ni yo cabíamos de satisfacción en nuestros respectivos puestos. Él terminó su faena como mandan los cánones, salió buscando de nuevo otro Afilaó. 

Hasta hoy, ni he encontrado más Afilaores… ni más Decai.

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PD. Por mis informaciones, Decai fue un gran reclamo que dio muchas satisfacciones al autor del relato. Por consiguiente, su valía no paso desapercibida y, por tal motivo, hubo quien puso un cheque en blanco en sus manos para su adquisición, pero la respuesta fue un NOOO rotundo, pues como decía Juan, su dueño: "no hay dinero suficiente para comprarlo".

domingo, 9 de junio de 2024

LAS MUTACIONES, NO DE LA PERDIZ ROJA, SINO DE LOS PAJARITEROS

 


                               El pasado y el, en muchos casos, presente.

Desde hace ya algunos años, se anda con el runrún de que la perdiz que hoy puebla nuestros campos ya no es lo que era hace unas décadas. Y, según mi opinión, cimentada en muchos años de “práctica cazadora” y observación, es cierto. Consecuentemente, la patirroja que nos encontramos en la gran mayoría de las fincas y su forma de entrar al reclamo, en muy poco se parece a la que hace cuarenta/sesenta años contribuía a la felicidad y satisfacción de los aficionados que salían a dar el puesto con su perdigón.

Efectivamente, desde que la agricultura tradicional española empezó a evolucionar y se dejaron de sembrar los campos como se hacía por aquel entonces, por un lado, la climatología, por otro y comenzaron, debido a la demanda, las sueltas de las perdices de granja y, con ello, las mutaciones o hibridaciones, nuestra reina de los bosques, la perdiz autóctona, la auténtica perdiz roja española ha sufrido un profundo cambio, circunstancia que ella misma pone de manifiesto en muchos aspectos de su vida cotidiana: arrestos y valentía, canto, territorialidad, arrogancia, suspicacia… En pocas palabras, la perdiz de hoy solo es una réplica, no con mucha calidad, de la perdiz de aquellos entonces, aunque se pueda argumentar que en algunas zonas todavía persisten ejemplares “pata negra”, aunque en mi opinión, basada en la comprobación y análisis de la situación, creo, sin lugar a equivocarme, que ni esa poca perdiz autóctona que queda en contadísimos enclaves de nuestra piel de toro, es lo que era.

De hecho, las repoblaciónes llevan al campo ejemplares, aunque sean de acreditada pureza genética, que solo están preparados para la carnicería, pues las sueltas llevan consigo el desconocimiento del nuevo hábitat y con ellos la falta de territorialidad, ya que la patirrojas recién “aterrizadas”, deambulan por los parajes de las fincas de un sitio para otro y, cuando se acercan al colgadero, lo hacen para ver qué pasa, y para aprender, nunca a la pelea y disputa del territorio. ¡Qué más se le puede pedir!

Pues bien, esa mutación o evolución, no de ADN -aunque en algunos casos también-, sino de comportamiento, que está claro que existe, no solo ha afectado a nuestra perdiz roja, ya que el pajaritero de hoy, el del todoterrenos de marca, buena equipación, armamento de primer nvel y rebuscados cartuchos; grandes pájaros de jaula, largos estadillos de perdices disparadas… en poco o nada se parece al de los años citados anteriormente. Ya no se es cazador de reclamo de sentimiento, pues hemos sustituido los principios fundamentales de la afición, por nuevas formas de actuar tanto en casa, como en el camino hacia las fincas y los colgaderos, como una vez en el lugar elegido para dar el puesto.

Lo purista o tradicional ya no existe en la mayoría de los casos, pues se ha degradado casi todo: número de reclamos en los jauleros, vestimentas y bártulos a utilizar, medio de locomoción, tipos de aguardos y pulpitillos utilizados, armas y cartuchería, cantidad de puestos diarios y disparos, número de perdices abatidas y destino de las mismas… Es decir, a día de hoy, cuenta más lo estético y fotografiable, lo rápido, lo cómodo y la cantidad, que el salir al campo a disfrutar con el reclamo y de la grandeza de nuestra Madre Naturaleza.

