“…Cantaban los gallos y Litri y
Chamaco, los mastines de la finca, imponían el respeto con sus aterradores
ladridos...
Aquella mañana de mediados de febrero se presentaba no muy agradable, hacía frío y lloviznaba. Aun así, el abuelo Vicente, tras departir un rato con Manolillo, tomar unos sorbos de café negro y calentarse en la siempre acogedora chimenea, mientras le daba unas grandes chupadas a su buen líao, se echó a la espalda a Facultades, se metió cuatro o cinco Orbeas recargados en el bolsillo de la pelliza y, tras decirme varias veces que no fuera con él, ya que, la mañana no estaba para jugar, cogió su “Jabalí” de un caño, abrió la puerta del cortijo y enfiló para el puesto del Castañar, aguardo no muy lejano de la vivienda. Tras unos segundos de duda, yo, que no quería perderme lo que se avecinaba, me puse mi capote, y mis katiuskas y, tras decirle a la abuela –todavía en la cama-, que me iba con el abuelo, salí rápidamente tras él.
Aquella mañana de mediados de febrero se presentaba no muy agradable, hacía frío y lloviznaba. Aun así, el abuelo Vicente, tras departir un rato con Manolillo, tomar unos sorbos de café negro y calentarse en la siempre acogedora chimenea, mientras le daba unas grandes chupadas a su buen líao, se echó a la espalda a Facultades, se metió cuatro o cinco Orbeas recargados en el bolsillo de la pelliza y, tras decirme varias veces que no fuera con él, ya que, la mañana no estaba para jugar, cogió su “Jabalí” de un caño, abrió la puerta del cortijo y enfiló para el puesto del Castañar, aguardo no muy lejano de la vivienda. Tras unos segundos de duda, yo, que no quería perderme lo que se avecinaba, me puse mi capote, y mis katiuskas y, tras decirle a la abuela –todavía en la cama-, que me iba con el abuelo, salí rápidamente tras él.
No tardé en alcanzarlo y, tras tener
que escuchar las enormes barbaridades que salían de su boca, se puso el dedo en
los en señal de “cerrar el pico” y me indicó que escuchara. Aquello era una
verdadera maravilla: revuelos y pichoteos por doquier, perdicillas que habían
pasado en soledad la fría noche cantando sin cesar, machos pregonando sus
dominios… Estaba claro, íbamos a dar el puesto de alba. Eran poco más de las
siete y media de la mañana… ”
Recuerdos de antaño.
Hace algunas fechas, Juan
Luis -de Solopluma- hacía un comentario sobre el puesto de alba. Pues bien,
atendiendo a su deseo, intentaré plasmar sobre el papel lo que pienso sobre, lo
que un día fue, hoy creo que no tanto, el santo y seña de la caza de del
Reclamo. Como además, la apertura de la veda se nos viene encima, es un buen tema a debate.
Y es así, ya que, hace ya algunos
años, bastantes por cierto, los aficionados solían dar con bastante asiduidad
este puesto. Entre otras razones porque, a primeras horas de la mañana podía
“echar mano” a su labores profesionales, en muchos casos, la agricultura o ganadería.
Pero no sólo ellos, sino que la mayoría de los cuquilleros tenían en “en el
alba” su puesto favorito.
Con los años, y siempre desde mi
punto de vista, este puesto ha ido decayendo y, a nivel personal, creo que no
se da mucho. Es más, muchas veces se habla de él, cuando lo que realmente se ha
llevado a cabo es un puesto de sol tempranero. Es decir, colgar con las
primeras luces del día.
Cuando hablamos de puesto de alba o
de “revolá” como también se llama por otras zonas, hablamos del puesto en el
que destapamos al reclamo cuando falta bastante para el amanecer. Es decir,
noche cerrada.
