miércoles, 30 de septiembre de 2020

LAS CUALIDADES DE NUESTROS RECLAMOS

       

     Un pájaro precioso que luego no dio los mínimos.


 

Aunque, como se suele decir, para gustos los colores, todo aficionado a la caza de la perdiz con reclamo tiene unos puntos de partida y un objetivo final para los reclamos que componen su jaulero o gallera. En unas palabras: que cada uno sabemos, o queremos saber, lo que deseamos con nuestros pájaros de jaula. Lo que pasa es que al haber tantos gustos como aficionados, pues al ser como los reclamos -únicos e irrepetibles-, tenemos infinidad de prototipos de machos de perdiz para nuestras jaulas.

 

Decir que yo tengo una idea específica de reclamo es como decir que hay miles de ellos, pero como en la diversidad está el gusto, vaya la mía sin olvidar que todos buscamos lo mejor en los que nos acompañan año tras año: buenos, bonitos y baratos. Lo que pasa es que reunirlo todo es imposible, a no ser que hiciéramos una aleación o amalgama de varios de ellos.

 

Tengo que puntualizar que, a primera vista, no me importa en demasía o, al menos, no es excluyente su morfología externa, siempre que mantenga unas mínimas hechuras, pero no me fijo en exceso en detalles o caprichitos, que para otros aficionados pueden ser importantes. Eso sí, no me gustan los ejemplares grandes, ni con espuelas de tal tamaño, pues he comprobado que suelen ser fuertes de recibo, pero tampoco son unas características de rechazo.

 

Una vez en casa, porque en un principio no se suele advertir lo que lo traen consigo, ya que solo se aprecia el fenotipo o aspecto exterior, en lo primero que me paro es en comprobar su nobleza, no la mansedumbre, porque hay pájaros nobles que no son excesivamente mansos -el de Manué y Chimenea, dos reclamos de primer nivel, fueron dos ejemplos de ello-. A continuación, si tengo la suerte de escucharlos cantar en casa, valoro su música -no perfecta, pero sí una cosa normal-, porque pájaros con cante de mayor o cuchichío picado o deslavazado no los quiero, aunque puedan servir como reclamos. Más tarde, aunque puede ser antes que el cante, si saca agua, hace el Cristo, se echa para atrás… malo. Por ahí, tampoco paso.

 

Con estas tres premisas, indispensables e innegociables para mí, llega la segunda parte: su trabajo en el campo, máxime cuando hay perdigones que ni cantan en casa, ni se mueven, pero que, cuando están en la jara, son todo lo contrario. Por tanto, lo primero que exijo es una pronta salida y trabajo más o menos constante, con o sin campo de oída. No tengo que decir que no quiero un reclamo que solo canta cuando escucha el campo, pues eso y nada es todo lo mismo, aunque haya días que este tipo de ejemplares, "cantamañanas", puedan dar un buen juego.

 

A continuación, busco que sepa marcar los tiempos cuando se le acerquen las patirrojas camperas, que se venga "abajo" cuando estas últimas estén cerca, que reciba más o menos ortodoxamente, que no abuse de las bulanas y que no pinche en hueso en la suerte suprema. Es decir, que utilice el "capote de brega", que cargue el tiro y reinicie una nueva faena.

 

Obviamente, el titeo, el recibir sin moverse, el casi ni escucharle cuando se acercan las montesinas, el levantar campo, el mandar a callar, el meloseo con las hembras… son actitudes y aptitudes que nos gustaría que reunieran nuestros reclamos, pero no pueden ser excluyentes si no las ponen en práctica porque, entonces, los jauleros estarían vacíos. Y cuidado, aunque parezca vulgar y que así los tiene cualquiera, si un pájaro de jaula reúne la nobleza, la salida en cuanto se pone en el campo, que trabaje durante un buen espacio de tiempo, música medianamente aceptable y que reciba y cargue tiro, sobra y deberíamos darnos por satisfechos. Buscar mucho más, posiblemente, será no dar nunca, si no hay suerte, con uno de ellos. Entramos en el mundo de los "banderas" y eso son palabras mayores pues, como siempre se ha dicho, de este personal hay quien se va a la tumba sin tener uno de ellos. Por tanto, todo lo reseñado en este escrito va enfocado al reclamo normal que nos gustaría tener y que más de una vez hemos tenido, sin pedirle mucho más. Es decir, el pájaro que nos hacer vivir, si no ocurre algo inesperado, buenos lances, que es de lo que se trata: divertirnos cuando salimos al campo a echar el día de perdigón.


