Como bien
sabemos, nuestra querida perdiz roja, el buque insignia de la caza menor y
estandarte de los aficionados al “cuco” es un ave perteneciente al orden de las
gallináceas y, por lo tanto, es omnívora. Es decir, se alimenta tanto de materia de procedencia vegetal como de animales: hojas, tallos, brotes, raíces, frutos, semillas...,
pequeños invertebrados -hormigas, gusanos, larvas, orugas, lombrices, mariposas, saltamontes-,
líquenes.... son la base de su dieta diaria
En base a ello, si
la perdiz está en libertad, su hábitat le proporciona todo lo necesario
(proteínas, vitaminas, minerales...) y ella elige la proporción que necesita en cada momento porque lo lleva grabado en su código genético. Así, nuestras patirrojas saben qué
comer y cuándo hacerlo. En esta línea, aunque el terreno
no sea muy rico en los nutrientes que nuestras camperas necesitan, afortunadamente, siempre están de un buen ver, puesto que,
aprovechan lo más mínimo que el terreno donde viven les ofrece y, como decía el otro, un
día da para mucho desde por la mañana hasta por la noche. De hecho, he comprobado personalmente cómo perdices procedentes de eucaliptares, estaban gordas como pelotas, y eso que este tipo de terrenos no es muy productivo que digamos, sino todo lo contrario.
El gran problema
surge con la cría en cautividad que, en teoría, no debería ser tal, si le
ofrecemos todo lo que ellas consiguen en libertad. Lo que pasa es que no es tan
fácil como pudiera parecer. Tenemos que dar respuestas a dos preguntas básicas:
¿cómo darle todos los alimentos que necesitan? y... ¿cuándo dárselos? Si lo
conseguimos y le ofrecemos una dieta compensada y equilibrada según sus
necesidades, a lo largo del año, habremos logrado el objetivo, pero si
fallamos, por exceso o por defecto, el resultado será tener ejemplares faltos
de vitalidad y belleza, no tanto en las granjas, como en nuestros jauleros o
galleras.
Antiguamente,
nuestros progenitores o ancestros, faltos del pienso compuesto actual,
alimentaban básicamente a sus reclamos de campo -no existían los de procedencia granjera- con
trigo y otros cereales como alimento básico. A estas semillas, le añadían
diferentes complementos alimenticios según época del año: habas y garbanzos
remojados, almendras, castañas, bellotas... y todo tipo de verduras y frutas:
berros, cerrajas, amapolas, rábanos, guisantes tiernos, restos de pepino, de melón,
de sandía, de manzana...., Además, nunca les faltaban los saltamontes,
gañafotes o cigarrones -muy abundantes en aquellas fechas- y diferentes tipos
de gusanos y larvas. Como se puede comprobar, una alimentación más que variada
que hacía que aquellos pájaros, no todos por supuesto, fueran una maravilla e,
incluso algunos de ellos, se mantengan todavía en nuestra memoria por su calidad
y atractiva estampa.
Y hoy, ¿qué pasa?
¿Por qué nuestros reclamos pierden bastante de su vitalidad y belleza, cuando
sobre el papel, los alimentos a nuestro alcance son más variados y completos
que los de antes?
Aparte de la
variación genética y morfológica de nuestras perdices, que ha supuesto la
aparición de individuos híbridos o granjeros que, aunque existen, no es un tema
que nos ocupe en este capítulo, creo que el problema radica en tres factores
principales:
1.- El no
ofrecerles lo que necesitan en cada uno de los diferentes momentos por los que
pasa un reclamo a lo largo de un año.
2.- El querer
adelantar el “celo” de nuestras “jaulas” a base sobrealimentación y potingues y
meringotes varios.
3.- Aunque no sea
un tema de alimentación propiamente dicho, la falta de sol y contacto con el
aire libre, en la mayoría de los casos, repercute negativamente en el aspecto
de nuestros reclamos.
El primer factor
no debería ser un obstáculo con los piensos compuestos actuales. Pero lo es,
bajo mi punto de vista. Si ofrecemos a un pájaro el mismo alimento durante todo
el año, sin poder de elección, su alimentación es deficitaria. En esta línea,
muchos piensos llevan más proteínas de la cuenta, por lo tanto, el nivel de
ellas será siempre el mismo, y, eso, a la larga, puede acarrear serios
problemas.
Vayamos por
partes:
En principio y
basándome en la comida que yo doy a mis reclamos, que no tiene por qué ser “palabra
de rey”, pero sí una opinión más y sacada de mi experiencia personal y consejos
de algún amigo como es Manuel Romero Perea, opino que la base de la
alimentación anual de una perdiz en cautividad debe ser el pienso compuesto, no
alto en proteínas –reposo o mantenimiento- y trigo u otro cereal. Con ello, se
consigue que el pájaro coma en cada momento lo que necesite y de esta manera,
equilibre su dieta. Si a esto le añadimos, según época del año, algunas
verduras y frutas como las bellotas, castañas, almendras o habas/garbanzos
remojados…, estamos acertando de pleno.
Pero llegada la
época de muda, periodo fundamental en la vida de un reclamo y donde éste pasa
por estado febril y delicado, es fundamental el aportarle una ración extra de
proteínas y vitaminas para que tan difícil trance se supere con las mejores
garantías. Además, les ayuda a mantener los niveles de queratina de las plumas.
