Cartel anunciador de piensos Catyd en 1960 |
Pues bien, en un principio, los piensos compuestos fuesen de la marca que fuesen, implicaban una nueva forma de alimentación para reclamos y solo supusieron un cambio radical en la nutrición de las perdices enjauladas, pues se cambió el grano natural -trigo, cebada, maíz, guisantes, pipas...- por un tipo de producto elaborado. Sin embargo, desde hace unos años, cada casa comercial tiene distintas variedades, según edad y época del año, lo que supone, a veces, un verdadero rompedero de cabeza a la hora de elegir, máxime cuando el aficionado cuquillero se mueve por el conocido “me han dicho o he escuchado” o “tal pienso u este otro va de maravilla”. De hecho, casi todas las empresas que los fabrican ofertan las variantes de Mantenimiento y, cómo no, Alta energía o de celo, que se diferencia de la citada en primer lugar en algunas modificaciones en los ingredientes que entran a formar parte de la composición del mismo, principalmente, en el apartado proteínico. Así, este componente nutricional pasa del 16/20% que es, por término medio, la proporción que llevan la mayoría de las marcas en la variedad normal, al 22/25% que es el porcentaje de proteínas que contiene el de alta energía.
Al mismo tiempo, las casas fabricantes de piensos de perdices anteriormente citadas y otras muchas que circulan por nuestro país, recomiendan que, a partir de mediados del otoño, se les suministre a nuestros reclamos la variedad “milagrosa” de alta energía, con el fin de que los componentes de nuestros jauleros adquieran esa fortaleza y vigor necesarios para que, una vez en el campo, sepan imponerse y ganen la batalla a sus congéneres salvajes.
Ahora bien, desde mi humilde punto de vista, creo que, con ello, aparte de pagar unos euros más, aunque en esto del reclamo nunca se escatime lo más mínimo, no conseguimos prácticamente nada en cuanto al aspecto positivo -aunque a veces, dígase muda, sea necesario mayor aporte energético- y sí mucho en sentido contrario, siempre y cuando hablemos de aficionados que están los trescientos sesenta y cinco días del año “encima” de sus reclamos. No obstante, si lo que queremos es poner a nuestros pájaros de jaula en marcha en veinte días o poco más, a lo mejor -circunstancia que ocurre con más frecuencia de la debida-, el alta energía más otros recursos que se suelen utilizar -luz, golosinas, vitaminas…- sea un buen remedio para quien no mira para los integrantes de su jaulero, nada más que cuando se acerca su periodo hábil de caza. De esta forma, posiblemente, cuando estén en el tanto o repostero, serán unas máquinas que permanecerán dos horas cantando y utilizando todo el repertorio musical que llevan en sus códigos genéticos. Sin embargo, estarán faltos del encanto, galantería y zalamería que debe acompañar a todo buen reclamo y, con estos condicionantes, las patirrojas camperas, en vez de acercarse, se quitarán de en medio o se atrancarán y no darán la cara. Aun así, dichos reclamos habrán dado un gran puesto, siempre hablando, por supuesto, de los pajaritero de turno a los que tanto les gusta este tipo de perdigones cantarines.
Del mismo modo, a veces -más de la cuenta-, si nos pasamos en las proteínas, las temidas mudas extemporáneas pueden surgir, con lo que la temporada del reclamo habrá finalizado para el aficionado correspondiente y aparecerá el sofocón irremediable, sin olvidar las muertes repentinas por sobrealimentación.
Por consiguiente, y por todo lo anteriormente expuesto, soy de los que opino que un reclamo de los de “andar por casa” que es lo que hay en la mayoría de los jauleros, pues los mochuelos no tienen solución por mucho que nos esforcemos con ellos, teniendo a su alcance una alimentación equilibrada durante todo el año, incluyendo cualquier pienso de mantenimiento de cierta garantía en su dieta diaria -y lo recalco: cualquiera-, el soleo y el cuido a diario, no necesita un “chute” poco antes de comenzar la temporada para demostrar lo que es, pues por sí solo se debe bastar. El día a día lo va encelando de forma natural y terminará la temporada más o menos en condiciones según su temperamento y actitudes, circunstancias que también debe conocer y no olvidar el cuquillero.
En resumidas cuentas, podemos tener bien seguro que este pienso o aquel, dentro de una cierta calidad de las empresas fabricantes -que la gran mayoría la tienen-, será más que suficiente, sin el alta energía, para que nuestros queridos reclamos lleguen en óptima forma a la apertura del periodo hábil de su caza, sin que a los quince días y, tras cuatro o cinco perdices abatidas, se “suban por las paredes” y se pongan tan fuertes de recibo que espanten más que atraigan. Pero que tengamos bien claro que al mochuelo, al maula, al cantamañanas...., aunque le echemos "jamón pata negra" en su dieta, no dejará de ser un sinservir. Consiguientemente, no andemos cambiando cada dos por tres de pienso pensando en que, con éste o aquel -porque Fulanito o Menganito dicen que son buenísimos-, vamos a transformar a quien no da para mucho más, en un pájaro de jaula de primera fila. Por el contrario, el reclamo de nivel, con "papas a lo pobre", estará en marcha en "cuatro días".
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