domingo, 15 de septiembre de 2024

¿ES CORRECTO ENSEÑARLES LAS PATIRROJAS ABATIDAS AL RECLAMO?

 

Imagen tomada del libro "De la caza de la perdiz con reclamo"  de  D. Diego Pequeño, donde un cuquillero le muestra una perdiz abatida a un reclamo.

Muchas veces, al echarle un vistazo a videos grabados por aficionados al reclamo o empresas y programas televisivos dedicados a lances de caza, donde los pajariteros que han participado en el mismo, una vez acabado el puesto, suelen enseñarle las patirrojas abatidas al pájaro que han tenido en el pulpitillo o llevar el pájaro a las mismas, no entiendo cómo se emiten escenas donde el que está en la jaula pasa del tema y, por lo tanto, brega, cabecea, incluso salta porque, simplemente y llanamente, a él no le gusta lo que le hace su dueño.

 Es decir, al perdigonero que le están grabando el video, en un auténtico despropósito -segun mi opinión-, lleva a cabo tal proceder, cuando debería saber, porque debería conocer a los componentes de su jaulero, que a tal o cual reclamo no le hace gracia que le acerquen, las perdices a las que se le ha disparado. Consiguientemente, por el bien de la modalidad y por la calidad e interés del video, nunca se debería emitir la parte de este, en donde se muestra al reclamo inquieto, alambreando y cabeceando o copeando.

Y es que, aunque a todos los cuquilleros nos gusta que nuestro pájaro, al ofrecerle lo que suponemos que para él es su trofeo de ganador y lo demuestra curicheando, embolándose, picoteando las cuerdecillas del suelo…, debemos tener claro que, a veces, tal proceder, puede estropear más que beneficiar, porque lo que pensamos que es bueno para ellos no es así. Por lo tanto, al reclamo que, tras dos o tres veces y, con mucho cuidado y lentitud al principio, le acercamos a la jaula la caza abatida y no le hace fiestas que esperamos, no debemos abusar más y no seguir con tal ritual. De hecho, perdigones de muy primerísimo nivel no le va el tener cerca lo que se le ha matado, actitud que, en muchos casos, no suelen cambiar en toda su vida como reclamo. Y lo digo con rotundidad, porque lo he comprobado con algunos componentes de mi jaulero en el devenir de los años. Por tanto, puedo afirmar con rotundidad que quien hoy no quiere piezas abatidas en su cercanía, mañana…, tampoco las querrá.


Dos tomas antagónicas. En la primera imagen, el reclamo no quiere saber nada de la caza abatida, en la segunda, todo lo contrario. Así es y será siempre

En resumidas cuentas, aun respetando todos las actuaciones de compañeros, debo decir, bajo mi punto de vista, que no caigamos repetidamente en el error de echar mano de ritos ancestrales, que en su día vimos en ascendientes o amigos, como pueden ser el mostrarle a algunos de nuestros pájaros de jaula lo que no les gusta. Por tanto, siempre debemos tenerlo en cuenta en nuestro proceder. 

Y como siempre, “Doctores tiene la Iglesia”. Yo ya he dado mi homilía.

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NOTA. Recuerdo que no se publicarán comentarios que sean anónimos, si no llevan la identificación de quien lo comenta.

domingo, 8 de septiembre de 2024

LOS MACHOS DE PERDIZ CRIADOS EN CASA Y SU VALÍA COMO RECLAMOS

 

            Imagen de Alpujarreño, un gran reclamo nacido en casa, tomada en 2012 cuando tenía dos celos

Desde siempre, ha existido una gran controversia en lo referente a si, los machos de perdiz criados en casa y no me refiero a granjas, que eso sería otro cantar, sirven para reclamos. A favor y en contra existen posiciones de todos los gustos. Así, hace unos meses, un conocido pajaritero de las R.R.S.S. y usuario de un grupo de Facebook sobre la caza con reclamo, afirmaba taxativamente que no servían. Su palabras literales, muy respetables, plasmadas en una entrada, fueron las siguientes: ”…Yo no he podido ver ningún reclamo de esta procedencia que valga para nada. La cría será muy distraída y gratificante, pero cinegéticamente hablando, cero a la izquierda total. Nadie me ha podido demostrar lo contrario…

Pues, continuando el tema aquí, en el blog, no tengo más remedio que decir que mi opinión y posición, son totalmente contrarias a tal comentario, como le expresé, en su momentos por tal aseveración, respetable al máximo, pero opinión personal, al fin y al cabo.

