Aunque el tema de la compra-venta de reclamos de perdiz está muy trillado y, además ya se ha tratado aquí, nunca faltan ganas de hablar sobre el mismo, pues el quid de la cuestión tiene más que nada un trasfondo sentimental y rozando casi en el cariño absoluto. De hecho, hay infinidad de reseñas y anécdotas que se refieren al tema y que podrían servirnos de introducción, pues tras un buen pájaro siempre hay sentimientos personales.
En
esta línea, leyendo hace algún tiempo el emotivo y muy buen manual cuquillero
de Avelino Ruiz Calatrava “Manco.
Historia de un reclamo”, me ha dado alas para escribir este artículo, pues dicha obra recoge, con una gran prosa, un precioso y entrañable pasaje sobre la
cuestión que nos trae en este artículo.
Así,
en uno de los capítulos de este libro, un señor desconocido, don Fulgencio, que en
el bar de Currillo escuchaba, paciente y atentamente, las conversaciones
cuquilleras que sobre dicha modalidad cinegética mantenían el citado Currillo,
Andrés, el zapatero, Desiderio, el guarda y Carlete -cuatro lugareños
amigos y personajes del libro- se dio a conocer y les preguntó, viendo la
pasión que ponían en los relatos cuquilleros que compartían, varias cuestiones
sobre la caza de la perdiz con reclamo, pues aunque era muy cazador, nunca
había estado dentro de un aguardo.
Pues
bien, no muchas fechas después, D. Fulgencio se presentó en casa de Andrés para
decirle que estaba empezando a aficionarse a la caza del cuco pero que, para
ello, necesitaba un buen reclamo. Para ello, había preguntado en el pueblo por
el mejor y le habían indicado que ese era Manco,
el pájaro de jaula del Andrés. No hace falta decir que el zapatero, gran
apasionado de su afición, le comunicó, tras darle la bienvenida y alegrarse de que
se estuviera aficionando a tan ancestral modalidad de caza, que no, que Manco no se vendía. Y para ello, utilizó
los fundamentos siguientes, según sus propias palabras plasmadas en el libro
anteriormente citado, una vez que don Fulgencio le hubiera ofrecido lo que
estimara conveniente por dicho animal, aunque fuera un auténtico disparate:
- “...Debo decirle que lo que usted
pide es imposible. Hay cosas que no se venden. ¿Acaso puede usted comprar el
alma de algún hombre? ¿O el pensamiento de alguien? ¿O el amor de una persona?
Mire usted señor, aunque el Manco sea un animal, de él he obtenido tantas satisfacciones
a lo largo de estos años que no debo considerarlo como un simple animal, sino
más bien un ser especial en mi vida, una parte de mí mismo proyectada bajo su
saya de plumas, un cuerpo donde a menudo encuentro mayor comprensión que en
nuestra superior inteligencia, viciada por la razón y las costumbres. Por tanto
y para terminar este asunto, sepa usted que lo que quiere comprar es una parte
de mi corazón y eso no está en venta, ya que, sin sus latidos, yo también
moriría de pena y no podría disfrutar su dinero...”.
Con
lo anteriormente expuesto, que lo comparto al cien por cien, no tengo más que
decir que, si existen personas que se dedican a la compra y venta de reclamos
como fuente de ingresos o como complemento de ello, circunstancia totalmente legal
y entendible, también las hay, como el citado Andrés, que nunca venderían a su
mejor reclamo por muchos billetes que se pusieran encima de la mesa, aunque su
economía no fuera muy boyante, incluso estando bajo mínimos, pues tira más la parte emocional y sentimental que lo económico.
En
esta línea y hablo por mí, nunca pasaría a otras manos un pájaro puntero de mi
jaulero a cambio de billetes, y mucho menos, el mejor, porque como se dice por ahí: para que lo
disfrute otro, lo disfruto yo. De hecho, nunca he vendido un reclamo. He
regalado medianías que han dado mucho juego en manos de amigos y compañeros,
pero de vender, nada de nada y, mucho menos, si hablamos de un pájaro de
calidad. Sí es verdad que, gracias a Dios, nunca he pasado por estrecheces
económicas, pero creo que, aun así, siempre hubieran podido más los
sentimientos que los dineros. Es más, pienso y estoy seguro de ello, que el
mejor nunca se negocia. Se transfiere, aun hablando del referente de un
determinado jaulero -según el vendedor-, un buen pajarete de jaula de segunda
fila, pero “el figura”, el santo y seña de nuestras tertulias cuquilleras,
aunque existan necesidades “de bolsillo”, creo que nunca está en venta o, al menos, así lo pienso yo. Hace años, cuando las economías familiares eran de las de no tener ni pan para llevarse a la boca, posiblemente, pudiera ser, pero de unos años para acá, en el noventa y nueve por ciento de los casos, no.
