A veces, me sorprendo por la facilidad que tienen algunos
aficionados a la hora de distinguir, a las primeras de cambio y simplemente con
echarle una ojeada la procedencia de un reclamo o, de paso, si lo que puebla
nuestros campos y entra en plaza son patirrojas autóctonas o de repoblación.
Sobre dichas apreciaciones a “salto de mata” no me puedo
pronunciar sin el debido respeto hacia quien las realiza, pero tengo que decir
que la experiencia me dice que, al menos para mí, el tema no es tan fácil, ni
mucho menos, aunque se esgriman para ello diferentes singularidades de nuestra
perdiz roja como pueden ser el policromatismo: colorido de la ”corbata”, el del
la pechuga, el de las patas… o, bien, la el tamaño de los ejemplares, extensión
de las cejas o de del negro de la collareta, las escamas de las patas, la
conformación de las espuelas o garrones… Y no es fácil porque el que lleve
algunos años de pajaritero bien sabe que, incluso hablando de perdiz salvaje, nos
podemos encontrar con diferencias muy significativas entre ejemplares
autóctonos de un hábitat u otro. Es decir, no existe un patrón fijo en cuanto
al fenotipo o apariencia externa, pues no todas las camperas tienen el mismo tamaño, ni la misma conformación
física, ni su plumaje, dentro de unos patrones, posee el mismo colorido...
Ahora bien, si nos referimos a la diferenciación entre perdiz auténtica y de repoblación,
aunque pudiera parecer más fácil, que en teoría debería serlo, debo decir que
tampoco lo es. Y no lo es, y eso es importante, porque, tras muchos años de
estudio, trabajo y esfuerzo se va consiguiendo una perdiz de granja con la
máxima pureza tanto fenotípica como genotípicamente hablando. Así, decir a la
ligera, campo o granja, creo que, como mínimo, es una frivolidad. Otra cosa,
pero entraríamos en otro tema, sería el comportamiento en el campo.
Pues bien, nada más que hay que darse una vuelta por grupos de
whatsapp, foros, Facebook… para advertir que lo que he expuesto anteriormente no
está muy lejos de la realidad. Ni que decir tiene que el binomio campo-granja
siempre ha estado, está y estará a la orden del día, aunque no debería ser así,
aparte de que, como he expresado, yo, al menos, no le tengo claro y he visto en
mis ya muchos años con la jaula a cuestas muchas patirrojas. Pues quitando el
escobillado de las puntas de las primeras remeras, característica clásica de
los ejemplares de granja, del resto todo es más que discutible. Por ello, quien,
a las primeras de cambio, asegura y certifica campo o granja, incluso visionando imágenes de jóvenes ejemplares, creo que no sabe
lo que dice o, por el contrario, es un fenómeno en esto del reclamo. Es más, si
por la perdiz de granja ya ha pasado una buena muda en el campo, las tonalidades de su colores han cambiado y ha desaparecido el
deterioro de la punta de las plumas rémiges más largas, entonces no digamos.
Sobre el tema y para terminar diré que en marzo de dos mil dieciséis planteé en este blog una encuesta basada en fotos de cabezas y patas de ejemplares abatidos -que he plasmado al principio- para ver quien acertaba en la dualidad campo/granja. Pues bien, de las casi 40 aportaciones, solo acertó uno, el resto erró. Lo que nos dice que no es el tema tan fácil como parece.
B dias.
ResponderEliminarCreo conveniente puntualizar dos cuestiones para que, en lo sucesivo, se tengan en cuenta.
1ª.- Los comentarios los publicaré solamente sobre la hora de la comida o de la cena. Con ello evito cometer errores con el teléfono, al que no domino muy bien.
2ª.- Para publicar un comentario desde Anónimo o desde UnknoWn/desconocido, ruego que conste en el mismo el nombre y apellido de quien lo realiza, de esta forma será más fácil para todos y sabremos a quien dirigirnos.
Además, vuelvo a repetir que el blog está abierto a cuantas colaboraciones se quieran realizar por parte de los lectores del mjsmo. De esta manera, artículos, anécdotas, relatos, fotos, pequeños vídeos personales..., serán bien recibidos y publicados si poseen una mínima calidad.
Un cordial saludo.
En España se sueltan o venden aproximadamente al año dos millones y medio de perdices con lo cual y por defecto la perdiz española está híbridada, unas más y otras menos, y sin mencionar blancos, platas o pechiblancos cuyo origen son de mutaciones en alectoris graeca y si tú no las sueltas, las suelta tu vecino e incluso muchos reclamistas sueltan el típico mochuelo o aquella que le salió hembra. Por todo esto y algo más la única prueba fehaciente es la del ADN.
ResponderEliminar...Pero ¿ porqué o para qué necesitamos saber con tanto ahínco
la procedencia o pureza de lo que tenemos o cazamos?-¿acaso nos lo exige la ley?-¿o tal vez para poder tener un argumento y joder al compañero cantandole aquella canción infantil: Tengo tengo tengo tú no tienes nada
Tengo tres ovejas en una cabaña?...
Lo escribí en mi blog y lo he comentado infinidad de veces:
La única verdad se ve en plaza.
Pd. No preguntes por saber, que el tiempo te lo dirá; que no hay cosa más bonita que saber sin preguntar.
Pd2. Un título muy interesante sería: ¿ Qué hacer con la perdiz después de conocer el origen, que paso hay que dar?.
Si señor, que más da campo o granja. Disfrutar con un reclamo en la jaula o, con las patirrojas, que participan en un lance, independientemente de su procedencia. Lo demás es no estar al lado de los tiempos que corren.
ResponderEliminarSaludos