Por estas fechas, cuando tenemos cercano el comienzo del
periodo hábil para la caza de la perdiz con reclamo macho, seguro que el que
más y el que menos anda más que ocupado en tener todos los “trastos” necesarios
para que el día que empiece tan esperado día todo esté a punto. Lo que pasa es
que tenemos tantos “cacharros” que al “desempolvarlos”, nos damos cuenta que,
aparte de los que usamos normalmente, otros muchos solo los tenemos para
exposición porque en su momento pensamos que era lo mejor y, más tarde, fueron
sustituidos por otros que nos parecieron más funcionales.
Si digo que
los pajariteros somos, casi por regla general, unos caprichosos de cuidado,
creo que no estoy muy lejos de la realidad, ni voy a descubrir nada nuevo. Es
más, tampoco me equivoco al afirmar que, nuestra particular obcecación llega, a
veces, a tal extremo que creemos que lo nuestro es lo mejor y que lo que tiene
el otro es siempre peor o poco válido, circunstancia que defendemos a capa y espada, llegando incluso a discusiones y disputas fuera de lugar con
otros aficionados a la caza de la perdiz con reclamo.
De esta
manera el gran abanico que se despliega en lo referente a nuestra modalidad
cinegética, si dejamos a un lado el reclamo, aunque aquí, como bien sabemos hay
opiniones diversas, en lo relativo a complementos y trebejos cuquilleros, se
podría escribir un libro entero. Jaulas y casilleros, puestos portátiles,
reposteros portátiles o pinchos, esterillas, herramientas de corte, asientos, transporta-reclamos,
escopetas y munición, sayuelas… tienen muchísimos variantes, pues cada
perdigonero es un mundo y sus gustos nunca vienen ajustado a un patrón común.
Así, desde el color del pintado de las jaulas -o incluso sin pintar-, el número
de alambres de las mismas, si anillas o ganchos para cogerlas, si con comedero
interior o sin él, puertas y piqueras de diferentes formas, aros de madera o
alambre…, podemos encontrarnos con un
sinfín de modelos, al igual que las repisas o casilleros y sus muchas
variantes. En lo referente a los puestos portátiles podemos decir que, aparte
de los que fabrican algunas empresas del ramo, los podemos encontrar de mil y
una formas tanto en su armazón como en la tela de camuflaje y en el número de
caras. Si vamos a los pinchos o pulpitillos portátiles para qué decir: fijos en
altura o móviles, con base redonda para introducir la jaula, con diferentes
mecanismos para colgarla…. Y así podríamos seguir hasta llenar páginas y páginas.
Algunos tipos de jaulas
Pero,
además, dentro de cada utensilio, útil, trasto… de los citados o de los muchos
que existen, cada uno de nosotros lo adaptamos y la adecuamos a nuestra idea y
gusto, pues es normal que después de adquirir o fabricar cualquier complemento
o avío le hagamos arreglillos posteriores para ajustarlo a nuestro capricho.
Por tanto, huelga decir que en esto del reclamo nos podemos encontrar con
cuarenta mil singularidades, tanto en formas como en los materiales a utilizar.
Pero lo curioso del caso es que, si exceptuamos las verdaderas obras de arte,
que también existen en nuestro mundillo, aunque sea para tenerlas de exposición
en casa por su belleza o poca funcionalidad, el dueño o inventor de un
determinado artilugio o complemento puede hacer ver a los demás las muchísimas
ventajas que reporta el mismo, llegando incluso, y no es decir una barbaridad,
a ningunear otro ingenio o mecanismo que tenga o use otro compañero o, por el
contario, aguantar el “chaparrón” de risitas… de quien piensa lo mismo de su “fenomenal”
y novedoso artilugio cuquillero o de la sesuda adaptación que ha realizado en
uno de ellos. Sin olvidar que la gran mayoría de las veces para llegar al diseño
definitivo se consumen muchas horas y días hasta quedar totalmente satisfecho de
lo que soñamos y proyectamos en su momento.
Cuatro imágenes de diferentes pertrechos. La primera nos muestra cuatro tipos de bolsas para cartuchos que utilizo. La segunda, tres variedades de ganchos de mi propiedad. En la tercera podemos ver tres herramientas de corte para cubrir los puestos con leña o para otros menesteres. La última nos muestra a tres de mis fundas con las iniciales grabadas y con pana de tres colores diferentes.
No quiero
extenderme mucho más porque todos sabemos que lo anterior es una exposición
irrefutable o incontestable, lo que legitima el título del artículo: nuestros
caprichitos. Es más, como ya he plasmado en otras ocasiones, algunos de ellos
son heredados. Es decir, forman parte de nuestro equipamiento cuquillero por
tradición familiar, pues, o lo vimos en nuestros mayores, o forman parte del
legado que un días nos hicieron nuestros ancestros.
Eso sí, aparte
de nuestras particularidades personales en cuanto a trebejos y sus curiosidades
de todo tipo, no podemos olvidar que algunos de nuestros trastos solo son
utilizados o usados en una determinada zona, por lo que resultan raros para
quien no los emplea, por ser de otra, y por ello, nunca debemos desmerecer a
quien se vale de algo que desconocemos y que no sabemos la utilidad real que
pueda tener.
Estas singularidades,cada vez mas dificiles, marcan un estilo de vida ,labor y arte ,,,,encima aunado con nuestra pasion campera.
ResponderEliminar