Para
finalizar, únicamente decir a modo de resumen, que el pájaro de bandera siempre
llegará, si llega algún día, a nuestras manos sin pagar mucho por él. No busquemos
el mirlo blanco con el “taco”, pues como bien sabemos, la gran mayoría de las
veces pagamos una burrada, incluso hablando de miles de euros, por quienes no
pasarían un examen de no muchas complicaciones. Pajaritos medianos, de los que
dan el avío, sí se comercian. “Figuras”, aparte que hay poquísimos -aunque ode
boquilla pueda haber muchos-, no se suelen, excepto en casos muy muy puntuales,
vender. Quizás, en momentos muy específicos, se pueden regalar a personas que, por su buen proceder, se lo merecen, pero a cambio de un buen fajo de billetes, nunca pasan a otras manos.
El primer pájaro que conocí fue MATIAS, a él le tiré mi primer pájaro con sólo diez años con la enorme suerte de matárselo, un reclamo de los de punta por el cual llegaron a ofrecerle a mi padre la tontería de doscientas mil pesetas del año setenta del pasado siglo. Mi padre no tenía más dinero que el que podía ganar con su jornal, sin embargo, no lo vendió, aunque hay que reconocer que contó con el siempre inestimable apoyo de su compañera de vida, mi madre, que todavía (a sus 87 tacos) cada vez que llega el tiempo del celo me recuerda: "que a gusto sigo estando de haber convencido a tu padre para que no vendiera a Matías".
ResponderEliminarPues así sigue siendo, el bueno: FULGENCIO, VIOLINES, MONTORO, LAGARTIJO, MACHAQUITO, MANOLETE, CHIMENEAS, FELIPE, DON ADOLFO...nunca estuvo en venta, sin embargo sí que he regalado a amigos que se han quedado desaviados, pájaros de muchas cualidades con los que ellos se han divirtiendo de lo lindo (Capitán, Botija, Paquito...)
En fin, no soy de vender pájaros que sirven y, como soy un buscador permanente de la excelencia, suelo regalar pájaros con mucho nivel cuando compruebo que ya han tocado techo y dejan de tener la capacidad de sorprenderme con alguna "maniobra" nueva.
Buen libro MANCO y buen tino Andres,un pajaro de este calibre es parte de uno, un trocito de tu alma y como dice Andres los sentimientos no estan en venta.Desde Mallorca hoy lloviendo cosa extraña saludos para todos.
ResponderEliminarYo nunca venderia un reclamo, ni bueno ni regular, el buen pajaritero, el que diariamente esta al cuidado de sus pajaros, el que dia a dia va viendo su evolución, el que temporada a temporada disfruta de su comportamiento en el pulpitillo y lo va viendo mejorar puesto a puesto, creo no venderia un buen pajaro jamas, el dinero nunca llenaria el hueco que te dejaria ese buen reclamo.Feliz Navidad para todos.
ResponderEliminarMuy necesitado me tendría que ver para vender un buen pájaro.
ResponderEliminarHe regalado y me han regalado en función de quién estaba desaviado, pero nunca ni he vendido ni he comprado pájaros hechos.
Un saludo.
Muy buenas.
ResponderEliminarEn compañero de afición, José Mora, me hace llegar este comentario al no saber cómo va el tema a la hora de mandarlo.
…”Lo que dices es una verdad como un templo, pues a mí me paso que fui hace unos años a un campeonato nacional de perdiz con reclamo y mi pájaro lo hizo tan bien, quedando tercero, que un señor me lo quiso comprar por cuarenta mil pesetas y no lo vendí. Al año siguiente no cantó…”
Saludos.
B noches.
ResponderEliminarAnte todo, racias a los que habéis comentado por participar en el blog.
Lo curioso es que todos coincidís en que los reclamos, aunque no sean unos figuras no se venden porque hay cosas más importante que el dinero.
Yo estoy, como he dejado constancia, en dicha línea, aun existiendo casos muy puntuales, poero sigo pensando que, descontado estos casos, la cuestión sentimental le puede a los billetes.
Además, añadir que si no vendería un pájaro en condiciones, menos lo haría con un mochuelo, no me lo permitiría mi moral personal.
Saludos.
Pues muy buenas sean,,,se suele decir que en esta vida todo tiene su precio, y en su mayoria de las veces es asi.El reclamo dificilmente se escapa,lo que ocurre es que las barbaridades y tonterias tienen su limite a la hora de doblar el pulso a el vendedor.No obstante es muy meritorio por parte de unos puntuales aficionados, que por sus circustancias, serian posibles de rechazar esas ofertas fuera de lugar.Estan en una dimension,edad ayuda,en el que les pesa mas el reclamo que los millones,si en plural,que un loco le pudiera dar.
ResponderEliminarSegurisimo que los hay,tambien es segurisimo que no son muchos.
Oda a ellos
Deje en el tintero el asunto moral y venta de mochuelos ,,,,ahi hay mas aficionados que entran al trapo, y tambien muchos mas,mi tambien,que nunca ofrecerian un trapo como bandera.
ResponderEliminarB noches.
ResponderEliminarAl amigo Eusebio darle las gracias por el comentario y por retomar el blog después de mucho tiempo, pues siempre es una alegría tener en primera línea a cuquillero comprometidos con la afición como es el caso.
Así que nada, gracias de nuevo y saludos.