Por tanto, es el momento de sustituir, durante esos tres o cuatro meses que,
aproximadamente, dura la máxima virulencia de esta fase, el pienso de
mantenimiento, reposo o como se le quiera llamar, por otro con más porcentaje
de proteínas –el de celo o alta energía-, para con ello, ayudarle en su
transitoria debilidad y conseguir una muda perfecta que, como bien sabemos, es base
fundamental para que, meses después, adquieran una buena puesta a punto. Por
consiguiente, en este periodo y, sólo en éste, suelo darle aminoácidos con
vitaminas, necesarios para un buen “espelecho” y emplume. El resto del año, las
obtienen de los alimentos que toman.
Una vez
recortados, desparasitados y pasados a la jaulas, allá por principio/mediados de
noviembre, comiendo el pienso y trigo de siempre, suelo ir aumentándole la mano
de castañas y bellotas y verde en días alternos. Además, desde hace algunos
años, suelo darles guisantes verdes –descongelados-, durante los doce meses.
En segundo lugar
y fuente de grandes fracasos y mudas a destiempo o extemporáneas, es
fundamental no querer conseguir en “cuatro días” lo que debe ser un proceso
largo y paso a paso, como es la preparación para el inicio de temporada. La
sobrealimentación sin regla y la administración de vitaminas y otros potingues
o meringotes al “por mayor”, en la mayoría de las ocasiones, lo que se consigue
con ello es el efecto contrario: como mal menor, el pasarse de “celo” y como
mayor –terrible para los colgadores-, empezar con una muda fuera de tiempo a
poco de iniciarse la época de caza.
Creo, a modo de
resumen, que con las pautas marcadas, el pájaro debe llegar a la apertura de la veda
en óptimas condiciones, siempre que hablemos de perdigones que merezcan la
pena. Pedir peras al olmo no es fácil. Luego, el campo hará el resto. Eso sí, lo anteriormente expuesto deben ser pautas a seguir con duración en el tiempo. El hoy le echo esto, mañana cambio a otra cosa y pasado vuelvo a lo primero, porque lo segundo no me ha dado resultado que, a veces, ocurre, es sinónimo de fracaso total.
La buena salud y
presencia se manifiesta, cuando nuestros reclamos disfrutan tomando el sol a
diario, principalmente a primeras horas del día. Ese rojo sangre de los ojos,
pico y patas sólo se consigue a base de soleo. La vitamina “D”, procedente del
astro rey -aunque la encuentren en algunos alimentos-, no le puede faltar, ya
que aparte de dar belleza a su siempre maravillosa y atractiva estampa, es
fundamental para su organismo. Por tal motivo, si el aficionado vive en un
pueblo, no le resultará muy complicado, pero si vive en la ciudad, aparte de
los horarios de trabajo -a la hora crítica del sol-, la disposición de los pisos
hace que en muchas terrazas, donde están los reclamos, ni da el sol. En otras,
por el contrario, como es mi caso, da desde que sale hasta que se oculta. Por lo
tanto, hay que ingeniárselas para que nuestros perdigones lo reciban, pero no
en demasía. No será nunca como los pájaros que lo toman a diario, pero al
menos, conseguiremos que no estén blancos como la cal. Pero mucho cuidado…,
muchos buenos reclamos se han asfixiado en un lamentable descuido de sus
dueños. Y no es por decirlo, ni asustar a nadie, puesto que, el que suscribe,
con muchos años metido de lleno en esta ancestral afición., puede dar fe de tal
afirmación. En esta línea, D. Benito, uno de mis mejores reclamos, se me asfixió
al sol, en un lamentable descuido.
Buenos días Jose Antonio, soy Nico ( nico-huelva actualmente panturrano).
ResponderEliminarPero hombre!!!! con tantos nombres internautas!!!
Me conoces de sobra, soy Nicolas Bermúdez-Coronel Docio, y si dios quiere dentro de mis posibilidades y mi poca aparición por estos lares de internet, te seguiré en tu blog.
Darte la enhorabuena por la reciente publicación de tu libro, el que sin lugar a dudas compraré. Y decirte que aunque no me gusta hacer planes con antelación,porque siempre se estropean, me gustaría asistir a la feria del reclamo y tomarnos algo. A la vez que poner nuestro granito de arena como "jauleros onubenses, jeje".
Sin mas, felicitarte de nuevo por todas las cosas bonitas que te están pasando, las que estoy seguro te pasaran, y por el gran favor que le haces a esta gran "droga" que nos une.
Te prometo, ya que he descubierto tu blog, seguirte si me lo permites mas a menudo.
un abrazo, Nico.
Bienvenido a este mi rincón particular, amigo Nicolás.
ResponderEliminarAquí andamos desde hace unos años intentando aportar nuestro granito de arena a nuestra ancestral afición y a nuestra querida Naturaleza.
En cuanto a mi libro, gracias por tus palabras, pero repito una vez más que si lo lees no encontrarás mucho nuevo, sino mi opinión sobre aspectos de la caza del reclamo tan antiguos como la vida misma.
Saludos y ya hablaremos.
Que dar a un pajaro d perdiz q esta resfriado y tiene pitos al respirar y al cojerlo como q s aoga.???
ResponderEliminarVamos a ver Unknown.
ResponderEliminarPocos datos para saber qué puede ser lo que tiene, aparte que uno de veterinaria no sabe mucho.
Pero por lo que dice puede ser un problema respiratorio. Tabernit tiene un producto para ello. Consúltelo en una pajarería o tienda de animales.