Pero es más, una vez en el colgadero la manera de proceder del reclamista, ha dado un giro de muchos grados respecto a lo que siempre ha sido un verdadero ritual. Lo ancestral de ilustre cuquillero se ha transformado en otro tipo de cazador, llamémosle “mataperdices”. Si ya de por sí, la pieza tiene poco valor y su destino, aún menos, pues ya no hay despensas vacías, la actuación del mismo ha virado hacia lo cardinal, mucho antes que a la satisfacción del lance y el disfrute de la lucha de reclamo y patirrojas camperas. Prima más el célebre “te cogí, te comí” que la paciencia por y para culminar una gran faena. 

De esta manera, "el vaya hembra que he tirado o vaya pareja que he matado o, bien, vaya puesto que me ha dado el reclamo, pero no he podido tirar", se metamorfosea a la caja de cartuchos humeantes en el suelo del portátil o puesto de palé del intensivo y al plumerío dejado por multitud ejemplares de repoblación abatidos y esparcidos por los aledaños del repostero, incluso fuera de ellos. Y para acabar con el cuadro, aunque continúa habiendo pajariteros que siguen comulgando con lo ancestral, otros muchos casi ponen en práctica los célebres recorridos de caza en los puestos de perdiz: aquí, allí, de esta forma, de la otra, delante, detrás, arriba, abajo… Y hablar de ello no es desvirtuar la afición perdigonera -una verdadera pasión en otras fechas-, ni darle palos a la gallina de los huevos de oro, es poner sobre la mesa una irrefutable realidad: hemos mutado, sí mutado, queramos reconocerlo o no. El pasarse a los intensivos, a acabar todo lo que se mueve, utilizando escopetas de primer nivel, cartuchos de alto gramaje capaces de abatir a grandes distancias, aun fuera de la vista del reclamo, es la práctica actual. “Cazadores de cuco” dispuestos a llenar de plumas la plaza o rasa para, poco después, rápidamente, incluso en el mismo instante, colgar la foto en las RR.SS., aunque el reclamo de turno no sepa de qué va aquello es lo moderno y si a alguno de los que se pone en el repostero no le gusta cómo se actúa, no pasa nada, se le da largas, se compra otro y listo. De hecho, aficionados que van a lo tradicional -que los sigue habiendo-, a divertirse con su más que cuidado reclamo ya metido en años y a presenciar buenos lances, no interesan en los acotados. Y no interesan porque se sabe que hay muy nutridas listas de espera para ocupar, sobre la marcha, el puesto aun “caliente” o la plaza de socio que se deja.

Así que, para no extenderme más, mirémonos por dentro y reflexionemos profundamente sobre el precipicio hasta donde hemos llegado y ya con poca solución, aunque como decía el otro: nunca es tarde.

Para finalizar,  y viendo lo visto, vuelvo a reiterar que, si el cazador de reclamo no ha sufrido una profunda MUTACIÓN, que venga Dios y lo vea.

Por tanto, vaya mi aplauso, respeto y consideración para quienes, a día de hoy, que sigue habiéndolos, cazan el reclamo con el corazón y siguiendo las buenas y olvidadas prácticas cuquilleras tradicionales. Y no es cuestión de relatar, pasado el lance y para la galería, lo bien que  entró la patirroja en plaza -incluyendo el ala arrastrando-, las vueltas que le dio al pulpitillo, la gran faena que hizo al reclamo, el tiro perfecto en el momento exacto, el gran entierro que hizo Fulanito o Menganito, nooo. Es cuestión de lo que es: sentirse y  ser cuchichero de verdad, antes, durante y después de cualquier lance perdigonero.

martes, 4 de junio de 2024

EL RECLAMO, BIEN DE INTERÉS CULTURAL


Hoy, traigo al blog, en colaboraciones, otro artículo sobre la afición pajaritera. Esta vez del ilustre jienense D. Francisco Cuenca Anaya, notario jubilado, escritor de innumerables artículos y obras, además de aficionado de pro a la caza de la perdiz con reclamo y que me ha autorizado a publicarlo.