Sobre las palabras expuestas anteriormente, y que vienen como anillo al dedo a este artículo de opinión, desde mi humilde punto de vista, tengo que decir lo siguiente para el desarrollo del artículo, fruto de mi experiencia personal:

1.- Aunque sea muy manido y repetitivo, el pájaro de jaula, bueno o malo, de campo, de granja o criado en casa, sale de un huevo. Aseveración irrefutable.

2.- Ni todos los pájaros de monte sirven para reclamos, ni todos los futuros reclamos criados en las casa de aficionados son unos mochuelos. Cuestión opinable, pero desde mi punto de vista, incontestable y demostrable.

Por lo tanto, en base a estos dos párrafos anteriores, debo decir que si un pájaro de primer nivel, sea de campo o criado en cautividad, no se encuentra todos los días, igualmente, tengo que indicar que mochuelos los hay a montones, sean de monte o criados en casa.

Así, tras muchos años con la jaula a cuestas, pues desde los años sesenta estoy viendo pájaros perdices, no hay quien me quite de la cabeza que, aunque la mayoría de los que se crían en casa, salen para abrirle la puerta, hay veces, que nos tropezamos con algún ejemplar para quitarse el sombrero, Y no hablo de Chimenea, un pájaro de granja, mi mejor reclamo, no. Hablo del Alpujarreño, un macho de perdiz, sacado en un corral de un cortijo de Válor, Granada que, sin lugar equivocarme, con mis setenta y dos años, ocupa el tercer puesto, tras el citado anteriormente y el de Manué. Y no soy de los que cuelgan la etiqueta de reclamo bueno, a cualquier macho de jaula, sino todo lo contrario. Soy muy exigente a la hora de utilizar la vara de medir. Y si digo que ha sido el tercero de mi escalafón, me refiero a un reclamo que, aparte de una música fenomenal y un recibo, principalmente con las hembras, suave y meloso, no me estoy refiriendo a un ejemplar valorado con perdices de repoblación, aunque fuera de vez en cuando, me estoy refiriendo a montesinas autóctonas, de las que ponen el listón bastante alto.

Por tanto, y a modo de resumen, si para dar con un simple perdigón que dé el avío, hay que desechar muchos “cantamañanas”, para dar con un pájaro puntero, sea cual sea su procedencia, puede pasar mucho tiempo sin que llegue a la manos de un determinado pajaritero. Y, si yo con los años que tengo, he tenido dos a los que se puede colgar el cartelito de primer nivel, más el Alpujarreño que ha sido casi lo mismo, no es tan fácil la empresa, como se puede ver. Por tanto, puede ocurrir que, por bastantes manos, nunca haya pasado un reclamo puntero criado en casa, pero no porque no los haya o no los haya habido, sino por mala suerte de no encontrarlo. Es más, hoy día, forma parte de mi jaulero Bailaó, un macho de jaula nacido en el domicilio de un amigo en Pliego, Murcia que, si no se estropea, llegará a ser un reclamo de mucha altura, como ya intuía otro amigo que guió sus primeros "pasos". De hecho, en sus dos primeros celos, ha dado muestra de una valía fuera de lo común y, además, con ganao más que bravo.

Por supuesto, lo expresado es una opinión muy personal y discutible, pero basada en hechos reales y contrastados. Es más, no creo ser el único que haya tenido, no digo pajaretes que dan el callo, no. Me refiero a pájaros de muy primerísimo nivel nacidos y criados en casa.

Y, como siempre, “Doctores tiene la Iglesia”. Yo, por mi parte, ya he dado la homilía.


domingo, 1 de septiembre de 2024

EL AMPLIO MUNDO DE LAS JAULAS DE PERDIZ CON RECLAMO


Este modelo de jaula, hecha con cáñamo, pudo ser 
la primera que se utilizó para la caza de la perdiz con reclamo

Para empezar, decir que para este artículo, he contado con la inestimable colaboración de artesanos de jaulas de distintos puntos de nuestra geografía para ver sus características y su opinión sobre algunos detalles de la mismas. Por todo ello, vaya mi agradecimiento para Antonio Guillen (Alicante), Alberto Jaulex (Badajoz), Emilio López (Almería), Juan Reyes (Málaga), Antonio Alcón (Sevilla), Raúl Pérez (Málaga) y Vicente Gallardo (Badajoz) que, desinteresadamente y siempre con el fin de ayudar a la modalidad, han aportado peculiaridades de los que hacen y me han hecho llegar imágenes de sus trabajos.

