Dos imágenes del año cedidas por el autor del artículo
En el apartado de colaboraciones, traigo al blog este resumen de Vicente Hurtado, en donde nos da su visión personal de la temporada que acaba de concluir.
ooo O ooo
“Esta
temporada del año 21 del siglo 21, nos tenía sorpresas guardadas a todos, la
gran mayoría de ellas bastante desagradables por atacar directamente a la salud
de las personas (el bien más preciado de cada uno).
Por
lo que a mí respecta, la ilusión depositada en mis aprendices para esta
temporada, era altísima; máxime teniendo en cuenta que disponía de una buena
finca en la Sierra Morena cordobesa para disfrutarla entre tres amigos,
más el coto de la Sociedad de Cazadores de Encinas Reales (magnífico cazadero
de perdiz con reclamo en olivar). Todo hacía pensar que podría disfrutar de un
montón de pájaros en plaza.
En
el coto de Encinas Reales (mi pueblo), contamos con algo menos de 4.000 hectáreas de terreno de olivar
tradicional, dos ríos (Genil y Anzur) y multitud de arroyos, laderas,
cañones, etc. Esta orografía permite que la perdiz consiga sacar adelante su
prole de pollos, así como defenderse muy bien de los andarines con sus perros y
sus magníficas escopetas, con lo que, los aficionados a la jaula, tenemos una
buena densidad de perdices para disfrutarlas en el puesto.
Dentro
de esta extensión de terreno existen zonas más frecuentadas por todos los
aficionados y otras que, por la dificultad de las camperas en acudir al
reclamo, están poco jauleadas. Tengo que decir que una de estas zonas es mi
cazadero preferido porque allí me crió mi padre haciendo puestos de forraje y,
como consecuencia de ello, los conozco muy bien, las caras del Anzur.
Si
bien, es necesario comentar que (por aquello del exceso de aficionados
“sobrevenidos” desde el año 97), tenemos recortes importantes en los días de
caza y solo podemos hacer seis puestos en semana, 36 por temporada (puesto
arriba, puesto abajo). Este número de “culadas” es más que suficiente para los
aficionados que van a por número de perdices abatidas, pero no lo es en
absoluto para los que pretendemos hacer pájaro y solemos iniciar la temporada
con un nutrido plantel de “aprendices” (los conceptos son totalmente distintos), como quiera que sea,
es lo que hay y con ello tenemos que jugar.
La
cuestión es que desde el día 23/01/21 que empezamos a colgar esta pasada
temporada, hasta el 2/02/21 que me “encerraron” por positivo covid, hice
once puestos (dos de ellos a don Adolfo y el resto a pájaros de segundo
celo), todos los hice en la zona de mayor abundancia de perdiz, con lo que
pretendía facilitarles la vida a los “aprendices” y que les costara menos
trabajo escuchar la escopeta en sus primeros puestos.
Todo
me salió a pedir de boca, solo en una ocasión me equivoqué de sitio y el
aprendiz (B/1), se vino sin tirar, aunque hizo lo que se llama un
puestazo de hora y media de trabajo muy bien estructurado y abundando mucho más
en el cante por alto que en los cantos de pelea.
En
fin, en esa semana larguilla, dejé con varios tiros hechos a tres de los seis
segundas, pensando empezar a mover a los otros tres en la siguiente semana y
subirlos a todos tirados a la sierra para darles allí algunos puestos.
Ahí
apareció la fatalidad de dar positivo y, aunque asintomático, hubo que estar
metido en el chiquero hasta el día 15/02/21.
Cuando
pude salir reestructuré todo el planteamiento que tenía hecho para la
temporada. Decidí meterme en “mi cazadero” del Anzur y probar a tirar
allí a los segundos que aún no lo estaban.
La
sorpresa fue que los pájaros habían notado muchísimo la falta de “la mano que
mece la cuna”, unos se habían subido y estaban como borricos, otros se habían
venido atrás y apenas cantaban…para colmo Adolfo estaba visiblemente
envejecido…en fin, todo un cuadro, para empezar casi de cero.
Le
di a la cabeza todas las vueltas que pude y empecé a intentar reorganizar el
jaulero por ver si llegaban a final de temporada, esto no lo tenía nada claro
porque tenían tres semanas por delante y eso es mucho tiempo, sobre todo para
los que se habían subido a la parra.
Como
quiera que fuera, decidí no salir del cazadero que más me gusta y allí pasaría
lo que tuviera que pasar.
