Como no puedo colgar un articulo sobre la actual temporada, que lo haré cuando tenga ordenador, aquí va otro artículo sobre lo que opino a la hora de lidiar con nuestros reclamos.
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Si partimos de la base que, el reclamo puntero, el
que en tantos y tantos manuales sobre nuestra modalidad de caza se describe
como de “bandera” y que, según mi opinión, nace y no se hace, está claro que
este tipo de ejemplares de jaula no necesita muchas enseñanzas para ser el
buque insignia y abanderado de nuestro jaulero o gallera, aunque también
debemos saber que estos ejemplares no llegan a las manos de todos los
aficionados a esta modalidad cinegética.
Ahora bien, el que tiene la suerte de
tropezar con uno de ellos, si su proceder es el correcto, su techo es incalculable.
No hay que ser un cuquillero de pro para saber que, actuando correctamente con
él en el puesto, colgándolo en sitios adecuados y procurándole en todo momento
un excelente cuido, será un reclamo que, día a día, irá aumentando sus innatos
recursos y posibilidades.
Pero dejando a un lado a estos ejemplares
de primera fila, porque como ya queda dicho, el dar con ellos no es tarea fácil
y nos paramos en el reclamo normal y corriente, debemos tener siempre presente que
éste, un ser vivo como cualquier otro, necesita unos aprendizajes para que a esas
condiciones y aptitudes de la que es portador, como a cualquier hijo de vecino,
se les pueda sacar el máximo rendimiento. De hecho, sería muy triste que
pájaros con buena madera fracasen, como ocurre en infinidad de ocasiones,
porque el pajaritero que lo tiene en su gallera es un auténtico negado en esto
del reclamo.
Dentro de un gran abanico de
actuaciones, el aficionado normal y corriente que vive para esta modalidad
cinegética, desde mi opinión, debe ofrecerles a sus reclamos un exquisito cuido
durante todo el año, porque como debemos saber, un reclamo mal atendido rinde
siempre muy por debajo de sus posibilidades. De esta manera, la alimentación sana
y equilibrada, la limpieza máxima de los diferentes habitáculos por los que
pasa en el transcurso de cada temporada y ofrecerles unos lugares medianamente
en condiciones para que su vida en cautividad sea lo más cómoda posible,
debemos tenerlo siempre presente. Dentro de estas pautas a seguir, nunca hay
que pasar por alto que una muda en condiciones proporciona un alto porcentaje
en los futuros éxitos y, lo contrario, muchas papeletas para la lotería del
fracaso.
Una vez que nos hemos referido a
cuestiones relacionadas con el trato que deben recibir los componentes de
nuestro jaulero, hay que tratar un aspecto fundamental: nuestra actuación en la
hora de la verdad, es decir, cuando estamos en el campo.
Lo primero, porque es básico, es la
elección de un buen lugar para dar el puesto, porque, aunque se puede llevar a
cabo en cualquier paraje o lugar del mismo, el éxito o fracaso dependerán
primordialmente del dónde. Así, ante todo, la oída es fundamental. Debido a
ello, colgar en zonas sin ella, en la gran mayoría de los casos, es sinónimo de
decepción. De esta manera, será fundamental que el sitio elegido sea una
pequeña elevación del terreno, para que las camperas del entorno escuchen bien
al reclamo y viceversa, hablando siempre de que el viento esté medianamente en
condiciones. Si ocurre lo contrario, habrá que buscar una abrigada para
resguardarse del mismo.
Luego, el conocer los hábitos y querencias
de nuestras perdices nos aumentará en un alto porcentaje las posibilidades de
triunfo. Así, a modo de ejemplo, el dar el puesto por la mañana en una cota muy
alta o, por la tarde, en una muy baja, es tener muchas posibilidades para
conseguir un cero patatero. Por ello, lo primero que debemos tener son unas
nociones medianamente elementales de qué hace una perdiz a lo largo de una
jornada. Si tenemos idea de esto, la elección del lugar, según la hora del día,
no debe ser muy complicada.