Tiene su encanto, no lo dude nadie,
pero, también, muchos inconvenientes. Dentro del primero, como todo el que lo
haya dado, sabe, las patirrojas camperas están en plena “efervescencia”: revuelos
en busca del “desayuno”, cánticos de machos y hembras cuando empiezan a estar
en su punto álgido, vueltas a sus lugares de querencia… Es decir, una verdadera
algarabía. Por ello, hay quien piensa que es un puesto ideal para los pollos,
ya que, al escuchar mucho “campo”, el que tenga sangre no dudará en responder -aunque no es bueno que los pollos se acostumbren a escuchar el campo para salir-.
Ahora bien, como puede ocurrir que las patirrojas entren a plaza con poquísima
luz, o se puede errar el tiro o, con toda seguridad, se verá la iluminación
del disparo, ambas cosas no muy agradables para el novel de turno.
Como aspecto positivo también hay
que citar que se pueden detectar perfectamente el lugar por donde se mueven las
patirrojas y que suele ser un puesto tranquilo al no ser una hora de mucho
movimiento de personas y vehículos. Por el contrario, a esas horas, la perdiz
no suele entrar muy fácilmente al reclamo, ya que está ocupada en otros menesteres más importantes como es la búsqueda
de alimentos, a no ser que tengamos la suerte o sapiencia de pisarles el terreno . Por último, no se nos olvide que, a esas horas de la mañana, hace
frío y, algunos días, bastante. Por consiguiente, creo, y vuelvo a repetir que, hoy día y, desde hace muchos años, se da poco.
Como todo o casi todo en esta vida, la caza también se ve sometida a modas y tendencias, y va perdiendo por el camino la originalidad y el encanto aquel de cuando se inventaron o iniciaron ciertas modalidades de caza, que originalmente se efectuaban con mucha mas "rudeza" que hoy en día y lo que antes era necesidad hoy en día y a Dios gracias se convierte en "comodidad".
ResponderEliminarPor otra parte no en todos los cotos se permite cazar de alba ¿?.
Pero bueno, la cuestión es bien fácil, nos sacamos la licencia de perdiz con reclamo, acto seguido compramos un pájaro en la granja de nuestro agrado, vemos el parte meteorológico en internet y buscamos un buen día de sol, rápidamente nos largamos con el portátil camino de un coto intensivo para luego decir "¡ Yo soy cuquillero!"...
Para que luego se diga que: "Tirar es lo de menos"...
También conozco a quienes se apellidan "reclamistas" sin haber cazado en su vida ni un solo puesto de alba...
Saludos.
PD. Cazar de alba es algo muy distinto a lo que muchos creen y hay que afilar mucho y con gran sacrificio para ubicar y dar un un buen puesto de alba.
No se nos olvide que dar el puesto de alba, significa andar por el campo a unas horas un poco intempestivas. Cosa que no todo el mudo es capaz de hacer y, máxime, si va solo. El campo a esas horas impone y el simple canto de un cárabo, el chillido/tauteo del zorro que por esas fechas puede estar en celo, el ladrido de unos mastines…, por las cercanías de donde se va caminando hacia el cazadero, puede darnos un poquillo de "yuyu" y ponernos los vellos como escarfias.
Sin embargo para otros, dicha caminata será una verdadera gozada, ya que, las alboradas tienen su gran encanto y, por supuesto, el canto de la perdiz en el silencio de las primeras horas de la mañana es un verdadero regalo de la naturaleza.
Jose Antonio, queria preguntarte si vas a escribir algo sobre la monteria pasada que tuvo lugar en las viudas
ResponderEliminarSobre las que han estado flojitas, no he escrito. Pero, si quieres que ponga algo en particular, sin problemas. Me lo indicas y se escribe.
ResponderEliminarDe todas formas, me gustaría que pusieas el nombre, así sé a quien dirigirme.
Un saludo.
No hace falta, solo queria saber el numero de reses abatidas. Gracias
ResponderEliminarPues si mis informaciones son buenas: 3 marranos. 5 ciervos y el resto hasta 33, pepas.
ResponderEliminarPor favor, nombre.
Un saludo