lunes, 21 de febrero de 2011

CAZANDO EN LA SIERRA.


Llevaba varios puestos sin tocar pluma y, cuando menos lo esperaba, por las dificultades que encierra la caza en algunos lugares, como en este caso fue la sierra, sonó la flauta. Además, Chimenea, empieza a ser, como mínimo, un pajaro más que prometedor.

La sierra de Huelva, al igual que las de las otras provincias andaluzas, tiene ese encanto especial que hace sentirnos diferentes cuando andamos por dichos parajes. La belleza del paisaje, el aroma de su flora y la pureza del aire, hace que nuestro organismo y nuestro espíritu “carburen” de forma distinta.

Pues allí, en las últimas estribaciones de la sierra y formando parte del Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, se encuentra la pequeña, pero encantadora localidad de Cortelazor y, algo más allá, la ermita de su patrona: la Virgen de Coronada. Esta sencilla ermita, forma parte de los terrenos de una dehesa del mismo nombre. Dicha finca -2400 ha-, propiedad de la familia Mora Bermejo, está dedicada a la cría de ganado vacuno para carne, cerdo ibérico en época de montanera y algo de ganado caballar. Además, la caza mayor, es otro de sus de sus encantos.




Así, este domingo pasado e invitado por el administrador de dicha propiedad, Antonio González y su hijo Juan Carlos -antiguo alumno mío en época de la EGB-, me trasladé hasta allí para echar el rato con la familia y , de camino, dar el puesto.


La finca, al estar dedicada a la ganadería y caza mayor, tiene dos partes totalmente distintas. Una sin monte y, otra, con todo lo contrario. Por tanto, ni tiene mucha perdiz, por los jabalíes y alimañas, ni muchos lugares para colgar, ya que además, el terreno es excesivamente quebrado. Pero los pocos que tiene, son una maravilla y las patirrojas que los pueblan, son las auténticas  salvajes, ya que, afortunadamente, a estos parajes no ha llegado la granja.


Por el camino que separa Huelva de La Coronada -115Km con bastantes tramos de difícil carretera -, la atmósfera fue empeorando poco a poco. Por consiguiente, al llegar al destino -las siete y veinticinco-, la meteorología estaba mal: mucha humedad por las últimas aguas caídas, bastantes y amenazadoras nubes bajas e intenso vendaval. En una palabra, una auténtica jodienda.


Desayunando, desayunando, estuvimos por no salir, pero al final, como suele ocurrir casi siempre en estos casos, nos armamos de valor, cargamos todos los cacharros en el coche de Juan Carlos -los carriles estaban impracticables y el RV-4 mío no tiene reductora- y enfilamos para el cazadero de la mañana. La cual, no acababa de mejorar, aunque no llovía.





Con el sol queriendo aparecer, pero sin darle paso las nubes y con un verdadero ventarrón, el Guerrilla, tenía que dar la cara y así fue. Durante cerca de dos horas, estuvo luchando contra las inclemencias meteorológicas, pero el campo, que le cantaba más bajo de donde él estaba, no quiso ascender -está claro que la perdiz no es amiga del viento- y dar la cara. Así que, un poco harto de la situación, con el cuerpo cortado y, Juan Carlos, un poco “aburriete” al no ser cazador, dí por finalizado el puesto. Luego, dimos una larga vuelta por la finca y buscamos un lugar para la jornada vespertina, si el tiempo cambiaba.



Una vez en la casa, con Conan -mastín del Pirineo-, el guardián de la vivienda, descansando plácidamente en la puerta de la misma , mientras los pájaros comían y bebían, nosotros no lo hicimos peor. Con un poco de mosto gaditano, chorizo “pata negra” casero, encima de la mesa y la chimenea al lado, hablamos de mil cosas, recordamos otras muchas y pasamos el rato hasta el almuerzo: “un puchero pa resucitar a un muerto, un peazo pringá de las que quitan el sentío” y, para que no faltara de nada, tinto “Malvecinos“ crianza 2003 y denominación de origen de la familia propietaria de las tierras-. Hasta hubo besito cariñoso del matrimonio que, según propias palabras, se encuentran allí como en la gloria.






La familia al completo: Juan Carlos, Antonio, María Luisa y Eulalio. Nunca, hace unos años, se hubieran figurado lo bien que estarían hoy.



Este es el plato de puchero que me puso la amiga María Luisa, el cual no fui capaz de comerme, el vino y la “señora pringá”.





Ya por la tarde, que había mejorado bastante, aunque el viento no había amainado del todo, nos fuimos hasta donde teníamos visto y, allí, en una loma a media costana de un empinado cerro y, con gran oída, desenfundé a Chimenea a las cinco y diez. El cual, tras otear durante unos segundos los alrededores, estuvo más de veinte minutos como solista de la orquesta, lo que me dio por pensar que así terminaría la tarde, pero no fue así. El potente reclamo de un macho -de esos que secan la garganta-, por encima de nosotros, vino a comunicarnos que no estábamos solos. Tan es así, que un buen rato después, tras su peculiar callada y estatuario incluido, Chimenea, comenzó a emitir sus inaudibles piñoncitos y, segundos después, un impresionante y beligerante campero -528 gramos exactamente-, se presentó en la plaza a toda velocidad y con el ala a rastras. La hembra, que no quiso dar la cara, tras apreciar que su compañero había pasado a mejor vida, voló y canturreó un poco en la lejanía, pero poco más. Eran las seis y veinte, sin sol -lo tapaba en terreno- y fresquillo. Por tanto, finalicé la buena tarde con un nuevo y agradable sabor de boca que me deja este prometedor pollo. Una fotos para las posteridad y a recoger. Huelva me esperaba a un buen número de km y, pronto, sería de noche.

Imagen de Chimenea con el enorme campero a sus pies. Siempre erguido en la jaula y con la cabeza en el techo de la misma.



En esta última foto, se puede apreciar el gran macho abatido.




3 comentarios:

  1. Estimado amigo.

    Es un verdadero lujo el recorrer tan maravillosos lugares y si se tira un macho como el de la foto, la alegría será doble.

    Un saludo y gracias por el trabajo de día tras día.

    ResponderEliminar
  2. Querido amigo maestro.

    Enhorabuena por su reportaje y descripción de la jornada que difrutamos el pasado domingo , para mi familia y como no para mi ha sido un gran placer haber compartido y disfrutado de tú presencia.

    Un saludo y un abrazo de su antiguo alumno

    ResponderEliminar
  3. Bonito puesto ente tantas dificultades que al final tuvo su recompensa.

    ResponderEliminar