Nuevamente,
como año tras año, con el comienzo del otoño y la bajada de temperaturas, aunque siga la calor en horas puntas como está ocurriendo en esta estación que acaba de comenzar, nuestros reclamos habrán finalizado una de sus complicadas fases anuales: el
cambio del plumaje. Posiblemente, los más mayorcetes todavía no hayan
terminado de completar la muda, pero no tardarán mucho, aunque alguno de ellos
no se haya desprendido de varias rémiges y/o timoneras que se le recortaron
el año anterior. Ni que decir tiene que atrás quedan algunos meses de polvo,
tierra y plumas por muchos rincones de las respectivas viviendas, aún con una
buena limpieza. Y no digamos las continuas riñas con nuestras mujeres por culpa
de lo citado anteriormente.
Ahora, aparte de dichas incidencias, si
el proceso de pelecha se ha realizado correctamente, nuestros pájaros lucirán
un bello y aterciopelado plumaje verde-rojo-blanco-negro, con tonos
marrones/ocres de diferentes gamas. Una hermosa “vestimenta” que adquirirá su
verdadero lustre y esplendor cuando los primeros fríos hagan su aparición, allá
por mediados de noviembre, época más o menos idónea para el paso por
“barbería”.
No es que sea una novedad, porque tal momento de nuestras perdices es tan antigua como la vida misma. Pero, éste le trae
al cuquillero una bocanada de aire fresco que, casi sin querer, hace que sus
ilusiones vuelvan, una vez más, a cobrar vida. Aparecen nuevos sueños, nuevos
objetivos, nuevas posibilidades… En unas palabras: el nuevo otoño trae consigo,
tras unos meses de vida anodina, que la semilla que nunca se perdió vuelva a
germinar en la mente del aficionado al reclamo, como millones de ellas lo hacen
nuestros campos con las primeras aguas. Atrás quedan los muchos sinsabores que nuestra ancestral
afición nos produjo la temporada anterior y que, más de una vez, por nuestra cabeza rondara la idea
de abandonar. Así, reclamos que no dieron la talla, aun con las muchas
esperanzas que teníamos puestas en ellos, patirrojas camperas que nunca
alcanzaron el celo que se les exige para una mediana temporada, fincas en las
que dejamos parte de nuestra vida sin ver el más mínimo fruto, problemas
personales y familiares… pasan como por arte de magia a mejor vida y la ilusión
por la llegada una nueva temporada se va apoderando de nosotros.
De esta manera, una vez más, incluso sin saber
cuántas, todas las jaulas o muchas de ellas, adecentan hasta ponerlas níquel durante la época de “reposo”, volverán a ser la morada de nuestros “figuras”, aunque algunos de ellos no llegue ni al
comienzo de la temporada hábil de caza porque son unos auténticos "cantamañanas", las sayuelas están como nuevas, las
esterillas limpias, el portátil sin un desperfecto…Es decir, todos los
pertrechos en perfecto estado de revista.
Para finalizar, solo decir que este
tema con otro título y algunas palabras diferentes, ya ha ocupado lugar en este
blog en años anteriores y que, casi con total seguridad, el próximo año volverá
a escena, pero en estas fechas viene como anillo al dedo hablar sobre el tema.
Todos lo hacemos y yo no voy a ser menos.
Suerte compañeros/as, y que esta
temporada nueva que nos trae el otoño que ahora comienza nos devuelva o nos
afiance la ilusión cuquillera.
En estas tres imágenes se puede ver, primeramente, a mis reclamos en los cajones de muda o pelecheros. La segunda y tercera foto nos muestra a dos de mis pájaros con el nuevo plumaje, tras un buen cambio de "vestimenta". Eso sí, unque me quedé con seis reclamos, los que ocupan los números 7 y 8 corresponden a dos pollos del año regalo de sendos amigos.
Y como esta caza te da más sinsabores que alegrones y con el paso del tiempo te vas dando cuenta que el disparo y la carne es lo de menos, me quedo con todo lo demás y principalmente una buena tertulia cuquillera que sin perder la ilusión creo que es la esencia que alimenta la aficion.
ResponderEliminarJLRG.
Pd. Bonito edificio.
Sí señor, los ratos de chimenea y de barra de bar con una cerveza hablando de nuestra afición son tan importantes como apretar el gatillo. Creo que mucho más. Disparar sin que nuestros amigos lo sepan se queda en poco. Los lances compartidos, como todo, excepto, cuestiones personales y profesionales, necesitan que alguien sea partícipes de ellas.
ResponderEliminarSaludos.