sábado, 2 de enero de 2021

UNA CURIOSA SORPRESA

      Hoy traigo al blog una curiosa anécdota escrita por mi sobrino Iván Lluch, aficionado a nuestra modalidad cinegética desde no hace mucho, pero que, a día de hoy, tras recibir el legado cuquillero de su padre, que nos dejó hace casi tres años, siente verdadera pasión por nuestra forma de cazar la perdiz.

ooo  O  ooo

Sabía, porque se lo había escuchado a mi padre que en esto del reclamo se presentaban situaciones inverosímiles e increíbles. Tan es así que, más de una vez, discutí con él porque lo que contaba me olía a mentirijilla de cazador, pero mi progenitor, curtido en mil batallas, siempre me decía que, en la caza del cuco, a veces, contemplas lances que, si no fuera porque los estás presenciando, nunca te lo creerías.

Luego, con el paso del tiempo, he ido comprobando que situaciones incomprensibles tienen su explicación cuando te encuentras en el colgadero. De hecho, aunque nunca me moló lo pajaritero, cuando acompañaba muy puntualmente a mi padre, ya pude ir comprobando que dar el puesto significaba verte inmerso en unas sensaciones y sorpresas totalmente diferentes a la caza al salto o al vuelo, que era en donde yo me sentía cómodo.

Sin embargo, cuando mi padre, Jerónimo Lluch, nos dijo adiós para siempre, en principio y casi a regañadientes, tuve que “lidiar” con toda la ganadería que dejó como legado perdigonero, más, como no, multitud de cachivaches y demás complementos cuquilleros.

Y lo que en principio fue una pesada carga que, para ser realista, no sabía qué hacer con ella, con el paso del tiempo, se fue transformando en una verdadera pasión por esta ancestral modalidad cinegética.

Tan es así que, poco a poco, cuando en el cazadero sólo estábamos el reclamo y yo, empecé a comprender y vivenciar situaciones que en boca que de mi padre parecían inverosímiles que hubieran ocurrido, pero que el día a día me iba mostrando que lo que pudieran parecer embustes de cazador eran una realidad que, a menudo, aunque sorprendentes, sucedían.

De hecho, en mi corta vida como cazador de macho de jaula, pues solo llevo tres años en la afición, ya he pasado por situaciones inexplicables que, posiblemente, unos años atrás me hubieran parecido inconcebibles. Tan es así que, esta curiosa anécdota, totalmente verídica, que relato a continuación es un botón de muestra. 

Y para “darle vida” a dicha historia, tengo que retroceder un año y situarme en Caña Santa, nuestra finca familiar, en una soleada y apacible tarde del mes de febrero.

Messi, uno de los pájaros medianetes que dejó mi padre, llevaba toda la tarde trabajando sin obtener repuesta por las inmediaciones donde estábamos colgando, La Loma del Cencerro. Tan es así que, casi a punto de dar por terminado el puesto, escuché un macho en el cerro de enfrente, La Solana, por lo que decidí esperar un rato más, pues Messi, que ya estaba un poco cansado de predicar en el desierto, había cambiado el tono de su música, dando paso a una alegría que antes no transmitía, pues el montesino cada vez se escuchaba más cerca y sus continuados cantos denotaban que debía encontrarse en su sazón porque, en pocos minutos, se encontraba en las proximidades del colgadero.

Messi, como pájaro ya placeado y ducho en estos menesteres, se vino "abajo" y, con no mucho esfuerzo, consiguió meter en plaza a aquel macho que con alas a rastras se dirigía raudo y veloz para el matojo donde estaba atalayado mi macho perdiz. Luego, tras intenso “diálogo” con mi reclamo, lo dejé “sin mover una pluma”, mientras Messi le dedicaba un suave y continuado canto funerario.

Pero, como la noche se echaba encima a pasos agigantados, me salí del aguardo, de piedra, por cierto, y cuál no sería mi sorpresa, cuando comprobé que aquel valiente garbón estaba anillado. Más tarde, al llegar al cortijo y contar lo sucedido a mi tío Antonio y enseñarle la anilla del campero, nos pusimos en la posibilidad de que dicho macho pudiera ser el que él había colocado en un terrero en el tronco de una encina de La Solana para que, con sus cantos, los componentes de una pequeña suelta con ejemplares de granja que íbamos a realizar al otro día, no se alejaran mucho de la zona. Circunstancia que comprobamos a la mañana siguiente, cuando nos acercamos al lugar para realizar la repoblación y nos percatamos de que el cajón estaba vacío, lo que vino a indicarnos que aquel valeroso macho, que entró en plaza con el mejor de los montesinos, debió levantar con el pico el ganchillo que cerraba la puerta y, en unos de sus movimientos, ésta se abriría y, consiguientemente, se habría escapado del terrero donde estaba metido.

                                              Iván Lluch Rodríguez.


4 comentarios:

  1. Gracias Iván por tu relato, que enseña mucho. Yo, que siempre me considere un "purista" fui reacio a los pájaros de granja (sobre todo en el cazadero). Al cabo de los años he de admitir que el celo de la Perdiz no entiende de genéticas (pura o cruzada) porque cuando estas aves tienen celo, no se "paran" a nada. Aún recuerdo una situación que me sucedió en la temporada 2010: hasta 3 veces tiré el mismo macho. Evidentemente no conseguí sacarle ni una pluma (salvo a la tercera, que fue a la vencida). ¡qué celo traía ese animal¡. Lo he contado en algunos círculos y algunos de mis contertulios se llevaban las manos a la cabeza, incrédulos. No hace falta que jure que eso sucedió realmente.

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  2. B noches.

    En primer lugar agradecer a Iván el participar en el blog y, como no, darle la bienvenida a la afición cuquillera. La savia nueva siempre es importante cuando hay palos por todos sitios. Es más, Jerónimo seguro que ha dejado su legado en buenas manos.

    A Ignacio decirle que nuestra perdiz es la que hay desde hace tiempo. Yo ya lo comprobé años atrás y lo tengo claro. Mas vale divertirse con lo que hay, respetando a lo demás, que sufrir con lo que podríamos tener, pues…, el purismo, muy respetable -como no podía ser de otra forma-, en los tiempos que corren no es una circunstancia fácil.

    Y hablar de lo que no es fácil, dígase perdiz de monte, a veces, no se puede entender, máxime cuando muchos aficionados no tienen la oportunidad, por mil motivos, de poder dar su opinión del tema. El mejor o peor es bastante discutible o, al menos, así lo pienso yo que he toreado en ambas plazas.

    Saludos y salud para 2021.

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  3. De gracias, nada. Este blog está abierto a todo el que quiera participar, dentro del respeto y cuidado de la Naturaleza y M Ambiente.

    Lo interesante es que personas jóvenes como tú tomen el relevo generacional en esta maravillosa, pero maltratada afición.

    Ustedes sí que merecéis un buen aplauso.

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