Imagen de Ronquillo en el farolillo. |
Después
de unos breves días en Manzanares con tiempo infernal para iniciar la temporada 2019, llegamos a la apertura
del periodo hábil de la caza de la perdiz con reclamo en los terrenos incluidos
en el Grupo 1º de Andalucía, anteriormente zona baja, con un tiempo más benigno
pero prácticamente sin lluvias a excepción del día 20 de enero que cayeron unos
litros, aunque el tremendo aire de los días posteriores se llevó el agua caída por
delante. De esta manera, poco se mejoró y las perdices, aparte de las degeneración y declive de las mismas, siguen tomando tierra
con lo que no entran al reclamo como a todos nos gustaría. Se atrancan,
principalmente, las hembras y, si no se tiene en la mata un buen reclamo, muy
poco se hace, o si entran lo hacen de careo y curioseo. Y, al menos, lo digo por mí, el tirar así, con todos mis respetos, va en contra de como marca nuestra tradición milenaria.
De todas formas, se va picoteando y se lleva uno alguna que otra alegría con “sangre nueva”
que empieza a dar la cara y a buscarse un hueco en el jaulero, caso de Fabián, Pechín y Panderón. Pájaros de dos y tres
celos respectivamente que han cumplido con creces en sus primeras salidas al
campo este año. De los ya consagrados, Chimenea,
con diez añitos, se va viniendo poco a poco abajo y, aunque se le sigue
tirando, ya no tiene los recursos, la musicalidad y el encanto para las hembras de hace cuatro o cinco años. Ariza, también de la granja de Chimeneas, está en un momento envidiable y lleva unos puestos de verdadero merito tanto con perdiz de repoblación como autóctono. Pechín, Cristeño y Ronquillo siguen cumpliendo más que de sobra y como siempre el Alpujarreño, de momento, en el único puesto que le he dado casi no cantó -cosa normal en él desde hace ocho año que está conmigo-. En resumen, hay que
divertirse con lo que hay: con el echar el día de campo y disfrutar de lo que pone en nuestras manos nuestra madre Naturaleza, con el diálogo con los compañeros, con lo que tenemos en nuestro jaulero, con lo que hoy pueblan nuestros campos y con la climatología que tenemos,
máxime cuando sabemos de sobra que nuestra afición, por multitud de situaciones, ya no es lo
que era. Pero nunca debe faltar la ilusión de vivir algún lance para recordar. La caza de la perdiz con reclamo es lo que es y debemos aceptarla tal cual. Pensar en tiempo húmedo y sin viento, campo en su punto álgido y reclamos al cien por cien, hoy por hoy, es una auténtica quimera.
Para terminar, solo decir que si las autóctonas hace no mucho, cuando aún estaba cerrada la veda, cantaban y estaban en forma, ahora que se pueden cazar, están, con excepciones, fatales. La gran mayoría de las veces ni cantan y cuando entran en plaza, después de mucho esfuerzo del reclamo de turno, lo hacen, excepto excepciones, con pocas ganas, aunque la finca esté muy buena de ellas. Como temporada tras temporada sigue repitiéndose la misma historia
Resumiendo: nuestra querida afición, si se practica con el decálogo del bien hacer, no da para mucho más, pero, como bien sabemos, quienes somos forofos de ella, estamos fabricados con una madera especial. Si no fuera así, hace tiempo que hubiéramos colgados los trastos. Por tanto, paciencia y suerte para todos los que seguimos al pie del cañón.
Resultado de tres puestos de Ronquillo, Panderón y Ariza.
Resumiendo: nuestra querida afición, si se practica con el decálogo del bien hacer, no da para mucho más, pero, como bien sabemos, quienes somos forofos de ella, estamos fabricados con una madera especial. Si no fuera así, hace tiempo que hubiéramos colgados los trastos. Por tanto, paciencia y suerte para todos los que seguimos al pie del cañón.
Opino que las alegrías no se consiguen sólo matando pájaros. Si fuera asi, cuando llegan esos días de viento, sin celo y con poca jaula, no iríamos más. Pues para sufrir ya tenemos otras historias mas importantes.
ResponderEliminarA mi, cuando me canta la jaula, le responde algo y hay acercamiento, aunque no se concrete en un certero tiro, ya me siento bien. Lo peor es quemar minutos y horas sin escuchar ni pío y ver el reclamo arrugado en su carcel derrotado y aburrido.
Quizas no soy un auténtico pajarito y sólo llegó a ser un vulgar cantamañanas.
Aún así no me desencanto y preparo cada puesto con la esperanza de disfrutar de un buen lance.
Sí señor, D. Manuel. Como persona de muchos y buenos valores interiores, tiene Vd toda razón. La caza de la perdiz con reclamo es algo más, mucho más, que apretar el gatillo y hacer buenas perchas. El ir al campo, charlar con los amigos, disfrutar de el paisaje y ver a nuestros reclamos dando el do de pecho debe ser lo que busquemos. Si además, cae algo mejor que mejor. Eso sí, como dices el no escuchar ni pío, situación no muy anormal a nadie nos gusta, pero desgraciadamente se da con más frecuencia de la que quisiéramos.
ResponderEliminarSomos "animales" de costumbres y habitos.
ResponderEliminarSi cuando somos pequeños asimilamos que la felicidad está en quemar pólvora o hacer carne luego no lo veremos de otra forma.
Pero si asimilamos lo bonito del campo
o la selección de un buen perro o pájaro o tal vez un arma y munición o el ejercicio fisico
Nos sobra para ser felices.
Hoy en día que no se caza para comer
me divierte la dificultad del lance y la selección de todo lo demás
Pd.Indudablemente se mata por haber cazado pero ese otro tema.