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Montija de mayor en La Dehesa de Enmedio |
No
es que en los primeros días de la apertura de la temporada no hicieran falta reclamos que dieran el nivel para atraer
a las perdices campesinas, pero con el paso del tiempo, el campo aprende y el
llevarlo a plaza empieza a estar bastante complicado. Ahora, en la "segunda vuelta", aparecen las carencias de más de uno de los inquilinos de nuestro jaulero, por lo que en éste comienza a haber huecos libres. Algunos de los reclamos que antes de iniciarse el
periodo hábil eran una maravilla por las cositas que hacían, ahora nos
demuestran lo que realmente son: cantamañanas. Eso sí, los consagrados, de los que como bien
sabemos, se pueden contar con los dedos de la mano, seguirán siendo nuestro estandarte,
pero las medianías y la tercera línea principian a “cantar la gallina”, es
decir, las patirrojas ya capoteadas comienzan a “pintarles sus caras” y sus
respectivos dueños terminan reconociendo que algunos de aquellos pajaretes que les prendaban, cuando llegaron a las jaulas, no son más que una partida de
mochuelos. Debido a ello, aunque más de una vez lo parezca, no es oro todo lo
que reluce en otoño. Unos porque se pasan y otros porque no llegan es lo normal
por estas fechas. De esta manera, podemos encontrarnos con los que se quieren “comer”
al campo en cuanto lo escuchan o lo barruntan y otro que cierran el pico o hacen lo mínimo cuando las patirrojas se acercan, por lo que éstas terminan por no dar la cara. Y lo lógico, después de mucho
mimo y cuido durante bastantes meses, es que este personal tome puerta. Lo que puede ocurrir es que, en bastantes ocasiones, aún a sabiendas que un determinado ejemplar no da para mucho más, nos
quedamos con él y lo volvemos a aguantar un año más, para a la siguiente
temporada darle larga, sin darnos cuentas que, por estas fechas, el que no muestra buenas maneras no sirve y no se le de más vueltas.
Eso sí, como bien debemos de saber, cuando el año está muy malo, como éste, los pájaros de jaulas son el fiel reflejo de los del campo y no actúan como debieran, por lo que hay que tener muy buen ojo clínico a la hora de quitarnos de encima a un determinado componente del jaulero, porque puede haber errores de peso. Pues no será la primera vez que soltamos a unos de nuestros perdigones por no estar en forma y luego dan la cara. En pocas palabras, esto del reclamo no es nada fácil y el que se jacte de saber mucho de él está equivocado, pues nunca llegamos a comprender ni a entender muchas cosas. Es más, cuando llegamos a tener claro alguna circunstancia sobre este mundillo, la realidad diaria viene a dejarnos bien claro que somos unos perfectos anafalbetos. Pues no olvidemos que engancha de esta modalidad cinegética es que ni lo sabemos todo, ni, afortunadamente, todo es matemáticas. Ahí reside la grandeza de nuestra afición.
En cuanto al día a día y en lo que a mí respecta, he ido poco al campo, solo dos días y una mañana, pero como he dicho anteriormente cuatro ocupantes de mi
jaulero han pasado a otras manos, incluso uno de ellos aún tirándole dos
machos, pero con inmensa suerte y sin dar lo que esperaba de él. Los otros, con
pájaros muertos no acababan de ofrecer lo que yo esperaba de ellos. Por el
contrario, Ariza sigue bastante bien,
al igual que Cristeño y Montija. En lo referente al campo, las autóctonas están casi imposible como es normal en ellas y las de repoblación muy similares y, como suele ocurrir la gran mayoría de las veces, de las damas para qué hablar. Aprenden rápido y saben "latín" y, por supuesto, ya no las engaña cualquiera que esté en la mata.
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Cristeño en plena faena |
Aparte
de lo meramente cuquillero y vaya desde aquí mi agradecimiento, mi coche, aun con la falta de lluvias, se me
quedó atascado al máximo aunque tiene 4X4, pero con la colaboración de los compañeros de coto, no sin
esfuerzo por su parte y con la ayuda del Land
Rover de Manolo Somoza, se consiguió sacarlo del barro.
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Andrés Fernández y Manuel Somoza en plena tarea |
El tiempo que hemos tenido ha propiciado que el campo esté pasivo y no haga caso al reclamo. Igualmente, el de la jaula, al no encontrar pelea, predica en el desierto y acaba aburriéndose o, como nosotros, desesperado.
ResponderEliminarDeshacerse de reclamos en estas condiciones puede llevarnos a errar. Pero lo cierto es que te genera muchas dudas.
Esto se agrava cuando tenemos demasiados pájaros y queremos probarlos todos. Al final los acabamos escuchando a medias y con prisas.
Vamos a ver si llueve y tenemos unos días mejores para seguir probando con más fundamento.
Qué aburrida y monótona sería esta afición si sólo fuese llegar y besar el Santo y luego no tuvieses anécdotas para contarle a los nietos.
ResponderEliminarLa regularidad, el orden y la perfección destruyen el arte. La irregularidad es la base de todo arte.
Suerte.
Pd. En ocasiones y con uno de mis mejores reclamos llegaba al aburrimiento pues no me convencía aquello de llegar colgar y disparar y opté por cambiar con frecuencia de cazadero de día y de horario para salir de aquella espiral.
Aunque algún día sacaré el tema en un artículo monográfico, porque creo que lo merece, tengo que decir que, aunque con matices, el salir al campo a tirarle a nuestro pájaro nunca es aburrido, porque nunca la situación será igual. Lo que es aburrido, y no es el fin que buscamos, es salir al campo a volver tal como salimos.
ResponderEliminarCuidado que no digo que el disfrute esté en el matar, pero la caza tampoco es siempre cero patatero.
Saludos.
Quiero puntualizar lo anterior.
ResponderEliminarNo es matar y como tú dices debe primar la calidad, por supuesto que sí. Solo he querido salir al paso de que no se olvide, no es tu caso, que salimos a cazar, sin miedo a lo que puedan decir, en toda la dimensión de la palabra.
Lo demás y muy importante: cada uno pone la pica en el Flandes que conoce o le interesa.
El otro día y sin ir más lejos y con un amigo en el puesto dejé irse una pareja, incluso con su enfado, porque creía que no debía tirarla. Pero me reitero, el fín de la caza es cazar y ello lleva consigo apretar el gatillo. Aunque siempre haya cazadores y cazadores.
Saludos.
Felicidades, desde Trigueros.
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