En
los primeros ratos que les di hubo tres (los que ya estaban tirados), que me
dejaron claro que necesitaban tierra a gritos y, como ya tenían el pelecho más
que ganado, los eché al terrero y me quedé más tranquilo en cuanto que reduje
el trabajo bastante, así es que me quedé con los tres que aún no había tirado y
con el reto de hacerles algún tiro con aquellas perdices tan complicadas.
Además, habría que hacerle algún puesto a los dos veteranos, Adolfo y
Castaño para que no se les fuera a olvidar torear en aquellas plazas.
Doce
puestos tenía por delante, repasé (garrote en mano y macuto al hombro) todos
los puestos que yo suelo hacer desde toda la vida, para mi sorpresa no se había
colgado en ninguno, así es que me dispuse a cazarlos todos a sabiendas de que
estaban muy animados de perdices camperas, lo que me hacía albergar fundadas
ilusiones de éxito.
Afortunadamente
y, para mi tranquilidad, mis objetivos se han quedado cubiertos. Los tres
segundos que me quedaban por tirar han sido capaces de escuchar la escopeta y
uno, de los que ya estaba tirado -que se recompuso con un par de días de
tierra-, también obtuvo recompensa a una
buena tarde de trabajo serio y pausado.
Los
dos veteranos han hecho varias dianas, este “ganao” sabe manejar sus recursos y
su sangre, de tal manera que -cuando se ven en aquellas laderas-, ya saben que
no se puede tener prisa y que, cuando se
presenta el “esclarecío”, no se puede mover ni una pestaña.
Como
no todo puede salir bien, tengo que señalar que la parada nupcial de los grajos
y los aguiluchos ratoneros, me descompusieron en varias ocasiones a los
aprendices; para que no faltara de nada los andarines domingueros y los de las
motos del barro, también me echaron los
pájaros de plaza en algún puesto.
Así
pues, los doce puestos que tenía por delante en las últimas dos semanas en Encinas
Reales los he disfrutado muchísimo ya que no es nada fácil sacar de aquellos
hondos nueve tiros y teniendo en cuenta que cinco de ellos han sido a los
nuevos, con lo que el gozo es enorme.
Para
rematar la temporada me subí con los compañeros a echar unos días en Sierra
Morena.
Sólo
eché los dos veteranos y un segundo (Filemón), aún a sabiendas de que
cazaría más con los pájaros de uno de los compañeros que, por tener un jaulero
abundante y poca edad (25 años), no le había dado tiempo a verlos todos y solicitaba
ayuda.
El
tiempo nos ha acompañado, la finca está muy bien de perdiz y -aunque son más
duros que la rodilla de una cabra-, no conozco la finca de nada y todo estaba
más o menos jauleado, he podido hacerme con tres machos y una hembra, esta
última a mi Adolfo que -a pesar de sus problema de salud- sigue
demostrando arte para torear en cualquier plaza.
Así
pues y a pesar de todo, no me quejo de la temporada. He dejado ocho pájaros
tirados, más otro que me ha cedido Pepe con tres celos y diez tiros hechos;
esos son los que están pelechando en casa, los pollos que han entrado a última
hora los pelechará Pepe.
Quiero
comentar una cosa que vengo observando desde hace varios años y que, no sé si
acierto o me equivoco, achaco al cambio climático. A saber, las pájaras que he
tirado en mi pueblo durante la primera semana eran nacidas y criadas en el
campo y todas tenían la overa hecha, la que he tirado en los últimos puestos en
el Anzur estaba para empezar a poner. Lo que me lleva a pensar que
aquello de “a primeros de abril pone el huevo la perdiz”, es algo del pasado
para más “perdigonás” cada año”.
Vicente Hurtado Navarro
Como siempre, agradecer a Vicente su colaboración con el blog con este artículo del resumen de la temporada 2021.
ResponderEliminarLuego decirle que, aparte de la experiencia Covid -superada felizmente-, me alegro que la temporada haya sido más o menos resultona, pues es lo que hay y con ello hay que lidiar. Lo importante, como él dice, es no podernos quejar, máxime, cuando se trata los dos palos: perdiz de repoblación, aunque sea nacida en el campo y perdiz salvaje. Ahí se ve lo que da cada tipo de patirroja, que yo lo tengo claro: disfrutar con una y con otra.
Saludos
Atipica, y rara, rara fue la temporada, sí, llena de sobresaltos incertidunbre y no sé cuantas cosas más.La rematé con un sabor agridulce esperando que la la próxima no esté llena de trompicones como esta.
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