Estas dos imágenes que vienen a continuación, sacadas de internet, nos muestran las dos posibilidades que tenemos para hacernos con los pollos para reclamo: campo y granja.
Todos los años por estas fechas, en unos casos más y, en otros, menos, los aficionados a la “jaula”, andamos con nuestros cincos sentidos puestos en dar con el “mirlo blanco”. Así, llamadas telefónicas a personas relacionadas con este mundillo, consultas y más consultas a diferentes webs, contactos con amigos, viajes a lugares más o menos distantes para ver el “material”…, son el pan nuestro de cada día en la búsqueda de ese pollo con el que tantas veces soñamos y que, de una vez por todas, nos gustaría tener en una de nuestras jaulas. Es más, aunque tengamos “ganao” de sobra, siempre, cuando el otoño apunta en el horizonte, nos sentimos embrujados por ese algo, difícil de definir, que hace, en la mayoría de los casos, que busquemos un hueco en donde es complicado encontrarlo. Está claro que el tan ansiado “vellocino de oro”, siempre anda rondando nuestras cabezas y, aunque hagamos mil esfuerzos por no enjaular ningún pollo, volveremos a tropezar en la misma piedra que en años anteriores y, al final, para más inri, resulta que no es uno, sino son varios.
Por consiguiente, es en este momento cuando surge el gran problema: lo que buscamos, ¿de dónde debe proceder, del campo o de una de las muchas granjas que se dedican, con más o menos rigor científico y seriedad, a la cría de la perdiz roja?
Han pasado muchos años desde que dichas empresas cinegéticas empezaron a proliferar en busca de satisfacer a muchos cazadores, ávidos de conseguir buenas perchas de patirrojas, en las cada vez más diezmadas poblaciones de perdices salvajes de muchas fincas de nuestra España –la mayoría de las veces por la malísima gestión llevadas en ellas- y, de camino, hacer buenos fajos de billetes. Sin embargo, desde hace unos años, dichas empresas han dado un giro de trescientos sesenta grados y ya no buscan la cantidad, sino la calidad del “género” que producen. Así, trabajan y luchan denodadamente para conseguir esa pureza genética que haga que la perdiz salida de sus instalaciones pueda competir en un alto porcentaje con la que se cría en libertad. Es más, aunque ya nos meteríamos en un mundo complicado, porque nadie sabe cómo es un miura hasta que está en el ruedo, seleccionan y vuelven a seleccionar, unas veces con éxito y otras sin él, lo mejor de su “ganadería” para que, una vez en la plaza –en el repostero para ser exacto-, “salgan a hombros tras haber cortado las dos orejas y rabo”.
Por el contrario, si lo que “trabajamos” para reclamo, procede del campo, el tema es peliagudo. Porque, si ya de por sí hay poca sangre 100 por 100 auténtica perdiz roja salvaje en las tierras de nuestra piel de toro, si los cerca de cuarenta mil pajariteros/as que sacamos la licencia de caza reglamentaria en nuestra querida Andalucía -39.097 exactamente en esta pasada temporada-, más los que no la sacan –que son bastantes-, lo consiguiéramos de dicha procedencia, nos meteríamos en un problema morrocotudo. Ya que…, si cada jaulero, encerrase cada año tres o cuatro pollos, algo muy normal, el resultado sería que nuestros cotos, no muy sobrados de patirrojas, tendrían doscientos o trescientos mil pájaros menos. Y eso, si contamos solo los enjaulados. Si nos ponemos en los que se capturan para tal fin, pero no llegan a reclamos porque sus características no son las más adecuadas, o perecen en el intento, nos podíamos ir al doble e incluso a triple de los reseñados anteriormente, lo que no deja de ser una auténtica barbaridad. Pensemos solamente cómo estarían nuestras campiñas y sierras si un año le quitáramos seiscientos o setecientos mil pájaros –si es que los hubiera de los que tenemos en mente- y, máxime, si la temporada ha sido mala de cría.
Como puede apreciar cualquiera, sin que haga falta ser una lumbrera para ello, es una patata más que caliente y, además, que todos/as detectamos y ninguno queremos tenerla en nuestras manos. Pero muy a pesar de ello, año tras año, por estas fechas, cuando el largo estío da las últimas boqueadas y el fresquillo otoñal se asoma por los amaneceres, seguimos con el erre que erre: campo, campo y campo.
Porque se quiera o no, aunque un buen reclamo sale de un huevo puesto por cualquier perdiz en cualquier sitio –frase más que utilizada para nuestro contento personal, cuando hay lo que hay-, una gran mayoría sigue pensando que, aunque sea cierta dicha cita, el monte proporciona ese punto de calidad y oficio que nunca llegan a ofrecer los criados en cautividad. Posiblemente sea verdad, aunque hay quien discrepa frontalmente con tal afirmación y puede poner multitud de ejemplos para reafirmarse en su teoría. Pero, lo que sí es meridianamente cierto e irrefutable es que las pequeñas, medianas y grandes superficies acotadas de nuestra Comunidad no podrían producir, bajo ningún concepto, la demanda de noveles para reclamo. Esto es así, nos guste o no nos guste.
MORALEJA:
Si campo quieres cazar, granja has de enjaular. Si no, aunque no te gustará, granja y granja tendrás para apiolar.
Un buen ejemplo de ciudadanía y de maestría, sí señor, pues la verdad no tiene nada más que un camino...
ResponderEliminar...Aplaudo su intervención a favor de la modalidad, con los mejores argumentos y los mejores criterios.
PD. Gracias por mojarse.
Sr. Alectorix.
ResponderEliminarQuien ha escrito el artículo de cabecera, ha sido y es un acérrimo defensor de la perdiz roja salvaje, incluso para la jaula. Pero, como están las cosas en el día de hoy o, por lo menos, por esta parte de Andalucía, no nos podemos permitir el lujo de enjaular campo, a no ser, un pájaro herido en una cacería.
Por consiguiente, si queremos ser realistas, no tenemos otro camino que buscar a nuestros reclamos en una empresa que sea seria y ponga en nuestras manos lo más parecido a nuestra reina de los bosques. No hay otra alternativa, es la realidad, nos pese o no.
El que lo quiera entender que lo entienda y, el que no, es su problema.
Para finalizar, sólo recordar que mi planteamiento sólo es es una opinión personal, tan respetable como pueden ser todas las provengan de quienes opinen de forma totalmente diferente.
Un saludo.
Mi humilde opinion, es que como la caza del reclamo es una lucha entre las camperas y el reclamo, las ganaderias tienen que ser de la misma procedencia, pues si no la batalla es muy desigual por la fiereza de las bravias (nunca se echaria a pelear un mastin con un chiguagua).
ResponderEliminarSaludos.
...Aunque no me gusta responder al anonimato, esta no me la guardo en la manga...
ResponderEliminarEn primer lugar señor anónimo:
¿Cuando entra una hembra sola en plaza, eso también es lucha?; más bien decirle que la caza del reclamo es una modalidad más sobre la caza de la perdiz en este País.
Decirle también que la captura de perdices vivas o muertas fuera del periodo de caza, está penalizado por la ley, al igual que las peleas de perros...
PD. Aun le queda mucho que aprender.