Cuando alguien dijo aquello de que "para gustos los colores", seguro que no sabía con exactitud la circunstancia tan incuestionable y palmaria que estaba enunciando. Y es así, porque cada persona es un mundo diferente a lo hora de los gustos o formas de actuar ante una situación que se le presenta.
Pues bien, lo anterior, trasladado al mundo de la caza de la perdiz con reclamo, viene como anillo al dedo y no en una cuestión puntual, sino en cada una de las situaciones que rodean a nuestra querida y ancestral afición. Sin ir más lejos, el espacio de tiempo que cada cuquillero suele dejar a las perdices en la plaza, antes de abatirlas, es una de ellas y en la que, difícilmente, nos pondremos nunca de acuerdo, pues los legados familiares y costumbres priman, a veces, sobre lo demás.
Está claro que doctores
tiene la iglesia y cada maestrillo, su librillo, pero llegar a una entente
común sobre el tiempo que debe transcurrir desde que una perdiz campera se presenta
delante del reclamo, hasta el momento de apretar el gatillo es complicado,
bastante complicado. De esta manera, si dejamos al lado a los que disparan a
las montesinas en cuanto aparecen por el tiradero para que no se le vaya a escapar la pieza y nos referimos al aficionado
normal, al que aguanta que el reclamo que ese día tiene atalayado en el repostero, reciba
en condiciones o “tome” bien a la patirroja o patirrojas que hayan llegado a su
presencia, entramos en un mundo en donde cada uno tiene su particular y, por lo
tanto, muy respetable opinión. Debido a ello, desde el que le gusta no dejar al
campo mucho tiempo delante del que está en el pulpitillo, entre los que me
incluyo, pasando por el que espera una eternidad, existe un amplísimo abanico
de gustos, opiniones y maneras diferentes de actuar.
De todas formas, como la
opinión que se tenga debe ser respetada, aunque pueda ser no compartida, sobre
esta cuestión, mi apreciación particular y que suelo llevar a cabo, en
condiciones normales, es la siguiente:
Pienso y creo que no estoy muy equivocado al
decir que el reclamo de turno, llámese como se llame, en cuanto barrunta que las perdices montesinas están
por los alrededores del colgadero o cuando éstas acaban de entrar en plaza, llega al más alto grado de excitación o estímulo, estado que, con el paso de los
minutos, lo normal es que vaya decreciendo paulatinamente. Tan es así que, de
vez en cuando, el de la jaula pasa un poco de las camperas, porque su dueño ha
abusado del tiempo. Situación que se puede comprobar, más que perfectamente,
cuando probamos algún pájaro sin escopeta, puesto que, en algunas ocasiones, las
camperas están tanto tiempo cerca del reclamo que éste, alguna que otra vez,
hasta termina sin cantar, alambreando e, incluso, botando.
En esta línea y por citar
un ejemplo, tengo que decir que, hace ya unos buenos años, una pareja de
perdices autóctonas se estableció para anidar, en los alrededores de la vivienda
de la finca que tengo arrendada de hace ya bastantes tiempo. Tan es así que, llegado el momento, sacó
trece perdigones pegandito a la misma. Pues bien, un buen día casi al final del periodo hábil, como solía hacer
de vez en cuando, coloqué un pájaro novel sobre el troncón de una pequeña palmera que hay en
las inmediaciones del cortijo para que tomara el sol y cantara y, en cuanto
echó tres cantes de mayor, le entró la citada collera. Las recibió con un ímpetu tal,
que la jaula se le quedó chica: bulanas y más bulanas, cuchichío, piñones…
Pero, a medida que iba pasando el tiempo, también iba pasando su fogosidad,
hasta llegar el momento en el que tuve que salir de la casa para espantar al
macho -pues la hembra se fue al poco tiempo de entrar-, porque el buen señor ya
no quería saber nada del garbón campero. Ni que decir tiene que el tal mochuelo,
no aguantó mucho en mi jaulero.
Entonces, con el ejemplo anterior y otros muchos que se podrían citar, ¿cuál debería ser el espacio de tiempo idóneo...?
En la línea de la anterior pregunta, personalmente pienso, aunque la respuesta es bastante complicada, porque cada lance es diferente, que debemos dejar a las camperas ante los ojos del reclamo poquito tiempo, no entrar y zambombazo, pero no mucho, máxime cuando hablamos de montesinas autóctonas. Es decir, que el del farolillo o pulpitillo vea a las patirrojas que llegan, que las tome bien, dos o tres vueltas, si es que las dan y no mucho más.