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El tema de las jaulas, uno de los principales soportes de la afición pajaritera, ya se ha tocado varias veces en este blog en lo referente a la gran variedad de las mismas que podemos encontrarnos en el mercado, a su conformación estructural y a su desorbitado precio en algunos casos, viendo lo sofisticado y el trabajo de las mismas.

Hoy, con la reanudación del blog, después del descanso veraniego, comienzo con este tema  porque es un mundo muy diverso y personal. Aunque esta vez, el artículo va orientado a cómo se han fabricado y utilizado a lo largo de los años, según el tipo de vegetación y depredadores del lugar, donde tradicionalmente se ha dado el puesto para, según ambas variantes y alguna más, tomar las precauciones correspondientes a la hora de su construcción y medidas a tomar una vez en el colgadero.

En la línea del párrafo anterior, no se puede olvidar su variedad en las estructuras y en los materiales utilizados. Aunque, en la actualidad, debido a los cambios que ha sufrido la afición, aun en el mismo lugar, las cosas han variado como de la noche a la mañana.

Para empezar, decir que he ojeado un artículo de Francisco Jiménez Aguilera y Juan Rodríguez Sánchez, publicado hace unos años sobre las jaulas de reclamo de perdiz. En él, al leerlo, nos daremos cuenta que las jaulas casi son iguales ahora, que hace dos mil años. Por supuesto, excepto en casos puntuales, todas tienen forma campaniforme y, por aquellos tiempos, se utilizaban como materiales básicos para su fabricación la madera y la cuerda, circunstancia que perduró en el tiempo hasta finales del mil ochocientos y principios del mil novecientos, donde se añadió a los materiales citados, el esparto. 

Seis jaulas del museo del reclamo de Percofán

A partir de ese momento, las jaulas empiezan a evolucionar hacia las que hoy conocemos, fabricadas a base de madera, varetas de origen vegetal -olivo, acebuche, mimbre, membrillero, caña...-, alambre, chapa metálica y materiales sintéticos o plásticos. Manteniendo todas ellas una forma más o menos acampanadas -con algunas variantes-, como las primeras que se fabricaron en el antiguo Egipto, con una base circular de 23/26 cm y una altura de unos 35 cm. El problema es que estos últimos materiales, los derivados del petróleo, son de poca durabilidad y poco reparables, por lo que hay que desecharlas pronto, a diferencia de las de alambre y madera, que siempre tienen arreglo y compostura para quedar como nuevas. Los suelos o culos, tradicionalmente, suelen hacerse de cuerda normal, de rafia, de cáñamo, de nylon…, para evitar, según se dice, las callosidades que provocan los asientos de material metálico. Eso sí, no podemos olvidar que la mayoría de las jaulas de hace ya sus años, llevaban adaptado dentro de las mismas un comedero, en forma de poco más de medio limón, pues se salía durante bastante tiempo al campo y el reclamo tenía que alimentarse. Incluso también, nos podemos encontrar jaulas, cuyos alambres están cubiertos con cuerda para evitar el ruido que producen los reclamos al tocar en los mismos.