Hay que desechar en lo posible los
colgaderos excesivamente limpios de vegetación porque, si nuestras perdices
salvajes no tienen amparo, en caso de peligro, siempre se moverán por ellos con
demasiado recelo, desconfianza y suspicacia. Igualmente, tenemos que evitar
aquellos parajes muy transitados por personas, vehículos, maquinaria,
animales…, como pueden ser las proximidades de viviendas, cercas y corrales
para el ganado, carriles principales de las fincas, carreteras…
A continuación de elegido el lugar, es
importantísimo el emplazamiento del aguardo y del tanganillo. Huelga decir que,
aparte de tener el sol siempre de espalda, debemos tratar que nuestro portátil
esté camuflado por la vegetación del entorno. Igualmente, el farolillo o tanto se
debe emplazar a una distancia acorde con el arma a emplear y la orografía del
terreno, pero siempre sobre un lugar que no esté falto de maleza, para que las
patirrojas, si se acercan, entren sin desconfiar. Además, no debemos tocar en
demasía la vegetación de la plaza porque, si así procedemos, las camperas que,
como bien sabemos, conocen palmo a palmo el entorno, recelarán y, debido a
ello, su entrada en la misma será tarea muy complicada, máxime si son viudas
resabiadas o machos cobardones.
Más tarde, llegado el momento supremo,
la hora de apretar el gatillo y, con ello, finalizar la faena, lo único que
tengo claro, porque opiniones sobre tal circunstancia las hay variadísimas, es
que el disparo debe ser certero y que la perdiz a abatir esté en el lugar
idóneo. Luego, que si disparar al macho primero, que debe ser a la hembra, que
si carambola, que esperar a que llegue la pajarilla, que dejar mucho tiempo en
la plaza a las montesinas..., son cuestiones importantes, pero no trascendentales.
Es más, cada uno de nosotros, en una de las circunstancias reseñadas, podemos tener
ideas totalmente diferentes. Por tales
circunstancias, en mi caso particular, aun pudiendo estar equivocado, suelo
hacer lo siguiente:
- Si la cosa está regular, tiro en primer lugar al último que entra.
- Si no veo muy seguro la posibilidad,
nunca intento hacer carambolas, aunque no soy muy partidario de ellas.
- Suelo dejar las montesinas en la plaza el tiempo
suficiente para que el reclamo las “tome” bien, pero no excesivamente, pues soy
de los que piensa que llega el momento en el que está en el repostero se cansa
y baja su apasionamiento inicial.
- Es obvio que, no debemos disparar sobre
patirrojas que no estén “dialogando” con el reclamo. Pue si solo existe recibo
de pluma, evitaremos hacerlo.
- Si en el repostero tengo un pollo y entra una
pareja, disparo al macho para evitar que luego éste me pueda acobardar a la
jaula.
-Cuando he tenido la suerte de poseer un pájaro
buenecito, siempre he tirado primero el macho, para ver luego su calidad con la viuda, siempre más conflictiva, excepto en casos puntuales, para entrar en
plaza.
El reclamo que tengamos en el arbolillo,
haya campo o no, si no es por causas mayores, debe permanecer en el mismo el tiempo
adecuado, de una hora y media a dos. Si no es así, lo que haremos es
acostumbrarlo mal y, el día que tenga que echar una buena peonada, con casi
toda seguridad, no dará la talla
No debemos acostumbrar a los reclamos a puestos
específicos en determinados momentos -alba, sol o tarde-. Si así lo hacemos,
puede llegar el día que no cante a otras horas o que no trabaje lo suficiente
en puestos que no sean los de costumbre.
Aunque tengamos la suerte de poseer un “figura”,
el resto de nuestro jaulero o gallera, si queremos que alguno de ellos llegue a
lo máximo, debe tener las mismas posibilidades, en cuanto al momento del puesto
y al lugar del mismo, que el reclamo puntero. Pero muchas veces, por el deseo de hacer percha, en los buenos lugares y mejores horas se saca al que sabemos que dará el do de pecho.