Siguiendo con la línea
anterior, en cuanto observemos que nuestro reclamo está en todo su esplendor de gozo, independientemente de otras muchas circunstancias, debemos
apretar el gatillo. Ahora bien, como incidencias diferentes se pueden presentar
muchísimas, habrá que saber cuándo debemos esperar un poco más o, por el contrario,
no debemos esperar nada. Eso sí, a veces, no tenemos más remedio que dejar que
pasen los minutos, como cuando entra uno de los componentes de una determinada
collera y esperamos a que lo haga el que se ha quedado atrás, porque todavía no se encuentra en su sazón u otra circunstancia. Pero por regla general, no deberíamos alargar en demasía la espera, o
al menos, y vuelvo a repetir, esa es mi forma de pensar y actuar, aunque pueda
estar equivocado.
Y no es flor de un día, ni escribir por escribir, sino que año tras año he ido comprobando que, al menos para mí, es la mejor forma de proceder que, por las razones expuestas anteriormente, se debe emplear. De hecho, si se visionan con detenimiento muchas grabaciones de puestos que están colgadas en la red, nos daremos cuenta que lo que estoy diciendo no está muy lejano a la realidad. Pues se puede constatar que, en ocasiones, si se apura demasiado el lance para darle más belleza y para que quien lo vea pueda disfrutar más con el mismo, no se aprovecha el momento idóneo para disparar. Consecuentemente, en muchos de esos casos, cuando se aprieta el gatillo, el reclamo ya ha pasado su fase inicial de máxima “efervescencia” y comienza a no responder como se esperaba de él.
Muy interesante el tema José Antonio , como todo lo referente a nuestra querida pasión por el reclamo . El asunto que nos traes hoy a debate tiene, diría yo, muchas preguntas y muchas respuestas y como consecuencia, distintas soluciones o actuaciones, habría que preguntarse:
ResponderEliminar- Que pájaro tenemos en el pulpitillo?
- Como viene el campero de celo?
- Viene solo o acompañado?
- Ha estado atrancado mucho tiempo? Etc etc
Son preguntas que nos llevaran a decidir el tiempo que debemos de aguantar o no al visitante. Yo particularmente no soy de “ gatillo fácil “ y me recreo en la suerte, siempre claro está, que el de la jaula y las circunstancias me lo permitan, mientras que nuestro reclamo esté en actitud desafiante y no veamos muestras de nerviosismo en el mismo, debemos aguantar y disfrutar el momento, sin embargo hay veces que el tiro al entrante tiene que ser inmediato, es el caso en el que el campero ha sido tardío en la entrada (lo que llamamos atranque ) y nuestra jaula empieza a dar muestras de enfado. Resumiendo, creo que es un tema con muchas alternativas donde el conocimiento hacia nuestro reclamo y la intuición hacia el campero nos harán proceder de la mejor manera, eso sí , articulo 1º.- “siempre que la jaula reciba como mandan los canones”, sin animo de ofender , es solo por recordarlo. Un abrazo para todos y Felices Fiestas.
En fin, un lío esto del tiro.
ResponderEliminarYo suelo guiarme por dos opiniones muy validas oara mí:
*Mi padre lo tenía bastante claro: "lo has llamfo, ha venido, lo tienes delante, poonnnn, apáñate como puedas"
*Antonio Morán: "niño, tu has visto cuando el torero ha terminado el paseíllo y se quita la gorra?, Pues ahí
En fin, está claro que este es un asunto delicado en el que -mas que los criterios de unos y de otros-, debe ser el propio aficionado el que deberá resolver, en base al conocimiento que tenga de sus reclamos y lo que mejor le siente a cada uno de ellos.
Ni que decir tiene que los reclamos son únicos e irrepetibles y "caprichosos" como ellos solos.
Muy buenas.
ResponderEliminarOtro colaborador del blog me envía este comentario para su publicación:
“Otro temita que se las trae, pues mira que cuando a uno le gusta el vino y se pasa, borrachera segura y no lo disfrutas. Yo pienso que este tipo de caza es para difrutar el cazador y, sobre todo, el pájaro. Entonces si tu emborrachas al pájaro, terminará por aborrecer el vino. Quiero decir que, cuando h cumplido, no se tiene que alargar más la faena, pues hay que darle gusto también al artista , porque lo bueno, si breve, dos veces bueno".