Algunas jaulas de la colección del amigo Juan Luis

Sobre la conformación de las jaulas, se puede decir que se fabrican tantos modelos diferentes, como jaulas y pajariteros hay, pues pocas veces se verán dos modelos iguales, aunque lo fueran en un principio. De hecho, nada más llegadas a casa del cuquillero correspondiente, excepto en casos puntuales, se le suelen realizar pequeños ajustes de todo tipo, porque se piensa que con la idea propia, se puede mejorar el producto adquirido y como dice José Ignacio Pérez Albericio, darle su toque personal, reutilizando materiales que sirvieron en otros momentos para otros destinos. Así, cambio de anilla-soporte a gancho o viceversa, adaptación de suelos, sistemas de cierre de puertas, colocación de chichoneras, apertura de alambres para colocación de bebederos, instalación de piedras para afilamiento de picos, pintados exteriores… En consecuencia, una jaula nueva. Por supuesto, el número de alambres y el material de los mismos, según el gusto del cazador variará, porque cada uno piensa que el ideal es tal número dentro de una horquilla aproximada de entre treinta a ochenta, aunque para muchos, la de cuarenta y ocho, cincuenta y seis y sesenta y dos alambres son las más usadas. Igualmente, los aros de medianía y los de por encima de este y de por debajo son un mundo. Más ancho o más estrecho el del centro, con aro por arriba o por debajo del mismo, incluso sin ninguno. Jaulas solo de alambre (cobre de soldar, dulce, acerado, semiacerado, galvanizado…) o compuestas de ellos y madera, sin olvidar las de PVC u otros materiales plásticos, aunque a medio plazo, suelen dar problemas de roturas y salidas de los alambre que las conforman. No trato, por supuesto, las jaulas balconeras, de castigo o de embrague porque me desviaría del objetivo propuesto.


 

Algunas jaulas de los artesanos citados

Por todo ello, desde la jaula funcional normal, hasta las verdaderas obras de arte -que las hay-, existe un verdadero rosario de modelos, sin meterme en las diferentes puertas (abatibles o de guillotina) y piqueras y sus variantes, para no hacer muy largo el artículo. Pero es más, a veces, nos gustan ciertas jaulas, pero no se puede o se piensa que no se debe pagar tales barbaridades por tal complemento cuquillero. De hecho, como me comentaba el artesano Antonio Guillén, de Alicante, muchos perdigoneros se han fabricado sus propias jaulas, aparte de por entretenimiento, por resultarles gravoso adquirirlas, aunque como bien sabemos, el trabajo artesanal de jaulas nunca está bien pagado en comparación con otros: dígase fontanero, escayolistas, cerrajeros, zapateros modernos… que por cualquier chapucilla te ponen mirando “pa Cartagena de Indias”. En esta línea, decir que, hace ya sus años, en la España rural, muchos trabajadores de fincas que cuidaban el ganado y les gustaba el perdigón, se fabricaban sus propias jaulas con varetas vegetales porque, poco se gastaban y, además, sacaban algun dinerillo con las que vendían. Hoy día, este tipo de jaulas se usa poco y, más que nada, se utilizan como elemento decorativo, pues son muy curiosas y atractivas a la vista, aunque no son baratas.

Igualmente, no puede quedarse en el tintero el tan antiguo dilema de la jaula con anilla o con gancho, tipo cordobesa, como se le conoce, por la zona en donde se utilizaba. Y estas jaulas con asidero tipo garfio se usaban, como las de anilla, para cogerlas y trasladarlas, pero, además, en tierras de olivares, el gancho servía para engancharlas o colgarlas en la ramas de dicho representante de la flora mediterránea y en las de alguna otra especie arbórea. De ahí la expresión ”voy a colgar ”, ya que en su día, así debió ser. Sin embargo, lo que yo sé sobre el tema es por oídas, ya que hoy día, ni en esas tierras se cuelgan las jaulas de las ramas de los olivos, sino que se utiliza en pincho metálico para atalayar al reclamo.

Para finalizar, diré que a nivel personal y por tradición familiar, las jaulas que utilizo desde siempre, muchas de ellas con bastantes años y reparadas varias veces, tienen todas ganchos, aunque no para colgarla de ninguna rama y la mayoría tienen aro central de madera o polivinilo y puertas abatibles o de libro. El número de alambres  suele ser, excepto regalos, sobre más o menos sesenta, pues las muy claras no me van y las muy espesas, ni mirarlas, pues pienso que hacen perder visión al reclamo, aunque se afectan menos la parte que rodea al pico. Luego, por gusto propio, todas están pintadas tipo camuflaje, utilizando para ello brocha y tres colores sin brillo o mate: negro, ocre-amarillo y verde bosque.

 
Distintos modelos de mis jaulas

Y, como siempre -por usar una frase hecha y más que conocida-, “Doctores tiene la Iglesia”. Yo…, por mi parte, ya he dado la “homilía”.