viernes, 15 de enero de 2021

LA GRANDEZA DE LA AFICIÓN CUQUILLERA

 

                 Imagen de Chimenea al acercarle un valiente garbón abatido.

Nos podríamos imaginar lo qué ocurriría si en las temporadas de reclamo, las condiciones meteorológicas fueran en todo momento las idóneas, si no hubiera la más mínima señal de alimañas y/o rapaces, si los dueños de los acotados no realizaran labores ni con la tierra ni con el ganado en época de veda, que nuestros pájaros cada vez que salieran al campo dieran puesto de diez, que las campesinas siempre estuvieran en su sazón... Pues, sin lugar a equivocaciones, creo que la respuesta es clara: no quedaría una perdiz en el campo.

Afortunadamente, aunque pueda fastidiar bastante, existen una gran cantidad de inconvenientes a la hora de colgar y, gracias a ellos, año tras año, llegamos al comienzo de la nueva temporada cargados de una indescriptible ilusión. Si no los hubiera, esta modalidad de caza sería tan anodina que la afición de verdad, la de sentimiento y corazón, no existiría. Habría quien saliera al campo a matar perdices, pero cuquilleros de solera, no. La afición a la caza de la perdiz con reclamo persiste en el tiempo, porque su hechizo y el qué pasará la temporada siguiente o en el puesto próximo nos tiene siempre con el alma en vilo y es lo que engancha. Huelga decir que, por lo tanto, aquí la aritmética casi nunca acierta y ahí reside el enorme tirón que tiene esta ancestral y más que controvertida modalidad cinegética.

Si supiéramos que cada vez que saliésemos al campo, nuestro reclamo va a dar un gran recital y en todos los puestos vamos a abatir dos o cuatro patirrojas, llegaría el momento que ni siquiera se nos apetecería salir a colgar. La grandeza de este arte milenario, como lo han definido algunos autores, está en no saber cuál será el puesto de diez. La experiencia nos dice que puede ser cualquiera de los muchos que damos, pero nunca sabemos cuál será, por muchos condicionantes que se den para mal o para bien. ¿Cuántas veces salimos con el "figura" a un lugar de ensueño y volvemos con las orejas gachas?, o ¿cuántas vamos a sitios que no tienen nuestra bendición con un “mediacuchara” o con un pollo y volvemos embelesados?

Frases que todos decimos, escuchamos o leemos como: “ya empezamos”, “ya estamos igual que todos los años”, “el campo está fatal”, “de tres años, dos malos y uno regular"..., en el fondo, para mi personal entender, lo que hacen es reforzar nuestra afición y no lo contrario. Seguimos año tras año con nuestra "locura" porque lo que ocurrirá en el futuro es enigmático y esto es algo que siempre atrae al hombre.

Pero aparte de todo lo expuesto, que ya de por sí hace que esta modalidad cinegética llegue al alma de quien la practica, la caza de la perdiz con reclamo desde tiempo antiquísimos ha sido vista como una afición señorial y llevada a cabo siguiendo un ritual que raya en la devoción más que en lo venatorio. Tan es así que, hasta hace unos años, cuando en nuestro país comenzó el declive de la mayoría de las especies cazables, los cuquilleros eran minoritarios comparados con el resto de cazadores, pues muy pocos eran capaces de echarse a las espaldas la cantidad de inconvenientes y sinsabores, con la que siempre se ha encontrado dicha forma de caza. De hecho, en los núcleos rurales, que era donde tenía su mayor arraigo, los pajariteros lugareños no pasaban de ser unos cuantos que, normalmente, por tradición familiar, continuaban con la afición de sus ancestros. Y ellos, al igual que sus padres y sus abuelos, transmitían a sus hijos la grandeza, pasión y los rituales que formaban parte de esta emblemática modalidad de caza.

 En esta línea, el que se sienta cuquillero, pajarero, pajaritero, perdigonero, reclamista..., porque sus mayores se lo dejaron como legado, siempre ha debido tener y debe seguir teniendo bien clarito que salir al campo a cazar el reclamo conlleva, una serie de planteamientos éticos/morales y tradicionales, que solo pueden ser llevados a cabo por quienes valoran mucho más el encanto y calidad de los lances, que el número de patirrojas abatidas en unos determinados días o en la temporada. Es decir, se pueden tirar muchas perdices en un puesto, pero si no es con el esfuerzo del que está atalayado en el repostero, ni con la lucha denodada y valiente de las camperas, puede ocurrir, si se es cuquillero de pro, que no se llegue contento y satisfecho al cortijo. Por el contrario, cuando se abate un solo ejemplar, uno solo -como fue el caso de la imagen de entrada-, pero en donde existen momentos para el recuerdo por la grandeza el lance, entonces sí se da por terminado el puesto con un inmenso regocijo y se llega a la vivienda de la finca que no cabe uno por la puerta.

Para concluir, quiero transmitir, con pocas palabras, las sensaciones personales que me embargan en estos momentos tan difíciles en los que nos vemos inmersos y en la antesala de la apertura del periodo hábil en la zona A de Andalucía: indescriptible ilusión como si fuera un niño con juguetes de Reyes y, a la vez, enorme desasosiego por la posibilidad de no poder llevar a cabo nuestra modalidad cinegética como ya ocurre en otras Comunidades de nuestra querida España.

6 comentarios:

  1. Nos mantenemos a la espera de acontecimientos.
    Saludos para todos y fuerte abrazo.

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  2. A mi particularmente se cace o no mis reclamos me tienen hechizado.Mi mujer me dice que llevo dos meses arrastrando el ala.En mi tierra este fin de semana que se abre la veda no podremos desplazarnos por estar confinados perimetralmete y no poder salir de nuestro termino municipal.Pero el embrujo,las ganas y la cordura que no debemos perder me hace pensar que la próxima si. Saludos amigos aguardistas.

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  3. Buenos días José Antonio.
    No tengas la menor duda de que pase lo que pase nuestra pasión no recaerá nunca por qué es única e inigualable!!!
    Viva la caza de perdiz con reclamo!!!!👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
    Un fuerte abrazo.

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  4. Gracias por vuestros comentarios y miremos, independientemente, de quien pueda cazar y quien no, porque lo primero sea la salud. A partir de ahí, esperar a que esto se arregle y seguir las indicaciones que nos recomiendan los expertos.

    Saludos.

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  5. Este comentario me lo hace llegar Miguel Bulnes Cercas para su publicación en el blog.

    “Tú lo dices, es un enigma, es ese enigma el que embruja nuestras mentes y, como todo enigma, conlleva un misterio que los perdigoneros nunca resolvemos del todo y es ahí, en ese ir y venir, donde acomodamos nuestra pasión. Al menos es como sufro y disfruto yo la mía.

    Ya sabes que sin pasión, no pasaríamos de simples expertos. Y nosotros buscamos siempre la erudición del reclamo y, si conseguimos la nuestra, estaremos más cerca”.


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  6. El hechizo del Perdigón. Un veneno que se nos metió en la sangre hace ya muchos años y para el que no existe antídoto. Yo digo que cuando llega marzo no finaliza la temporada sino que comienza una nueva, porque se es perdigonero los 365 días del año. Feliz fin de semana y a disfrutar del campo y de los reclamos quienes podáis "colgar".

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