Para finalizar, tengo que puntualizar
que cualquier apartado de los citados anteriormente, dada su importancia,
podría ser objeto de capítulo aparte, pero lo que he tratado en éste, desde mi
particular prisma óptico -más que discutible-, es exponer lo que pienso sobre la importancia que tenemos
los cuquilleros en la consecución de un buen reclamo. Factores que la
condicionan hay muchos más, pero estos a los que hecho alusión, creo que son
fundamentales por su gran importancia. También es verdad que otros muchos no
dependen del pajaritero y afectan bastante a nuestros perdigones, pero ahí no
podemos hacer nada: botes de las montaraces por un plomo de cabeza, aparición
en la plaza de animales salvajes, rapaces que intentan coger al reclamo, plomos
rebotados… De todas formas, todo lo anteriormente expuesto es válido para
cuando nos refiramos a aquellos pájaros de jaula que apunten buenas maneras. El que no
sirve, nunca será un buen reclamo, por mucho interés que pongamos y tiempo que
perdamos con él. Por tanto, mientras antes nos lo quitemos de encima, mejor, mucho mejor.
Buenos días...Amén. Acabas de describir el ABC de la Caza de la Perdiz con Reclamo:
ResponderEliminar- Cuidado de los reclamos
- Conocer las costumbres y querencias de la Perdiz
- La importancia de saber "ponerse"
- La culminación del lance
Muchas gracias J. Antonio.
Buenos días. Me parece una cronología perfecta. Únicamente añadiría una cosita, esa cosita es hablarle a tus reclamos, quizás sea una manía mía, pero yo les hablo mucho, me dirijo a ellos por su nombre y les digo cositas. Mi mujer me dice que hablo más con ellos que con ella, y que les piropeo más a ellos que a ella. En fin... las cosas que tenemos los perdigoneros que un poco locos si que estamos.Saludos.
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ResponderEliminarMuy buenas tardes, lluviosas y ventosas como hace días.
Ante todo, como siempre, agradecer los comentarios en el blog y los que, por diferente motivos, me llegan a mi wassap.
Como dije hace unos días, sin ordenador no puedo hacer mucho más, pues no soy un fenómeno del teléfono. De hecho, este artículo ya es antiguo con arreglos y refundido de otros dos. Eso sí, vuelvo a repetir que todo lo que comento es discutible e, incluso, en muchas puntualizaciones que hago puedo estar equivocado, pero es lo que pienso y hago. Ni nadie es perfecto, ni nadie lo sabe todo, ni como dice el amigo Alectorix, las matemáticas son exactas en esto del reclamo.
A Ignacio Palomo decirle que que más quisiera yo que lo que llevo al papel fuera Amen.
El hablar a los reclamos cono dice Paco Giraldo creo que lo hacemos todos, cada uno a su forma. Y es claro que, aunque los reclamos son muy desagradecidos, es obvio que nos conocen.
Y decirle a Miguel Bulnes, que a su comentario por wassap, sobre la ubicación de los aguardo no puedo ponerle un pero. Si yo digo que con el sol a las espaladas en este artículo, que es lo común, más de una vez he escrito que el sur/norte también es ideal porque sirve para la mañana y la tarde.
En fin, una vez más se demuestra que nuestro arte, como algunos compañeros lo llaman, no se ajusta a reglas fijas y que cada uno lo ve de una forma distinta y, además, más que respetable.
Saludos y esperemos que el tiempo se estabilice, pues a nadie le gusta dar el puesto con las ventoleras actuales -el agua bueno está-, pero esto es la caza del reclamo y debemos tenerlo claro.
También añadiría una de esas frases o dichos que es: 'hasta el más tonto hace relojes de madera', frase que, como la mayoría sabrán, viene a indicar o expresar de manera coloquial que hasta las personas menos preparadas son capaces de realizar grandes logros, resultando éstos sorprendentes.
ResponderEliminarYa sea por un golpe de suerte o por que les tocó la lotería y dispusieron de mucho tiempo libre y algunos euros en el bolsillo, sin ningún nivel de dificultad.