lunes, 7 de septiembre de 2015

EL HABLAR DE LA CAZA Y LOS CAZADORES

      Después de tres meses de vacaciones, tanto a nivel personal como de este blog, volvemos a retomarlo, aunque como ya dije en el artículo anterior, las diferentes redes sociales están en primera línea. Aun así, seguiremos. Siempre habrá alguien a quien le interese pasarse por aquí.

  E
ste verano cinegético ha estado marcado por la muerte del célebre león Cecil en los aledaños del Parque Nacional de Hwange en Zimbabue. Este hecho, según se mire desde el punto de vista de aficionado a la caza o desde el de detractor de la misma, ha sido expuesto y desarrollado en determinados medios de información, escritos o audiovisuales y visto e interpretado desde ambas posturas. Ahora bien, lo que sí es cierto es que cuestiones como éstas vuelven, una vez más, a recrudecer las críticas hacia la actividad cinegética y, como no, hacia el colectivo de cazadores, no contra el cazador que, con o sin soporte legislativo o que con el correcto o incorrecto proceder y tras pago, según informaciones de la prensa escrita,  de 50.000 dólares, abatió al citado león, sino contra todos. Y tal circunstancia, como cualquier otra, nunca es justa. No se puede, ni se debe, meter en el mismo saco a colectivos sean del tipo que sean. Y, máxime, cuando un buen número de los que hablan o escriben sobre cuestiones cinegéticas, poco o nada conocen sobre la vida, costumbres y etapas de las especies que la legislación sobre caza permite abatir, tras pagar unos buenos cuartos por las correspondientes licencias, contribuciones de los cotos, seguros, planes técnicos de caza… Es más, posiblemente, algunos de los que refieren  hechos puntuales de caza, ni siquiera han pisado el campo a no ser para participar en los modernos senderismos y, mucho menos, son capaces de distinguir, por citar dos ejemplos, una paloma de una tórtola o un ciervo de un gamo. En una palabra, en el tema de la caza se dan muchos palos de ciego, sin pensar antes, con verdadera objetividad y conocimiento de causa, la dimensión que puedan tomar determinados artículos o comentarios en donde se exponen con extrema dureza y no muy buenas intenciones ciertos sucesos, ideas, planteamientos y posturas.

         Hablar sobre la caza y sobre los cazadores no es tarea fácil, si no se está metido de lleno en dicha actividad y se entiende la misma como algo de la propia vida de cada uno. Por ello, si quienes lo hacen son de los que no quieren ver a un cazador ni en pintura o de los que acaban de sacarse el correspondiente permiso de armas, van a unos grandes almacenes o tiendas especializadas y adquieren las escopetas o rifles, municiones, vestimentas correspondientes… y a los dos días se marchan  a pegar tiros y abatir grandes trofeos tras pagar buenos cuartos, están desvirtuando sus comentarios. Debido a ello, aun respetando al máximo a los informadores y a los nuevos cazadores - la semilla del futuro-, lo que quiero decir es que quien no sienta de verdad la caza no debe hablar de ella porque, a buen seguro, cometerá, siempre según mi opinión, grandes y graves meteduras de pata al faltarle conocimientos de causa y, lo que es peor, el sentimiento y el respeto por tan milenaria afición. Y no lo digo porque me considere y considere al conjunto de cazadores infalibles en ideas y planteamientos, pero sí tengo claro una premisa: no hay nadie hoy día que cuide más la flora y la fauna de un determinado paraje que el cazador que tenga dicho terreno como lugar de caza. Es más, poca falta hace que las respectivas Órdenes de Vedas le impongan fechas y números de capturas. Él sabe perfectamente qué cazar, cuándo y cantidad de piezas que puede llevarse para casa. Pero más aún, independientemente de las cifras que pueda abatir de las diferentes especies abatibles, que marque la Ley o recojan los respectivos Planes Cinegéticos de Caza, el cazador-socio de un determinado terreno acotado sabe mejor que nadie hasta dónde puede y debe llegar. Tan es así que, dejando a un lado los grandes espacios protegidos, dígase Parques Nacionales y Naturales, si exceptuamos las fincas acotadas, en el resto de rincones de nuestra geografía no hay absolutamente nada y, que yo sepa, en ellos no está permitida la caza, por ser terrenos libres.