    Para ir concluyendo, decir que hay una cualidad, el picoteo en los dedos, que a todo el mundo le encanta y con el que casi siempre "picamos" al comprar un macho para jaula. El problema surge que cuando abusamos de tal circunstancia, a veces, terminamos convirtiendo a nuestro reclamo en muñequero y todos sabemos cómo suelen actuar los que son así: muy bonitos y llamativos por las monerías que suelen hacer en casa, pero cuando los sacamos al campo y lo dejamos solo en el tanto o farolillo, nos tenemos que sentar al lado de donde está atalayado para que nos vea y canten, aunque hay excepciones de pájaros muñequeros que luego sirven en el campo.

 

Como epílogo, me queda por reseñar que un reclamo sin salida y que si el campo no canta no abre el pico, o que se queda mudo tras el tiro no lo quiero ni en pintura, pues son formas de actuar  que van con las actitudes intrínsecas del reclamo y, normalmente, no se suelen corregir, aunque pase el tiempo y se le den muchos puestos. Y como punto final, porque no se me puede quedar en el tintero, decir que hay pájaros de jaula más bien feotes, bravos y ariscos, con cante no muy ortodoxo -incluso bastante deficiente-, que “toman copas”, que se mueven más de la cuenta…. que, aunque a mí no me gusten, ni los quiera, no quiere decir que no sirvan como reclamos, pues muchos de ellos dan más que el avío. Por el contrario, muchos aspirantes a reclamos que han llegado a los jauleros de muchos aficionados y, aun teniendo una estampa envidiable, mansos y y con muy buena música, al final han visto puerta porque todo se ha quedado en eso: pájaros de salón que cuando salen al campo son unos auténticos mochuelos.

 

3 comentarios:

  1. Sólo recordar lo que estuvimos dialogando hace un tiempo.
    Esta modalidad de caza como otras muchas, surgió de la necesidad de obtener alimentos del campo y ahí había y cabía todo tipo de reclamo...
    Después y en los últimos tiempos y afortunadamente cambia radicalmente centrándose en el arte, y la selección para deleite de nuestra vista y oido.(y carniceros no faltarán).
    En cualquier caso, tanto en la época antigua como en la moderna, primaba y priman la cantidad de entradas en plaza ya que en caso contrario nos conformariamos con escuchar a los pájaros de perdiz en el balcón de nuestra casa y aunque los hay, la verdadera función para la que fueron creados es la que acabo de comentar según mi experiencia e indagaciones.
    Luego lo de los "caprichitos" es algo que siempre existe que aunque no sean acordes a la forma y color, seremos caprichosos en otros comportamientos y músicas es decir el capricho siempre nos envuelve de una forma o de otra...
    Recordar también lo que comentaba un amigo y gran pajaritero:
    EL MEJOR ES AQUEL QUE NOS HACE FELICES".
    Y como punto final otro recordatorio:
    Hay pájaros feos y defectuosos en forma color y cante a los que se les abaten muchas perdices y en contta, pájaros agradables a la vista y oído y compitiendo en el ring de concursos y campeonatos que cuando se enfrentan a las montesinas fracasan rotundamente, por lo tanto los "feos" algo dirán...
    P.d. No hay una patente por seguir sino una función que realizar.

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  2. Efectivamente, como hablamos en su momento, al ser el reclamo único e irrepetible, nunca puede haber un patrón fijo para su baremación. De esta manera, con lo bonito no se come y, por el contrario, como puntualizamos los dos, con no muy buenas trazas de belleza, canto y quietud puede ser un gran reclamo. Ahora bien, entramos en el mundo de los gustos y, como digo al principio, hay tanto como colores.
    De hecho, hace muchos años, un buen aficionado de Punta Umbría tenía un pájaro al que le llamaba El Fregona por no ser muy agraciado fenotípicamente hablando, pero en el campo era un auténtico fuera de serie. Por el contario, hace ya unos años, tuve un aspirante a reclamo de una afamada granja que se le metía por los ojos a cualquiera y con una muy buena música. Pues bien, no llego a nada, en el campo, excepto un día que echó unos reclamitos, nunca hizo nada.
    Además, como expondré, próximamente, en otro artículo, al final, lo que importa es ir al campo y venir de él contento y feliz, se tenga lo que se tenga. Ese debe ser el fin.

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  3. Jose Antonio. Hoy me quedo con tu epílogo :Si un pájaro lo sacas al campo y no canta,(no abre el pico aunque oiga), o le tires y quede mudo después del disparo, ¡No lo quiero ni en "pintura"!

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