Nuestra maltratada modalidad cinegética es una afición en la que se vive más de la ilusión que de
hechos consumados, pues, como sabemos de sobra, la caza de la perdiz con
reclamo no nos ofrece muchas alegrías, pero sí es verdad que las pocas en las
que participamos son suficientes como para que día tras día y temporada tras
temporada lleguemos al campo esperando un gran lance que nos haga olvidarnos
de la rutina de puestos que no dejan la más mínima huella en nuestra retina.
Aún así, perdura en el tiempo porque como ya se comentado en infinidad de ocasiones
nos ofrece un algo al que difícilmente podemos abstraernos y ahí reside la
grandeza de la afición cuquillera. Simplemente el salir al campo, admirar lo
que nos rodea y ver a nuestro reclamo lanzar al aire su maravillosa música es
suficiente para que renovemos día a día la necesaria ilusión. Lo sabemos y
seguimos siendo cuquilleros porque con tan poco nos contentamos. No es cuestión
de abatir muchas patirrojas. La base debe estar en tener siempre presente que
el buen lance algún día se suele presentar. Luego, lo ocurrido lo recordaremos y compartiremos
con compañeros y amigos. Siempre ha sido así y tal máxima se perpetúa en el
tiempo, pues no tiene sentido cazar por cazar.
Pues
bien, esta semana he vivido uno de esos momentos que siempre nos gusta tener
presente por la belleza y el desarrollo del mismo. Sí, Fabián, regalo de un buen amigo, me ha hecho vivir tres horas –de
9,25 a 12,20- de auténtico deleite. Fue un puesto de sol y el reclamo salió de momento como
debe ser. Luego, alternó canto de mayor, con curicheo y piñoneo desde el
principio y supo estar a la altura de la circunstancia cuando recibió de largo
a un buen macho que no tardó mucho en entrar. A continuación, tras cargar el
tiro como todos deseamos, metió en plaza a otra pareja, no sin esfuerzo y, tras
matarle el macho, para ver cómo se comportaba con la hembra, a la hora y diez
minutos le abatí la viuda -teniéndola siempre a la vista- tras una labor de
maestro, con repetitivos titeos y sin descomponerse lo más mínimo. Y estamos hablando de un pollo de dos celos criado en casa con progenitores autóctonos heridos en cacerías en tierras jiennenses. Así que a partir de este momento, el tiempo
dirá cuál será techo. Por el momento, tres puestos cumpliendo más que bien,
metiendo el campo en todos ellos, aunque en el primero, no creí oportuno
tirarle porque las camperas no estaban donde yo creía que deberían estar.
Aparte
de lo relatado, sigue sin llover en condiciones -aunque las previsiones eran de un invierno con bastante agua-, lo que significa que continua
la cosa casi igual y nuestras perdices camperas no muestran mucha disposición
para la pelea con el reclamo e incluso si vienen en pareja se quedan a unos metros de la plaza y de allí, canta que te canta, no se mueven. Eso sí, aún con el airazo que ha hecho algunos
días, cosa normal por estas fechas, siempre hay alguna que se da una vuelta por
la plaza para disfrute del que está apostado en el aguardo y el del repostero.
Destacando Ariza con dos fenomenales
puestos y el resurgir de Montija que, después
del mal año anterior, le abatí una
trabajada pareja autóctona en su segunda salida. Chimenea, Cristeño y Ronquillo cumplieron en el tanganillo y también
tocaron pluma.
En resumidas cuenta, que nos quede claro, que si todo fuera perfecto: meteorología, patirrojas camperas, reclamos y pajariteros, en una semana habríamos acabado con todo lo que se mueve en el monte. Afortunadamente se presentan muchos inconvenientes, pues si todo fuera coser y cantar, nuestra perdiz roja hace tiempo que se habría extinguido.
Para finalizar, decir que ayer y esta madrugada ha llovido bastante por esta zona, aunque en el momento de escribir este artículo, 17,30 hace un aire de espanto, lo que secará la tierra y volveremos casi seguro al punto de partida, pero algo es algo.
En resumidas cuenta, que nos quede claro, que si todo fuera perfecto: meteorología, patirrojas camperas, reclamos y pajariteros, en una semana habríamos acabado con todo lo que se mueve en el monte. Afortunadamente se presentan muchos inconvenientes, pues si todo fuera coser y cantar, nuestra perdiz roja hace tiempo que se habría extinguido.
Tres momentos de diferentes puestos. En la primera imagen se aprecia una pareja atrancada al lado del puesto sin dar la cara. La segunda nos muestra a Montija con la pareja abatida. En la última podemos ver a Fabián con sus trabajados trofeos.
Con tu permiso copio y pego esta nueva entrada, me la quedo y la dedico a nuestros antepasados.
ResponderEliminarPd.Y en especial a mis padres que me infundieron a que no dejase de buscar la fuente.
Si en todos los puestos entraran muchas camperas y bien, seguro que yo no dejaría de ser cuquillero. Se convertiría en una actividad cansina, sin merito alguno y una aburrida rutina que perdería su encanto. Lo que me agrada y engancha es la sorpresa y lo inesperado.
ResponderEliminarMuchas veces me siento recompensado con sólo escuchar mi reclamo, viéndolo activo y alegre. Lo peor que llevo es cuando la jaula arruga la chepa y no abre el pico.
Pero cada jornada es un reto sorpresa del que confiamos salir airosos. Sea matando o no. Y, sobre todo, siempre disfrutando cada segundo con la esperanza puesta en nuestro familiar reclamo.