         Ello no significa que, entre los cazadores, como ocurre en cualquier colectivo, no haya gente que no merezca pertenecer al mismo, debido a su forma de pensar y proceder. Pero de ahí a que, continuamente, desde grupos anti-caza y partidos políticos contrarios a la misma se esté tirando por tierra una actividad señorial, muy arraigada en nuestro país y que, con estadísticas en mano, se puede comprobar fácilmente que deja para las arcas del Estado o Comunidades muy buenos dineros, va un abismo. Además, en una sociedad con grandes tasas de desempleo, como desgraciadamente es la nuestra, la actividad cinegética proporciona muchos puestos de trabajo distribuidos en fábricas de ropa y complementos de caza, armas y municiones, hostelería, ventas de productos cárnicos, viajes, guarderías de cotos, granjas cinegéticas, talleres de taxidermia y homologación de trofeos, ferias cinegéticas…

         Pero aun yendo más allá, ¿se les ha ocurrido pensar a quienes están empecinados en suprimir la caza en nuestro país, lo que sucedería con las poblaciones de conejos, liebres, palomas, zorzales, jabalíes, ciervos, gamos, cabras monteses… si algún día, tan “feliz” idea se llevara a cabo? Porque no hay que ser muy avispado para comprender que tales especies, sin un control cuantitativo como lo lleva a cabo la caza,  proliferarían de tal forma que, como ocurre en otros países, arruinarían cosechas y dañarían gravemente la flora y fauna de muchísimas zonas de nuestra piel de toro. ¿Han valorado nuestros detractores lo que ocurriría con los cultivos de gramíneas, hortalizas, leguminosas…, con las cosechas anuales de bellotas, castañas, aceitunas, con los frutales, con muchas otras plantaciones…, si el número de ejemplares de las especies citadas con anterioridad y otras muchas empiezan a alcanzar, circunstancia que ocurriría sí o sí, cifran impensadas? ¿Cómo se reducirían, llegado el momento, sus poblaciones para evitar los daños: a palos, o habría que volver de nuevo a las armas, camuflando las actuaciones pertinentes con nombres de campañas salidos de las grandes mentes del personal que conforman grupos políticos y colectivos que en su día permitieron y lucharon por la supresión de la caza?

       Para terminar, como he dejado constancia en muchos artículos, me siento orgulloso de ser cazador y siempre he tratado de que mis hijos lo fueran. Pero mucho antes que tal afición, he sido y sigo siendo un gran enamorado de la Naturaleza, lucho por ella y la cuido al máximo, no de boquilla, que es tarea fácil, sino en todas mis actuaciones y en el día a día. Justamente como la gran mayoría de los que practican la caza, aunque muchos no se lo crean. Por tanto, que nos dejen en paz a los cazadores porque sabemos perfectamente lo que tenemos que hacer para que nuestra fauna perdure en el tiempo. Pero si a alguno de nosotros se nos “olvida” algún día tal máxima y apretamos el gatillo cuando no está permitido y contra ejemplares que no debemos, circunstancia que puede ocurrir, el peso de la Ley debe caer con fuerza sobre el que la infrinja.

         PD. Como soy un poco mayor, recuerdo que cuando era niño y salía al campo, disfrutaba enredando con los lagartos, salamandras, lagartijas, renacuajos, grillos, saltamontes, curitas, muchos tipos de mariposas y libélulas… -por citar unos ejemplos-, porque los había a millares. Hoy día, cuando visito los mismos lugares, con pocos ejemplares de los citados me tropiezo. ¿También hemos acabado con ellos los cazadores?




2 comentarios:

  1. Aunque hasta hace poco no conocía el blog, me parece que Vd. respeta lo suyo y lo demás. por tanto enhorabuena.

    El hablar de los cazadores es fácil pero complicado, usted lo deja claro.

    Lo seguiré.

    unsaludo. felipe

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  2. Por fin puedo acceder! (esto del movil...)
    Solamente añadir que los periodistas y los medios de comunicación aprovechan para hacer el agosto en estos casos y más aun sin conocer lo que es la caza y su mundo al igual que cuando alguien comete un delito, rápidamente nos dicen: Que se cometió con una escopeta de caza en lugar de "con un arma modelo x"...
    Tampoco hacen eco estos mismos pseudo-informadores del FURTIVISMO INTERNACIONAL A GRAN ESCALA, (entiéndase macrofauna).
    Saludos.

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