Portada de Los pollos de la Redondilla
Miguel Bulnes, cuquillero cacereño de pro y autor, entre otros, de bastantes libros
sobre la caza, me remite este extracto, no publicado por error, aunque iba en
el borrador/manuscrito de la obra Los pollos de la Redondilla que
se envió a la editorial. Por tanto, en el apartado de colaboraciones, lo hago
“efectivo” en el día de hoy, para que “vea la luz”.
El citado libro trata sobre unos pollos adquiridos por el autor, su padre
Miguel y su hermano Pepe a un amigo, José Murillo, y procedentes de la finca La
Redondilla. Dentro del contenido del mismo, donde se narra la actuación de
dichos noveles, el autor intercala los problemas que tiene con el tabaco y su
deseo de dejar de fumar.
Ooo O ooo
…”No tardamos en comprar una segunda tanda
de cuatro pollos de La Redondilla, viendo los excelentes resultados
de sus hermanos y consecuencia de las inmejorables reseñas que nos mandaba Pepe
Murillo, ya al final de temporada. Apenas con un par de días en su nuevo corral
imitaron a sus hermanos. Y lo hicieron con todas las calidades exigibles. El
horizonte de un año para verlos en el campo alargaba las jornadas
comprometiendo la paciencia, pues lo cotos intensivos lograron abatirla por
completo. En ellos aun se podía cazar. Endulzamos todas nuestras reticencias a
destapar en esos lugares y conseguimos gracias a la altruista gestión de un
buen amigo, aterrizar en uno de ellos.
Una vez en él, desde el coche pudimos
apreciar numerosos pares de perdices, otras sin emparejar y también en grupos
que se exhibían por todos lados en un careo indefinido, indeciso y muy
confiado, tanto que nos miraban con el desdén de un amigo, tan es así que
empecé a arrepentirme.
Poco después, el guarda puso a mi padre el
primero, al lado de un comedero y, después de advertirle que los reclamos no
suponían reto alguno para ellas, continuamos.
Yo fui el siguiente y me quedé,
exactamente, donde me dijo. Y se llevó a mi hermano.
Los pollos estuvieron muy bien, pero allí
nadie tenía querencias, nadie defendía nada y todos eran extraños en una tierra
que extrañaban, con lo que los que acudieron a la plaza fue pura coincidencia.
Mi padre tiró dos machos que antes de
comer decidieron saludarle. Pepe, mi hermano, tiró a otro que creyó encontrar a
un compañero de academia en el de la jaula.
Yo, por el contrario, no tuve a nadie que
quisiera compañía, ni que quisiera saludar a pesar de tener a varios viandantes
observando al pollo como si fuera un músico callejero al que no se quiere
depositar la propina. En una palabra, un desbarajuste que mi padre comparó con
el acarreado en la última república española.
Fue una temeridad que, por suerte, no
ocasionó ninguna situación alocada que pudiera afectar a los pollos, pues enseguida
tomamos precauciones y, pese tener el día completo, salimos de allí en cuanto
terminamos esos primeros puestos.
…No he conseguido, ni siquiera, bajar
ninguno de cinco cigarrillos de cupo. Es más, he tenido que volver a subir la
nicotina del pitillo electrónico para no aumentarlos. Aunque no sean ningún
antídoto contra el tabaco o, precisamente, por serlo, el año que viene, si la
vida sigue siendo generosa con mi salud, mi dependencia se reajustará o no con
el filtro de los pollos de La Redondilla...”.
Miguel Bulnes Cercas
Buenas noches.
Quiero aprovechar la ocasión para darle las gracias de corazón a Miguel Bulnes por colaborar con este humilde blog con este extracto de Los pollos de la Redondilla, uno de su muchos libros, con el cual, como no, he disfrutado de su didáctica y agradable lectura.
Además ,decirle, que este rincón particular siempre estará abierto para cuando quiera participar en el mismo porque, cuquilleros de pro, como es el caso, siempre serán bien recibidos en esta casa.
Saludos.