Saludos desde Mallorca. Tomeu
Otro comentario que me envían para su publicación.
ResponderEliminar“Esencialmente estoy de acuerdo, A mi parecer se trata de averiguar el nivel de aceptación. Tanto por el reclamo como por las campesinas. Luego, todo lo que sea esperar por esperar es embrutecer y, en muchas ocasiones, colapsar la acción. Siempre habrá matices y, a menudo, equivocaremos la manera de dar salida la episodio cinegético, pero teniendo como insignia la rapidez, una vez descubierto el grado de aceptación entre ambas partes, se errará menos".
Gracias como siempre
Miguel Bulnes cercas
Muy buenas noches.
ResponderEliminarAnte todo, agradecer vuestra colaboración.
Luego, tras dar mi opinión, poco tiempo de espera, pero con matices, he dejado la puerta abierta a otras respetables formas de actuar, aunque como tiene claro el amigo Alectorix, aquí no existen las matemáticas, pues como comentan Vicente Hurtado y Miguel Gómez cada lance o situación y cada pájaro son irrepetibles, pero, de la misma forma, Miguel Bulnes puntualiza que una vez averiguado el nivel de aceptación, más tiempo es colapsar la acción o emborrachar al reclamo, según Tomeu.
Vamos, un mundo, y cada uno otro.
El amigo Pedro María me hace llegar este comentario.
ResponderEliminar“Yo, particularmente, hago lo que tú comentas: un par de vueltas o tres, si las dan y el tiro, porque el reclamo lleva tiempo luchando con él e incluso viéndolo y darle mucho tiempo en plaza, podemos hartarlo y ponerlo nervioso. Pero bueno, altares tiene la Iglesia”.
Un saludo.
Pedro María Delgado Gómez
Este es un buen tema para debatir.
ResponderEliminarYo tengo una forma muy particular de tomarme este precioso tiempo, para mi el más bonito y espectacular de todo el lance.
Para ello, lo primero que tengo en cuenta es, el pájaro que tengo en el pulpitillo, si tiene pocos tiros hechos, lo aguanto lo justo, unas cuantas vueltas al colgadero, y disparo.
Pero si llevo un pájaro ya hecho y el campo viene bueno, soy un poco egoísta, y como me gusta tanto disfrutar de esa pelea, pues le dejo hasta que veo que mi reclamo empieza a aflojar un poco, y entonces disparo, aunque algunas veces por tanto esperar, también es verdad que me he quedado sin tirar.
Pero no por eso he disfrutado menos, y el reclamo, si como digo está ya hecho, no le pasa nada y va a seguir igual.
Diego Rama:
Buenas noches compañeros.
ResponderEliminarDesde mi experiencia que es poca pero intensa, puedo decir que yo tiro cuando el pajaro toma a la perdiz en recibo. No suelo tardar mucho en disparar y esto es debido a que varias veces he dejado el pájaro tomar las perdices mucho tiempo, éstas irse y el pájaro echarse a perder por no tirar, curioso pero cierto.
También es cierto que el que vale, vale. Pero, ¿Dónde está? Como cometas un error la pagas.
Me gusta mucho leer sobre el reclamo porque es una modalidad que siempre se aprende, cada pajaro es un mundo y cada cazador otro. Un saludo a todos.
Muy buenos días.
ResponderEliminarAnte todo , darle las gracias a José Navío por participar en el blog y decirle que es importante que los jóvenes participen, señal inequívoca de que hay relevo en nuestra ancestral forma de caza, y , además, que todos aprendemos día a día y porque no, ¿no nos puede enseñar uno que no lleva mucho en esto?
Está claro que en su comentario, aparte que es partidario de no alargar el tiempo, deja claro que el que sirve, normalmente no se estropea por nada.
Y a Diego Rama, solo decirle que, como cuquillero experimentado, él sabe que hay situaciones y situaciones, por eso he publicado este artículo, para su debate.
Saludos.
B noches.
ResponderEliminarSe me olvidaba darle la bienvenida al blog al amigo Pedro María. Solo decirle que lo tiene abierto para cuando quiera participar en el mismo, aportando su gran experiencia y los muchos años con la jaula a cuestas.
Saludos.