Las expediciones -Excursiones para realizar una
empresa en punto distante, según la RAE-, como llamaban antes cuando un
grupo de amigos se trasladaban a un determinado lugar para cazar el reclamo, es
un expresión poco utilizada hoy día en la afición cuquillera, pero que si le echamos
un vistazo a cualquier manual pajaritero de los años cincuenta/sesenta -sirva
de ejemplo la obra Perdices en plaza del marqués de Melgarejo- o
hablamos con nuestros mayores, era lo cotidiano entre los aficionados a la caza
del perdigón. Así, los enseres cuquilleros, los pájaros que se iban a llevar, los
alimentos, los productos de aseo, algún que otro medicamento, el tabaco y los
librillos de papel de fumar -muy usuales por aquellos años-, las bebidas, la
ropa personal y de cama, los alimentos para los reclamos; la cartas, el dominó
y otros juegos… eran preparados concienzudamente para que no faltara de nada -aunque
siempre algo se olvidaba-, para los días que se estuviera en un determinado
cazadero.
Pues bien, relacionado con lo dicho en la
introducción, tras preparar casi todo lo reseñado en el párrafo anterior,
varios amigos y nuestras respectivas, nos hemos trasladado cuatro días de esta
semana, como ya habíamos hecho en años anteriores, a una finca de la provincia
de Toledo para echar unos días de reclamo y de relax, tanto para los
reclamistas como para las mujeres, pues mientras unos andábamos dando el puesto
en el campo, nuestras parejas daban sus vueltas por la población de residencia
y otras de la zona.
En lo referente a lo puramente del reclamo, la
propiedad donde hemos cazado cuenta con una buena gestión de repoblación a
la hora de las sueltas de perdices, pues ésta se lleva a cabo a
finales de verano o principios del otoño y, además, unido a ello, se cuidan muchos aspectos que influyen positivamente en
los buenos resultados de esta modalidad cinegética: buena densidad de perdices, siembras
abundantes en lugares estratégicos, control de predadores autorizados por la Ley,
puntos de agua y comida en los lugares más áridos, buenos caminos para los
accesos a casi todos los rincones de la misma… Es decir, todo aquello que
necesita un pajaritero para disfrutar unos buenos días de caza con reclamo
alejado de la rutina diaria.
El acotado, bastante extenso y con muy buena densidad de perdices, permite, desde hacer buenas perchas, si se da el puesto en las zonas de mayor densidad de patirrojas, a colgar en lugares de sierra pura y dura, en donde o, hay reclamo en el repostero o, en contra de los que muchos creen, no se tira, pues los ejemplares, bastantes de ellos nacidos y criados en dichos parajes, no son fáciles hacerlos entrar en plaza. Aun así, si se tiene reclamos que dan el avío, siempre es más fácil que con el ganado autóctono, máxime esta temporada, en donde estos últimos han estado fatales.
Además, la repoblación, en condiciones normales,
sin abusar de gatillo, te da la posibilidad de comprobar lo que tienes en el
jaulero en lo referente a los más jóvenes, ya que los de campo, con lo malo que
están, no permiten, la mayoría de las veces, comprobar la valía de los noveles.
Ni que decir tiene que este tipo de experiencia suele ser positiva, ya que la convivencia siempre lo es entre personas que se estiman, como es el caso. Por lo tanto, vaya mi sincero agradecimiento a Diego Rama, Agustín Gallardo y a sus respectivas señoras, por el buen trato recibido en los días que hemos estado conviviendo por tierras manchegas.
Gracias por participar en este blog.
ResponderEliminarEntraré y veré los blog.