El artículo que viene a continuación, que merece la pena echarle un rato de lectura, es una formidable reflexión sobre el informe BIC, cimentada en su experiencia de los muchos años cazando el reclamo y fue en su día publicado en ABC.

                                                         --ooOoo--

  Sí. Encuentro acertado que la Federación Andaluza de Caza promueva declarar el reclamo Bien de Interés Cultural. Conozco el informe técnico registrado en la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, que va en la buena dirección. Es muy positivo que el equipo de investigadores esté formado por personas que han destacado en estudios antropológicos, porque de eso se trata, de situar esta secular modalidad de caza en la historia de Andalucía y de sus pueblos.

   No sobra recordar la vieja polémica sobre el reclamo, especialmente dura cuando se preparaba la Ley de caza de 1.902, que lo prohibió en los terrenos libres y lo limitó en los vedados. Navarro Reverter, en el prólogo al libro de Diego Pequeño “De la caza de la perdiz con reclamo “, recoge algunas de las críticas más agresivas; termina la cita con estas palabras : “Todavía merece mayor vituperio ese vergonzoso sistema, exclusivamente español, porque utiliza la exaltación sublime del amor, alma del mundo, para atraer las víctimas infelices...;eso es cruel, es inicuo, es la perversión del sentimiento humano”; “...dedícanse a jauleros los chambones, los inútiles, los chancletas,los fusileros, y ese ejército de reclutas y de inválidos acaban con la especie”,... “Mueran los reclamos!” “!Guerra a los jauleros!” “!Traidores!” “!Cobardes!”“!Asesinos!”. La defensa es igual de vehemente, a veces, desmesurada, como demuestran los libros de esa época: Diego Pequeño, A+B, Gerardo Fraile…

     Dejo a un lado esta polémica, hoy superada, y continúo hablando de mi experiencia, porque creo, y es la médula de lo que quiero exponer, que esa experiencia y la de otros cazadores de mi generación puede ser valiosa para apoyar la declaración solicitada. He vivido, hemos vivido con pasión el reclamo; uso la palabra pasión en el sentido del Diccionario de la Lengua Española: “Apetito o afición vehemente a algo.” Pasión que algunos han sentido incluso con más intensidad que otras pasiones. En “La Regenta” dice  Clarín que Víctor Quintanar, marido de la mujer más hermosa y deseada de Vetusta, abandona el lecho conyugal y se acomoda en otra habitación para estar más cerca de sus reclamos. Y cuenta mi hermano Pepe, en “Sierras, perdices y olivares”, que un jaulero se dejó a la mujer el día  de la boda para dar un puesto en el cortijo de un amigo; la explicación, cuando volvió al día siguiente, fue: “Hacía una tarde tan buena.”

     Situar la caza de la perdiz con reclamo en la vida de los pueblos andaluces, como pretenden los etnólogos y antropólogos que trabajan en el proyecto que comento, me lleva a sugerir, y lo hago con la esperanza de no ser mal interpretado, que yo mismo y otros aportemos nuestra experiencia sobre lo que supuso esa caza en las costumbres de esos pueblos. Viví en Villarrodrigo, un pueblo de Jaén, a mediados del siglo pasado. Tenía 2.500 habitantes, hoy menos de 400. En Otoño Vicente “el Carnicero”, Manuel “el Herrero”, Pepe “el Herrador”, Guillermo, Fausto, Emiliano, Jacinto y algunos más colgaban los jauleros en la fachada de sus casas para que los perdigones se fueran encelando; preparaban así la corriente, que comenzaba a mediados de enero: “Para San Antón, cada perdiz con su perdigón.” Más tarde, durante la temporada del celo, tema de conversación habitual eran las peripecias del puesto; el reclamo estaba prohibido, pero diez o doce pajariteros salíamos cada tarde contando con la amable tolerancia de la Guardia Civil. Todo esto se ha perdido; ya no hay en el pueblo carniceros, herradores, herreros, ni gente... ni perdices.

     Cuento en mi libro que un amigo me dijo que continuaba cazando el reclamo y que había matado treinta y dos perdices en un puesto; al preguntarle si no le daba vergüenza me dijo “Que se había pasado a la prostitución, que esta caza no es lo que era, pero que le gustaba trasnochar con los amigos de siempre en un cortijo, comer bien, conversar, disfrutar del campo.” Bien está que mi amigo disfrute con eso, pero que no lo identifique con el tradicional reclamo.

     Dice el informe de la Federación que el reclamo  “... es una actividad tradicional que todavía hoy se mantiene viva en Andalucía...”...”es tradición viva que retiene elementos claros de continuidad con el pasado que no entran en conflicto con los anteriores...” No. Rotundamente, no. Es un error asociar aquello con esto, no hay continuidad, y tampoco cabe ni siquiera imaginar que lo de antes vuelva. No hay recuperación posible  porque la materia prima imprescindible, las perdices de aquellos tiempos, han desaparecido. A lo mejor, desparecido es palabra excesiva, se me dirá que en algunas fincas subsisten, y seguro que es verdad, aunque no lo sería en ninguna de las muchas que he conocido. Pero esto no cambia lo que vengo diciendo, nada tiene que ver esa excepcional subsistencia con los tiempos en que en todos los pueblos de Andalucía -no exagero- se cazaba el reclamo en los terrenos libres.

  Imprescindible separar aquello de esto. Y sugiero que quienes trabajan para que la caza de la perdiz con reclamo se considere Bien de Interés Cultural cuenten con el testimonio de quienes la han vivido. Quedamos pocos... y estamos  en cuarto menguante.

 

                                 FRANCISCO CUENCA ANAYA

                                             Notario jubilado

 

lunes, 3 de junio de 2024

INFORMACIÓN PARA LOS VISITANTES Y SEGUIDORES DEL BLOG

Muy buenos días.

No me voy a extender mucho porque, lo que voy a exponer lo he recalcado en comentarios muchas veces. Pero, para que de una vez por todas, se entere todo el que visita el blog con la idea de aportar comentarios, quiero, una vez más, que tenga claro lo siguiente:

Este, bueno o malo es mi blog, por lo que, a quien le interese que entre lea y participe, si es que quiere hacerlo, y al que no, que no entre para perder su precioso tiempo y se busque otro en donde pueda desarrollar y exponer sus ideas o, incluso, que abra uno y fije su propia línea.

Como he dicho en numerosas ocasiones, acepto toda clase de críticas, para bien o para mal, siempre que yo sepa de quien proceden. Por lo tanto, con perfiles, nombres o enlaces dudosos, los comentarios e indicaciones que se hagan no van a ver nunca la luz. Esto no es una fiesta de carnaval, en donde se permite entrar con todo tipo de caretas.

Es más, el que pueda pensar que trato de coartarle su libertad de expresión está equivocado, pues he hecho con todo el mundo igual, incluso no le dado luz verde a comentarios de amigos y familiares que me han apoyado en ellos, pero que lo han hecho desde ANÓNIMO, sin más. Por lo tanto, no voy a publicarle a quien va de tapadillo, para bien o para crear polémicas, sean de tipo que sean.

Así que se tenga claro por última vez: 

O se comenta con un perfil que yo pueda saber quién lo hace y me pueda dirigir a él personalmente o, de lo contrario, comentario/os a la papelera. Me da igual lo que se piense, porque creo que siempre he obrado correctamente y no le tengo que demostrar nada a nadie. Llevo catorce años con esto y no voy a cambiar lo que siempre he hecho.